miércoles, 14 de noviembre de 2018

«AMÉN»


Actualización: 29 de septiembre de 2019



Son muchos los cristianos, que a cualquier cosa responde siempre con “Amén” como un disco rayado. Cuando van a comulgar que es cuando se debería decir: “Amén” no lo dicen. El sacerdote que cree en la presencia de que Cristo está en la Eucaristía, dice: «El Cuerpo de Cristo», entonces el comulgante que verdaderamente cree esa realidad, responde: «Amén». Hay muy buenos sacerdotes que lo advierten, que hay que saber responder: «Amén». 

Cuando el sacerdote cree realmente en la presencia del Señor en la Eucaristía, siempre que da la Sagrada Comunión, dice al comulgante: «El Cuerpo de Cristo», y si el comulgante lo cree también, responderá: «Amén» que es verdadero, que ahí está el Señor. Pero si la fe del bautizado ha naufragado, pues hay sacerdotes, que prefieren cantar, por no decir el «Cuerpo de Cristo», ni el comulgante responderá «Amén». Aún así, el que tiene fe, cuando comulga aunque el sacerdote tibio no mencione que es «el Cuerpo de Cristo», nosotros sí que creemos, y respondemos con reverencia: «Amén»
 Hace meses, alguien compartió una foto, de una persona ensangrentada, muerta, destrozada por la persecución a los cristianos, y los insensibles, los duros de corazón respondían “Amén”. Son personas que no tienen fe, y del mismo modo, otros tantos que pretenden hacerse pasar por cristianos, y cuando comentan se delatan así mismo que no lo son, pues tratan a Dios, a la Madre de Dios, con bastantes irreverencias, incluso escribiendo en minúsculas los sagrados nombres que deberían escribirse en mayúsculas, esos frutos les delatan también que no les interesa ni la Sagrada Biblia ni la vida de oración. La hipocresía siempre se delata así misma en muchas cosas.
Ciertamente tengo mucho respeto a las enseñanzas de nuestra fe. Por eso a cualquier cosa no puede llamarse “Amén”, se termina perdiendo el respeto por el lenguaje de la fe. Eso hacen algunos, lo mismo le dan, escribir amén, que también escriben minúscula lo que corresponde a las mayúsculas. Seguiré insistiendo que todos podemos aprender, si estamos atentos al estudio de la Sagrada Biblia, también nos ayuda el Catecismo de la Iglesia Católica. Si no nos formamos espiritualmente, ni conforme a la doctrina verdadera de la Iglesia Católica, y la Tradición Apostólica, seremos esclavos de la  ignorancia, y el demonio siempre nos engañará. 
Y es que no debemos olvidarlo, todos los cristianos necesitamos aprender, a formarnos en la fe de la Iglesia Católica, ¿de qué me sirve llamarme cristiano católico si ignoro lo importante que es aprender de la fe? Pues Cristo nuestro Señor quiere que todos lleguemos al conocimiento de la verdad, y solamente poniendo atención a la Iglesia Católica, es Madre y Maestra. No aprendemos de la falsa iglesia, sino de la verdadera que es de Tradición Apostólica en palabras y en obras, que huye de las herejías, que no acepta a los herejes, tal como nos lo ha enseñado el Señor y los Apóstoles.
La oración constante nos dará ánimos para seguir aprendiendo a ir conociendo las verdades que vienen del Señor. Fuera de la Iglesia no encontramos ejemplos de sabiduría, sino que está por ahí el diablo siendo el maestro de perdición, para todos los que están fuera de la Iglesia católica.

La Iglesia nos ofrece facilidad para aprender, sus enseñanzas proceden del Espíritu Santo.
Veamos el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica:


217. ¿Qué significa el Amén, con el que concluye nuestra profesión de fe?
1061-1065
La palabra hebrea Amén, con la que se termina también el último libro de la Sagrada Escritura, algunas oraciones del Nuevo Testamento y las oraciones litúrgicas de la Iglesia, significa nuestro «sí» confiado y total a cuanto confesamos creer, confiándonos totalmente en Aquel que es el «Amén» (Ap 3, 14) definitivo: Cristo el Señor.
598. ¿Qué significa el «Amén» final?
2855-2856
2865
«Después, terminada la oración, dices: Amén, refrendando por medio de este Amén, que significa “Así sea”, lo que contiene la oración que Dios nos enseñó» (San Cirilo de Jerusalén).
  
Ampliando esta enseñanza del Catecismo, ahora el Catecismo principal, o Catecismo Mayor.
1061 El Credo, como el último libro de la Sagrada Escritura (cf Ap 22, 21), se termina con la palabra hebrea Amen. Se encuentra también frecuentemente al final de las oraciones del Nuevo Testamento. Igualmente, la Iglesia termina sus oraciones con un Amén.

1062 En hebreo, Amen pertenece a la misma raíz que la palabra “creer”. Esta raíz expresa la solidez, la fiabilidad, la fidelidad. Así se comprende por qué el “Amén” puede expresar tanto la fidelidad de Dios hacia nosotros como nuestra confianza en Él.

1063 En el profeta Isaías se encuentra la expresión “Dios de verdad”, literalmente “Dios del Amén”, es decir, el Dios fiel a sus promesas: “Quien desee ser bendecido en la tierra, deseará serlo en el Dios del Amén” (Is 65, 16). Nuestro Señor emplea con frecuencia el término “Amén” (cf Mt 6, 2.5.16), a veces en forma duplicada (cf Jn 5, 19), para subrayar la fiabilidad de su enseñanza, su Autoridad fundada en la Verdad de Dios.

1064 Así pues, el “Amén” final del Credo recoge y confirma su primera palabra: “Creo”. Creer es decir “Amén” a las palabras, a las promesas, a los mandamientos de Dios, es fiarse totalmente de Él, que es el Amén de amor infinito y de perfecta fidelidad. La vida cristiana de cada día será también el “Amén” al “Creo” de la Profesión de fe de nuestro Bautismo:
«Que tu símbolo sea para ti como un espejo. Mírate en él: para ver si crees todo lo que declaras creer. Y regocíjate todos los días en tu fe» (San Agustín, Sermo 58, 11, 13: PL 38, 399).

1065 Jesucristo mismo es el “Amén” (Ap 3, 14). Es el “Amén” definitivo del amor del Padre hacia nosotros; asume y completa nuestro “Amén” al Padre: «Todas las promesas hechas por Dios han tenido su “sí” en él; y por eso decimos por él “Amén” a la gloria de Dios» (2 Co 1, 20):

«Por Él, con Él y en Él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria,
por los siglos de los siglos.

(Doxología después de la Plegaria eucaristía, Misal romano)

Cuando terminan las oraciones y las acciones de gracias, todo el pueblo presente pronuncia una aclamación diciendo: Amén.
[...] Cuando el que preside ha hecho la acción de gracias y el pueblo le ha respondido, los que entre nosotros se llaman diáconos distribuyen a todos los que están presentes pan, vino y agua “eucaristizados” y los llevan a los ausentes» (San Justino, Apología, 1, 65). (Catecismo de la Iglesia Católica 1345. 1348. 1396 párrafo B.  Etc., etc.)
Bien, aprendamos a decir Amén, cuando oramos el Padre Nuestro, el Ave María, los que están a cargo de la propia familia, es importante, también como he comentado, cuando recibimos la Sagrada Comunión, que no debe faltar el «Amén», o cuando compartimos alguna oración. Los cristianos más fieles a los intereses de Cristo Jesús, están bastante atentos a las Santas Escrituras, saben como hacer las cosas. Sobre todo, la oración se hace en secreto.

Cuando yo leo algún tema de algún hermano, hermana, aunque yo crea lo que dice, si es necesario hago un comentario, porque participamos de la misma fe de los hijos de Dios, que son todos los que hemos recibido el sacramento del Bautismo y estamos en la unidad de la Iglesia verdadera de Cristo Jesús.


En el libro del Apocalipsis (3,14) podemos leer: 


14*Al ángel de la Iglesia de Laodicea escríbele:
Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de Dios:


* 14. El Amén: voz hebrea que significa: verdad, en este caso la Verdad misma: Jesucristo. En Isaías 65, 6 se dice: “el Dios de Amén”. Véase v. 7, donde Cristo es llamado “el Veraz”, como en 6, 10; y 19, 11, donde se le da el nombre de “Fiel y Veraz”. Cf. Juan 1, 14; I Juan 5. 7. (Straubinger)

  •        Cristo es el Amén «Esto dice el Amén, el Testigo fiel y veraz» Pienso que debemos tener en cuenta que aquí se dice: «es» y «amén». Ciertamente el término «amén» se dice para significar «verdadero» o con «fidelidad»; de ahí que en este lugar se refiera sin duda a la divinidad, de la cual habló Dios a Moisés, al decir: «Así dirás a los hijos de Israel: «Yo Soy» me ha enviado a vosotros» (Éxodo 3,14). En verdad Él es siempre el mismo, es decir; «el que es» (Primasio, comentario al Apocalipsis 3,14) [La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia, 12. Ciudad Nueva)


Entonces, la fe nos enseña que no debemos rebajar el término Amén superficialmente. No debemos vulgarizar el Amén. 



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