jueves, 1 de noviembre de 2018

Solemnidad de Todos los Santos, (noviembre 2018)



A mayor gloria y alabanza del Señor nuestro Dios y Salvador Jesucristo y de la Santísima Madre de Dios, 




Con mucha alegría, que es la que nos ofrece el Señor, a todos nosotros, celebrando esta solemnidad de los Santos es celebrar a Cristo Jesús.
Ser santos es la voluntad del Señor hacia nosotros, y esta debe ser nuestra naturaleza, porque es de Dios. Pero ser santos no es tan fácil, unas veces porque caemos en debilidades, en pecados, que llegamos a aborrecer, y de nuevo retornamos por el buen camino que es por medio de la humildad, el sacramento de la penitencia, de la confesión es caminar hacia la vida de santidad.
Los Santos y la Santas siempre buscaron los modelos de Jesús, de María Santísima; de la Sagrada Familia de Nazaret. Pues teniendo estos modelos vamos por muy buen camino.
Luego, que el Señor nos presenta una vocación por la que tenemos facilidad de alcanzar la santidad, la Familia Franciscana para unos; otros la vida contemplativa como los cartujos, cistercienses, los trapenses, los benedictinos, etc. otros como misioneros con la guía de la Iglesia Católica, dejan trabajos para dedicarse a los pobres más pobres, anunciarles que Dios está con nosotros, con ellos, cuando se convierten y se bautizan y aceptan a Jesucristo. Porque sin Jesucristo nadie puede llegar al Padre Celestial.  «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; nadie va al Padre si no es a través de mí.» (Jn 14,6-7). Jesús es el único medio de nuestra salvación, pero claro, es necesario nuestro amor y devoción a la Santísima Madre de Dios, el amor a la Iglesia Católica. Porque nadie puede amar a Jesucristo si se desprecia a la Iglesia Católica, a la Tradición del Señor.
  • «Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. Todo sarmiento que en mí no da fruto lo corta, y todo el que da fruto lo poda para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí es arrojado fuera, como los sarmientos, y se seca; luego los recogen, los arrojan al fuego y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y se os concederá. En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto y seáis discípulos míos». (Jn 15,1-8).

El permanecer con el Señor no debe ser en intervalos de tiempo, ahora sí, ahora no, ahora sí, ahora no… Así como respiramos en todo tiempo, para no quedarnos sin oxigeno en los pulmones, nuestro espíritu también necesita de este aire espiritual, una relación constante con el Señor. Dar muchos frutos, frutos buenos, no frutos buenos y malos al mismo tiempo, ¡siempre debe ser bueno! Pues lo bueno nos lleva a Dios, lo malo a la muerte.
«Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. » (San Juan 15,10). Comprendemos que, si guardamos los mandamientos de Dios, Dios nos ama, pero si no lo guardamos, Dios no nos puede amar, porque nuestra rebeldía cierra el camino de su amor a nosotros.
Las Sagradas Escrituras, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, necesitamos ciertas condiciones para que Dios nos ame, esas condiciones proceden de Dios y es necesario que las cumplamos. La obediencia a la Voluntad de Dios no nos somete en la amargura, en la esclavitud, sino que comprendemos el verdadero sentido del amor a Dios, y sus condiciones rompe con todas las malas inclinaciones de nuestros desordenes.

Cuando por la gracia de Dios paso a paso, somos fieles observantes a sus santos mandamientos, la santidad nos da esa alegría espiritual.

Cuando leemos la vida de los Santos, escrito serio y respetuoso, no de fantasías que algunos editores escriben sin conocer realmente el testimonio de esos santos, porque escriben y explican las cosas sin contar con la fe, son editores que aunque escriban sobre los santos, no buscan la gloria de Dios, y hacen daño a las almas. No me gusta esas ediciones absurdas.
Para leer la vida de los Santos, había cuatro tomos en la Biblioteca local, en el que yo iba siempre que podía, y buscaba esa sección de libros religiosos, cuatro tomos del Año Cristiano. Imposible de conseguir por otra parte, pasado tantos años, en lugar de cuatro tomo, la Biblioteca de Autores Cristianos, estuvo trabajando todos esos años, para ampliar el número de Santos, Beatos, y personas de caminos a la santidad, 12 tomos. Pues con ahorros, me di prisa en comprarlo, y aparte otros libros, de vida y doctrina de Santos. 

«A los santos se les mete en la zambra de los videntes, los adivinos, la superchería y las voces de ultratumba. Ahora hay santorales para agnósticos y santorales de puro humor a costa de los santos que pueden alcanzar cotas notables de acidez o de impiedad. ¿No es el caso de anuncios y montajes publicitarios a cargo del santoral y al servicio de cualquier producto del mercado? » (Joaquín L. Ortega. Director de la BAC. Año Cristiano, Introducción, Enero pág. XVI. Biblioteca de Autores Cristianos. 2002).

No son los santos los que nos han de mostrar diversión, sino el sacrificio personal, venciendo las fuertes tentaciones con la ayuda de la Gracia de Dios. Los impíos en la actualidad, se desviven por eso, “el humor de los santos”, para reír y hacer reír a tantos otros impíos. El propósito de los santos no es hacer el payaso, pero ellos huían de todo reconocimiento humano, despreciando la vanagloria, y la familiaridad con las almas tibias. Porque estando en soledad, en gracia de Dios, es cuando más tratamos con Cristo Jesús, en la oración, en la contemplación.

Esto nos ayuda a vivir la fe. San Francisco de Asís no necesitaba tantos libros, se había entregado plenamente a la oración. Es una alegría que el Señor nos ha dado para todos sus devotos, y los que somos, y me considero indigno, en la Familia Franciscana.

·       «Consideremos todos los hermanos al buen pastor, que por salvar a sus ovejas sufrió la pasión de la cruz. Las ovejas del Señor le siguieron en la tribulación y la persecución, en la vergüenza y el hambre, en la enfermedad y la tentación, y en las demás cosas; y por esto recibieron del Señor la vida sempiterna. De donde es una gran vergüenza para nosotros, siervos de Dios, que los santos hicieron las obras y nosotros, recitándolas, queremos recibir gloria y honor.» [San Francisco de Asís, Admoniciones, Cap. VI: De la imitación del Señor, 1-3]

Terrible realidad, cuando muchos celebran a los santos, luego entrega su corazón al mundo. Por ejemplo, en Andalucía, las romerías, las peregrinaciones, se ve tal cantidad de personas, pero no después frente al sagrario. En la JMJ, muchos teníamos alegría de ir al encuentro del Papa Benedicto XVI, muchísima persona, pero de mi grupo, no buscaban la conversión, según me declaraban con sus palabras, gestos indecorosos, y hasta burlarse de Benedicto XVI, en la JMJ 2011, en Madrid. Como era en tiempo de mucho calor, en lugar de ir a la Iglesia, preferían a que piscina podría pasar un buen rato. No hay sacrificio. 

Lejos de nosotros cuando alguien quiera felicitarnos por alguna cosa, pues todo el bien que hacemos, es exclusivamente para gloria de Dios, no para buscar la gloria en nosotros, ni que otros nos den gloria, pues perderíamos mucho ante Dios, y las glorias terrenales tiene un mal futuro eterno. Y alegrémonos cuando nos desprecian, pues así imitamos a Jesús, que las incomprensiones no tienen por qué afectarnos, basta que comprendamos nosotros a Dios y pongamos en práctica su divina Voluntad conforme a nuestra vocación personal. Pasar por este mundo siempre haciendo el bien, especialmente cuando oramos, y por los hermanos de la fe de la Santa Madre Iglesia Católica.

De los sermones de San Bernardo Abad, 
Apresurémonos hacia los hermanos que nos esperan

Sermón 2: Opera omnia, 
edición cisterciense, 5 (1968). 361-368

¿De qué sirven a los santos nuestras alabanzas, nuestra glorificación, esta misma solemnidad que celebramos? ¿De qué les sirven los honores terrenos, si reciben del Padre celestial los honores que les había prometido verazmente el Hijo? ¿De qué les sirven nuestros elogios? Los santos no necesitan de nuestros honores, ni les añade nada nuestra devoción. Es que la veneración de su memoria redunda en provecho nuestro, no suyo. Por lo que a mí respecta, confieso que, al pensar en ellos, se enciende mí un fuerte deseo.
El primer deseo que promueve o aumenta en nosotros el recuerdo de los santos es el de gozar de su compañía, tan deseable, y de llegar a ser conciudadanos y compañeros de los espíritus bienaventurados, de convivir con la asamblea de los patriarcas, con el grupo de los profetas, con el senado de los apóstoles, con el ejército incontable de los mártires, con la asociación de los confesores con el coro de las vírgenes, para resumir, el de asociarnos y alegrarnos juntos en la comunión de todos los santos. Nos espera la Iglesia de los primogénitos, y nosotros permanecemos indiferentes; desean los santos nuestra compañía, y nosotros no hacemos caso; nos esperan los justos, y nosotros no prestamos atención.
Despertémonos, por fin, hermanos; resucitemos con Cristo, busquemos los bienes de arriba, pongamos nuestro corazón en los bienes del cielo. Deseemos a los que nos desean, apresurémonos hacia los que nos esperan, entremos a su presencia con el deseo de nuestra alma. Hemos de desear no sólo la compañía, sino también la felicidad de que gozan los santos, ambicionando ansiosamente la gloria que poseen aquellos cuya presencia deseamos. Y esta ambición no es mala, ni incluye peligro alguno el anhelo de compartir su gloria.
El segundo deseo que enciende en nosotros la conmemoración de los santos es que, como a ellos, también a nosotros se nos manifieste Cristo, que es nuestra vida, y que nos manifestemos también nosotros con él, revestidos de gloria. Entretanto, aquel que es nuestra cabeza se nos representa no tal como es, sino tal como se hizo por nosotros, no coronado de gloria, sino rodeado de las espinas de nuestros pecados. Teniendo a aquel que es nuestra cabeza coronado de espinas, nosotros, miembros suyos, debemos avergonzarnos de nuestros refinamientos y de buscar cualquier púrpura que sea de honor y no de irrisión. Llegará un día en que vendrá Cristo, y entonces ya no se anunciará su muerte, para recordaros que también nosotros estamos muertos y nuestra vida está oculta con él. Se manifestará la cabeza gloriosa y, junto con él, brillarán glorificados sus miembros, cuando transfigurará nuestro pobre cuerpo en un cuerpo glorioso semejante a la cabeza, que es Él.
Deseemos, pues, esta gloria con un afán seguro y total. Mas, para que nos sea permitido esperar esta gloria y aspirar a tan gran felicidad, debemos desear también, en gran manera, la intercesión de los santos, para que ella nos obtenga lo que supera nuestras fuerzas.

Oración
Dios todopoderoso y eterno, que nos has otorgado celebrar en una misma fiesta los méritos de todos los santos, concédenos, por esta multitud de intercesores, la deseada abundancia de tu misericordia y tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo



Oración
  • Dios todopoderoso y eterno, que nos has otorgado celebrar en una misma fiesta los méritos de todos los santos, concédenos, por esta multitud de intercesores, la deseada abundancia de tu misericordia y tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo.


¿Nosotros vamos a recibir gloria y honor en este mundo, mientras que Jesucristo, estando con nosotros, padeció toda clase de sufrimientos, incomprensiones, desprecios, ensañamientos de golpes y hasta la misma muerte? Oh, mies buenos hermanos, San Francisco de Asís lloraba porque comprendía todo el sufrimiento de Nuestro Señor Jesucristo, que vino a salvar. Pues dejémonos santificar y salvar por Él

2 comentarios:

  1. Como miembro del Apostolado de la Oración, invito y me uno a mi Grupo para cantar con gozo en este día en honor de Todos los Santos.Hoy se unen las Liturgias; la de la Iglesia Peregrina se une a la de la Iglesia Celestial para celebrar a Cristo Señor fuen de la Santidad y de la Gloria de los elegidos, "muchedunmbre inmensa, que nadie podría contar, hombres de todas las razas, de todas las naciones y de todas las lenguas". Todos van vestidos con "túnicas blancas", lavadaas en la sagre del Cordero.La marca y los vestidos, son símbolos del Bautismo que les imprime a todos los hombres el carácter inconfundible de su pertenencia a Cristo. Purificados todos por la Sangre de Cristo, han quedado revestidos de su Gracia y de su Pureza.Los santos que festejamos hoy, no son los que están reconocidos oficialmente por la canonización, sino todos aquellos que supieron, con la ayuda de Dios, vivir su santidad oculta, soportando las circunstancias más diversas de la vida. Una característica los distingue:"Vienen de la gran tribulación", es decir:todos han sufrido mucho para defender su FE: persecuciones, martirio por Cristo.Cruces y trabajos de la vida sin quejas, por Cristo.Todo ello, tras la purificación inicial del Bautismo.
    La Segunda Lectura, se refiere al Amor, libre de todo egoísmo, del Amor gratuito de Dios que por querer tanto a los hombres, los ha hecho hijos de Dios, un amor que no hay que esperar a gustarlo a la vida futura, sino que si el hombre se une a Dios, através de los Sacramentos, sobre todo si participa de la Eucaristía, ya está participando de la Plenitud para la qqqqqqqqqqqque ha sido creado.El hombre al unirse a Cristo, experimenta la sensación de ser semejante a Dios.En Mateo ,5,1, leemos que Jesús no vino a abolir el mal vino a enseñarnos a sobrellevarlo, vino a redimirlo haciedo de él un medio de salvación. Cristo, Camino, Verdad y Vida, nos enseñó a ser humildes , a vencernos a nosotros mismos. Soy la más pequeña de todas las criaturas; conozco bien mis debilidades; he repasado las Bieabenturanzas; pero sé también cuanto gustan los corazones nobles de hacer el Bien. Por eso, os suplico , Bienaventurados, los Santos que moráis para siempre en Él que intercedáis por mí.AMÉN.

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  2. Quiero pedir perdón antes de retirarme disculparme por no haber intercedido por todos. QUERIDOS Santos ahora sí.Os lo pido para todos y, en especial por quién más lo necesite.AMÉN.

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