domingo, 13 de octubre de 2019

El amor de Dios es ordenado y santo.


Con fecha del miércoles, 14 de octubre de 2.020, lo he actualizado. 

Anteriormente, compartí esta reflexión el 13 de octubre de 2019. Lo he modificado añadiendo nuevos textos de la Palabra de Dios, pues siempre es lo más necesario, importante. Nuestra vida depende de Dios y no de nosotros mismos.  Y el que no vive para Dios, se sujeta al maligno.

El amor de Dios se debe comprender desde la fe, no con el pensamiento humano, pues es ordenado, puro, casto, inmaculado. 

Dios ama a quien ama, y consultando la Sagrada Biblia, a la luz de la Palabra de Dios, encontramos siempre importantes respuesta. Por eso, en todos los asuntos, hemos de consultar a Dios, ya por la oración, preparándonos por el sacramento de la penitencia, examen de conciencia. Para comprender a Dios, y que el maligno no nos engañe
.


Son muchos que aunque habiéndose consagrado al Señor no consultan la Palabra de Dios. Pues también es importante hacerlo, pues, para todos los bautizados, es necesario consultar la Sagrada Biblia, con la fe de la Iglesia Católica, su Magisterio, la Tradición de la Fe Apostólica del Señor.

¿Cómo es posible que haya almas que se consagren al Señor y luego no tienen tiempo además de la oración, no se toman en serio profundizar la Sagrada Biblia? La actividad excesiva complica la fe de muchas almas, sumergiéndola en la ignorancia.


Todos los días es necesario escuchar al Señor, en nuestro corazón, oyendo las lecturas de la Misa, meditando la Palabra de Dios en nuestros hogares. Tener siempre a Jesús en nuestra vida, noche y día. De esta forma, el enemigo infernal no lo estará, sino que se mantendrá lejos de nosotros; por eso también nuestra devoción a la Madre de Dios, consagrándonos a los Sagrados Corazones de Jesús y María, comprenderemos muchas cosas. 




En la primera parte, he estado modificando y añadiendo más pruebas de las Santas Escrituras, y se ha estado extendiendo, distinto. Pero contenía ya distintas referencias bíblicas, que molestó mucho a esta persona que se llama Eugenio. Nunca escribo para molestar a nadie, pero quien se siente demasiado agresivo por lo que lee, no según mis caprichos, sino reflexionando a la luz de las Santas Escrituras, cuando se enfurecen, es que no llevan una vida con relación a Cristo Jesús.

En la segunda parte, pues está bastante extenso. Porque veo necesario siempre combatir nuestros errores, y las malas intenciones del demonio.

Ante todo, quiere el Señor la conversión de todos los pecadores, que lleguemos al conocimiento de la verdad y nos salvemos.


Cuando leo comentarios: "Dios ama a todos de igual manera"; pienso entonces, que aquí entra toda clase de personas, asesinos, ladrones, maltratadores, personas que abusan de la inocencia infantil, etc. Pero reflexionando a la luz de la Palabra de Dios, la Sagrada Biblia, vemos que el Señor nos dice que Él no ama a todos. Y yo creo más en la Palabra de Dios, que no en los errores humanos. Insistir en estos errores, termina siendo diabólico, como enseñaba San Agustín. Puesto que el error puede uno corregirse a tiempo, cuando se descubre la verdad, pero no todos quieren corregirse.


Eugenio: José Luis Ofs NegR que Dios ama a todos es una herejía. Lo que Dios no ama es el pecado. Grave confusión, amigo José Luis.


Respondo: Tengo la costumbre de consultar siempre, todos los días, las Sagradas Escrituras, luego, las enseñanzas de los Santos Padres de la Iglesia, la Tradición de la Fe Apostólica y no cometo herejias. Hay cristianos, que como no están acostumbrado a la Sagrada Biblia, todo le parece extraño, cuando aparece algún comentario como los que suelo escribir.

El cristiano debe animarse a consultar la Palabra de Dios, y entonces, verán las cosas claras. 

Hay dos clases de pecadores, unos que buscan el perdón de Dios, se arrepienten, hace examen de conciencia, para buscar los pecados cometidos, luego ir al concesionario y con sincero corazón se arrepiente, y a partir de ahí, ya con la ayuda de Dios, evita toda ocasión de pecado, y como esa alma se transfigura en la imagen de Jesús, es en ese sentido que Dios le ama, no por su pecado, sino porque no quiere cometerlo nunca más. No quiere perder la imagen de Dios que hay en su alma, y hace penitencia.
Luego están los pecadores, los incurables, los impenitentes, que no quieren renunciar a sus vicios y pecados, estos no son amados por Dios porque no quieren sanar, no buscan su curación, porque no tienen la imagen de Dios en su alma, sino que con sus pecados, se entregan completamente al diablo. Cuando reflexionamos la Palabra de Dios, es así. 

·        «Al ciego curado Jesús le revela que ha venido al mundo para realizar un juicio, para separar a los ciegos curables de aquellos que no se dejan curar, porque presumen de sanos. En efecto, en el hombre es fuerte la tentación de construirse un sistema de seguridad ideológico: incluso la religión puede convertirse en un elemento de este sistema, como el ateísmo o el laicismo, pero de este modo uno queda cegado por su propio egoísmo.» (Benedicto XVI, Ángelus. Domingo 2 de marzo de 2008)

Los pecadores son aborrecidos por Dios, en el sentido que estos aborrecen los Santos Mandamientos de nuestra salvación y en la medida que agravan más sus vicios y pecados, de los que no quieren esa esclavitud que atrae para si la justa sentencia condenatoria del Justo Juez. No quieren romper su esclavitud con los vicios y pecados. 

Hay distintos versículos en la Sagrada Biblia, en el Antiguo y Nuevo Testamento, por lo que he comentado lo que se lee. El Papa Benedicto XVI, lo había dicho también en una ocasión, que están los pecadores que se curan, se convierten y se salvan; y están los otros que están sujetos y encadenados a los propios vicios y pecados. También San Alfonso María de Ligorio, ha escrito temas muy interesantes, siempre dando referencias bíblicas.

Eugenio:  Amigo José Luis. Reconozco que soy duro de mollera pero sigo entendiendote que Dios ama más a unos que a otros. Es eso lo que quieres decir?


Eugenio Rey Huerta Preferiría que contestara él, amigo Esteban.

Respondo: Intentaré explicar mi reflexión con la ayuda del Señor.
La oración constante, atenta, nos puede ayudar a todos nosotros. Puesto que si en el pasado, las cosas eran difíciles de comprender, la oración nos prepara para ello. A Jesús le escucharon todos, cuando predicaba por las ciudades, la predicación era la misma medida para todos, pero no todos tenían la misma disposición para escuchar y aceptar todo lo que Jesús enseñaba. Entre los que no comprendían, unos se marchaban, pero otros le preguntaban y permanecían con el Señor. 

  • ¿Dios nos ama a todos por igual? No
  • ¿El amor de Dios tiene la misma medida para todas sus criaturas? No
  • ¿Tiene la misma intensidad el amor de las criaturas a Dios? Sencillamente: no.

Pero esto tiene su explicación. Aunque si una persona, como me ha comentado Eugenio, que es “duro de mollera”, es por causa del corazón endurecido. Pero lo importante es que se entienda a la Palabra de Dios, yo tan solo comparto estas reflexiones, pero no todos pueden soportarlo.

Veamos también, todo el mundo puede recibir diez talentos, pero ni cinco ni uno solo, todos diez talentos. 

Jesús nos habló la parábola de los talentos, a uno le dio, diez talentos, a otro, cinco, a otro uno. Pero el que tiene diez talentos, puede aumentar sus talentos, y podría tener más del doble, si no se rinde en la misión encomendada, lo mismo el que recibe cinco talentos, y el que tiene un talento, si es un buen trabajador en la viña del Señor, también puede aumentar, pero si no lo hace, es que lo pierde completamente todo, por su inutilidad, Y lo que creía tener le será quitado y será arrojado a las tinieblas exteriores. 

Si amamos a Dios poco, poco es lo que recibimos, la tacañería obstruye el amor de Dios hacia nosotros.
  • En esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero” (1º San Juan. 4,10). 

El amor de Dios a la Llena de Gracia, fue de inmensa medida, que ella no tuvo ningún pecado. El Señor quiso librar del pecado a la Mujer que tenía que traer la salvación a la humanidad.

El amor de Dios a los Apóstoles, también fue de gran medida, por lo que le llevaron al martirio. Pero el Apóstol Juan, el Señor lo protegió muchos años. San Epifanio dice que murió a los 94 años. En todos esos años, desde San Juan Bautista, siempre dio gloria a Dios. ¡Qué amor tan grande tuvo este gran santo, que conoció los misterios de la salvación de Dios para con todos. El que crea se salva, el que no crea, se condena. Cuanto más intensamente, pura sea nuestra oración, la medida de nuestro amor a Dios aumenta, y nos vamos llenando cada vez más del amor de Dios. 

Hay quienes dicen: “Dios te ama tal como eres? Pero como eres, ni siquiera te acercas al confesionario, no rezas, no ayunas, no eres devoto de la Madre de Dios, la rechaza, la desprecia, ¿Dios ama a alguien así?

¿El amor de Dios alcanza al que tiene doble intención? ¿Al que engaña al prójimo?

·        «yo amo a los que me aman, los que madrugan por mí me encuentran » (Proverbios 8, 17)

Quien madruga por el Señor, o se dedica a la oración, como hacen en los monasterios de vida contemplativa como los Cartujos, ellos reciben un amor especial de Dios. Se levantan de madrugada, van a la capilla a rezar, a meditar, a poner atención al Evangelio de Cristo, cuando el lector lee durante la Santa Misa. 

En este pasaje, también leemos lo que nos dice San Lucas y la enseñanza del Señor: 

«36Un fariseo le rogaba que fuera a comer con él y, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. 37En esto, una mujer que había en la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino trayendo un frasco de alabastro lleno de perfume y, 38colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con las lágrimas, se los enjugaba con los cabellos de su cabeza, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. 39Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: «Si este fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que lo está tocando, pues es una pecadora». 40Jesús respondió y le dijo: «Simón, tengo algo que decirte». Él contestó: «Dímelo, Maestro». 41«Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. 42Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de ellos le mostrará más amor?». 43Respondió Simón y dijo: «Supongo que aquel a quien le perdonó más». Y él le dijo: «Has juzgado rectamente». 44Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? He entrado en tu casa y no me has dado agua para los pies; ella, en cambio, me ha regado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. 45Tú no me diste el beso de paz; ella, en cambio, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. 46Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. 47Por eso te digo: sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco». 48Y a ella le dijo: «Han quedado perdonados tus pecados». 49Los demás convidados empezaron a decir entre ellos: «¿Quién es este, que hasta perdona pecados?». 50Pero él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz ». (San Lucas 7,36-50).». (San Lucas 7,36-50).

 El que ama mucho, y recibe más amor de Dios, es el que de corazón sincero, se arrepiente de sus pecados, y hace penitencia.

A quien se arrepiente de sus pecados con sinceridad, y no busca de nuevo los malos caminos, claro que el amor de Dios aumenta en esa alma. El que ama mucho, es amado más que aquel que no ama a Dios y se rebela contra los santos mandamientos, estos tales no son amados. Pues Dios no puede amar nada de lo que no sea suyo.
Para que nuestra medida sobre el amor, a Dios, aumente, necesitamos vaciarnos de nosotros mismos, obedecer con toda firmeza a la Voluntad de Dios, conociendo su Palabra que se nos presenta en la Sagrada Biblia, purificando nuestro corazón, y desde Cristo Jesús amar al prójimo, rogar por todos, para que no seamos tibios.

Continuación:
Si Dios amase a todos por igual no habría infierno. Así como los condenados del infierno, no sufren todos condenados las mismas penas, porque Dios es justo. Porque la medida de los pecados es distinta, pero condenables, ya que murieron en desgracia de Dios, vivieron y murieron en pecado mortal, no se arrepintieron, o cometieron sacrilegios en la Sagrada Comunión o en el sacramento de la Penitencia. Y todos sufren. Unos en mayor grado otros menos. 

El alma tibia no puede tener el mismo amor que el alma que tanto ora, que es fervorosa, piadosa. Más aún, el tibio es rechazado por el Señor.

Las fuentes por donde comento esto, son las visiones que tuvieron algunos santos, santas. 

Continuando con lo que iba escribiendo, a los judíos le dice 

Vosotros no tenéis el amor de Dios. Y así muchas personas, que creen tener el amor de Dios, pero el amor de Dios no llega a ellos, no les ama. «…además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros.» (San Juan 5, 42).

 Los judíos tenían la mala costumbre de murmurar, de criticar, de echar en cara a Jesús muchas cosas, no atendían a razones, todo lo veían mal en Cristo Jesús, rabinos, sumos sacerdotes, que instigaban al pueblo para que crucificasen a Jesús, gritando como posesos. Era comprensible que Dios no puede amar a alguien así. Porque Dios es amor, pero el que no abre su corazón para amar, es porque en lugar de tener a Dios por Padre, eligen al diablo. 

El corazón que murmura contra un cristiano, sea sacerdote, que le habla de Dios, cuando el obispo defiende la Tradición Apostólica, aquellos que no tienen amor de Dios, cometen esos y otros pecados. 

Cualquier persona que diga, que no le cite la Biblia, que no quiere conocer nada de la Palabra de Dios, es porque ha echado a perder todo el amor de Dios, y no es amado de Dios, porque está rechazando al Amor verdadero. 

«¿Por qué no reconocéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él era homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando dice la mentira, habla de lo suyo porque es mentiroso y padre de la mentira. » (San Juan 8,43-44)

El lenguaje, las expresiones de Jesús, es la caridad, es la verdad, es el amor, es la compasión, es siempre la verdad, la dulzura. Pero los judíos se habían cerrado, habían negado todo amor con su prójimo, y se enfrentaron violentamente contra Jesús. A lo largo del Antiguo Testamento, vemos que numerosos israelitas, incluso sumos sacerdotes, no amaron al Señor, e imitaron las costumbres paganas, desobedeciendo constantemente a Dios. Pero el Señor quería salvar a todos, pero no todos logran salvarse.

Como he referido y es una realidad, que una multitud de bautizados no soportan el lenguaje de la Palabra de Dios, algunos la tuercen. Se les tratan de hacer un bien, y se vuelven furiosos. ¿Pretenden alcanzar así el amor de Dios con la soberbia, la ira, los insultos, y tantas palabras malas? No es posible. 


Dios nos llama, pero para que dejemos el ser como somos, y comencemos a transformarnos en la vida nueva en Cristo Jesús.

«Escribe al ángel de la Iglesia en Laodicea: Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de Dios. Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero porque eres tibio, ni frío ni caliente, estoy a punto de vomitarte de mi boca. » (Apocalipsis 3, 14-16).

Y es que la tibieza, el relativismo, el todo vale, Dios no lo acepta, sino que lo vomita. 

En esta vida presente, debemos perfeccionar la medida de nuestro amor a Dios, cada vez más intensamente.

Sabemos bien que Jesús padeció por todos nosotros, siendo pecadores, nos amó, con la posibilidad de tener la vida cuando renunciamos lo que nos lleva a la muerte, por el pecado. Quiso el Señor padecer por los pecadores. Ha habido grandes pecadores, que cuando han comprendido la llamada del Señor, se han hecho grandes santos y santas, ante el Señor. El pecado es una negación al amor de Dios. Los vicios no proceden de la vida, y destruye nuestra fe, y nos arroja a la amargura, a la desesperación, no existe amor en los pecados ni en los vicios.

·        San Agustín nos enseña que Dios ama al hombre, no por su pecado, no por sus vicios. Pues no tiene sentido que por decirlo también: "Dios ama al vicioso". Es un pensamiento ridículo, un engaño del diablo. Para que el hombre no de demasiada importancia, a los propios pecados y vicios, y tengan una vida así, tibia, indiferente, que lleva a la muerte. 

Dios quiere amar al ser humano, tenemos unas condiciones, los Santos Mandamientos, preceptos, reglas, normas, enseñanzas verdaderas, no humanas, sino que procede de Dios. 

Quiere salvarnos, nosotros también lo queremos, abrir nuestro corazón, arrojar todo lo sucio, inmundo que pueda haber en nosotros. 

El ser humano, por sus pecados y vicios, se separan del amor de Dios, los pecados de impurezas, los vicios de la carne hace al alma reo de condenación eterna.

  Dios ama al ser humano, porque somos obra de su creación, pero la caída y su obstinación en permanecer en el pecado da muerte a la imagen de Dios en su alma. Otros pecadores, han caído, pero sienten esa pérdida de Dios en su vida, y acude al sacramento de la confesión, y cuando ha sido sincero el arrepentimiento, por fin su alma recupera la paz, la alegría interior. Y ya se esfuerza por no perder esa amistad con Dios. Por eso, todos necesitamos, que nuestro arrepentimiento sea auténtico, grata al Señor. Jesús nos perdona por medio del sacerdote piadoso que nos confiesa. somos absueltos en el Nombre de la Santísima Trinidad. 

Si un alma, tras una mala vida, de pecados mortales, hace examen de conciencia, acude al sacramento de la confesión, su vida cambia a mejor. A muchos le han pasado eso, leo yo los testimonios en los escritos de San Alfonso María de Ligorio, de la oscuridad interior. a la luz interior.



Eugenio:  Amigo José Luis Ofs, con todo mi cariño, mi respeto, y desdeel amor infinito que Dios te tiene, permíteme decirte por tu bien que tienes un enorme cacao y que rozas la blasfemia al decir rotundamente que Dios no ama a todos por igual. Eso es una absoluta falsedad e, insisto, es blasfemar contra Dios. Confundes gravemente el amor infinito de Dios a todos nosotros con la respuesta que nosotros damos a ee amor. El sol brilla con la misma intensidad a buenos y malos, otra cosa es que yo me esconda en un sótano profundo para no recibir la luz del sol, peroel sol no discrimina a quien alumbra más y a quien alumbra menos: eso es falso, y en el caso de referirse a Dios, insisto, una blasfemia. La lluvia cae por igual sobre buenos y malos, otra cosa es que yo me defienda de ella y abra mi paraguas para no mojarme con su gracia. ¡Qué locura más diabólica, amigo José Luis, decir que Dios discrimina su amor, según se lo "merzca" más o menos. No entiendes absolutamente nada, amigo mío. ¡Qué blasfemia mayúscula negar el amor de Dios a los pecadores. Dios ama absolutamente igua a Stalin que a san Francisco de Asís, pero Stalin no amaba a Dios (espero de todo corazón que en el último momento de su vida sí lo hiciera) mientras que san Francisco de Asís lo amaba con locura. ¡Qué atrevimiento, amigo mío, decir que Dios ama con amor medido y no ilimitado, con amor de transación (yo te amo solo si tú me amas) y no con amor de gratuidad, el amor que da la gracia, el amor infinito que nos tiene como se demuestra en la cruz. ¡Qué enormidad de bñasfemia, amigo mío, negar la santa cruz, el amor del mismo Dios por todos los hombres, no para unos pocos. Confundes gravísimamente la Verdad absoluta que dice que Dios ama a todos por igual con un amor gratuito y sin media con el hecho de que no todos reciben ese amor por igual y, por tanto, no pueden devolverlo a Dios y a sus prójimos. CUalquier madre ama por igual a todos sus hijos y, si me apuras, un poco más a aquellos que más lo necesitan: las ovejas perdidas. Pregúntale a una madre si quiere menos a sus hijos más perdidos que a los santitos y te mirará con cara de pena porque sabrá que sabes muy poco del amor de una madre. Pues si una madre ama a todos sus hijos por igua, cómo te atreves a decir que Dios no lo hace. Estás a tiempo de arrepentirte de tamaña blasfemia, amigo José Luis. Ignoro de dónde has sacado tamaña sandez. Y deja de citar tana Biblia también el demonio lo hace cuando le conviene

Eugenio: Perdón, di a una tecla, sin querer; te decía, amigo Jose Luis, que dejes de citar tanta Biblia de forma torticera. También el demonio lo hace cuando le conviene; y los testigos de Jehová, y los protestantes; pero creo que tú eres católico, por eso tienes mayor responsabilidad. Dios es infinito en todo. Su amor es sin medida, es misericordioso y justo. El amor de Dios no es un amor de transación, amigo, es una amor gratuito a todos por igual. Y nosotros tenemos y debemos amar a los demás con ese mismo amor de gratuidad, que sola con la gracia es posible. Que lo hagamos o no, es culpa nuestra no de que Dios nos ame menos. S Dios limitase su amor infinito, tú y yo lo tendríamos imposible; es más quién podría salvarse? Recapacita, amigo, y perdona la dureza de mis palabras pero es que lo que dices es muy peligroso para tu alma y para aquellas almas que puedan escucharte o leerte. Y no se te ocurra achacarle a Dios tu lógica amigo


Eugenio: La lógica de Dios es necedad para muchos. No seas necio y piensa con la lógica de Dios. Y si no, cállate. Por tu bien y por el de los demás. Un abrazo en Cristo.



Segunda parte

Quise continuar en este blog, porque no hay riesgo, de que borre lo que escribo, ya me ha sucedido en otras ocasiones, pero con otras personas, que el diablo se ha metido por medio, y no quiere que se descubra que la Palabra de Dios es la verdad


Y la protesta viene de quien rechaza la Sagrada Biblia, o sea, que rechaza a Dios y a nuestro Señor Jesucristo. No tengo por amigos quien rechaza la Palabra de Dios.

Con este último comentario, ya di por cerrado el asunto, solo en el muro de Eugenio. Aunque me ha comentado eso mismo. Pues no siempre he facilitado la cita bíblica que afirma lo que yo digo. Pero ahora, en esta segunda parte, veremos más.

Uno de los comentarios de Eugenio era este:

Dice Eugenio: José Luis Ofs NegR que Dios ama a todos es una herejía. Lo que Dios no ama es el pecado. Grave confusión, amigo José Luis.

Pero así le responde la Palabra de Dios: 

 «Porque el Altísimo aborrece a los pecadores, y a los impíos les hará experimentar su venganza » (Eclesiástico, 12, 6)

«Quien comete el pecado es del Diablo» (1º San Juan 3,8)


«21*No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial. 22*Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos cantidad de prodigios? 23Entonces les declararé: “Jamás os conocí. ¡Alejaos de Mí, obradores de iniquidad!». (San Mateo 7, 21-23)


Notas Sagrada Biblia Straubinger: 

* 21. Entendamos bien lo que significa hacer su voluntad. Si buscamos, por ejemplo, que un hombre no le robe a otro, para que la sociedad ande bien, y no para que se cumpla la voluntad de Dios, no podemos decir que nuestra actitud es cristiana. Ese descuido de la fe sobrenatural nos muestra que hay una manera atea de cumplir los mandamientos sin rendir a Dios el homenaje de reconocimiento y obediencia, que es lo que Él exige. ¡Cuántas veces los hombres que el mundo llama honrados, suelen cumplir uno u otro precepto moral por puras razones humanas sin darse cuenta de que el primero y mayor de los mandamientos es amar a Dios con todo nuestro ser!

* 22. En aquel día: el día del juicio, llamado también “el día del Señor”, “el día grande”, “día de Cristo”, “día de ira”. Cf. Salmo 117, 24; Isaías 2, 12; Ezequiel 30, 3 y notas; Joel 1, 15; Abdías 15; Sofonías 1, 7; Romanos 2, 5; I Corintios 3, 13; II Corintios 1, 14; Filipenses 1, 6 y 10; II Pedro 3, 12; Judas 6.

También San Lucas nos habla:


22Recorría ciudades y aldeas, enseñando y siguiendo su camino hacia Jerusalén. 23*Le dijo uno: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Él le dijo: 24*Esforzaos a entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos serán los que busquen entrar y no podrán;' 25una vez que el amo de casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: Señor, ábrenos. Él os responderá: No sé de dónde sois. 26* Entonces comenzaréis a decir: Hemos comido y bebido contigo y has enseñado en nuestras plazas. 27*El dirá: Os repito que no sé de dónde sois. Apartaos de mí todosobradores de iniquidad. 28Allí habrá llanto y crujir de dientes, cuando viereis a Abraham, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, mientras vosotros sois arrojados fuera. 29Vendrán de Oriente y de Occidente, del Septentrión y del Mediodía, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios, 30y los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos.» (San Lucas, 13,22-30)



* 23. Terribles advertencias para los que se glorían de ser cristianos y no viven la doctrina de Jesucristo. Véase Jeremías 14, 14 ss., donde el profeta de Dios habla contra los falsos profetas y sacerdotes que abusan del nombre del Señor.

* 24. Como observan algunos exegetas, estas palabras de Jesús no parecen las mismas de Mateo 7, 13, donde no se habla de esforzarse y se trata más bien de un pasaje que de una puerta. La imagen es sumamente gráfica, pues hace comprender que, así como nos esforzamos por hacernos pequeños para poder pasar por una portezuela en que no caben los grandes, así hemos de luchar por hacernos pequeños para poder entrar en ese reino que está exclusivamente reservado a los que se hacen niños según lo dice Jesús. Cf. 10, 21; Mateo 18, 1-4; Marcos 10, 15.

* 26. Enseñaste en nuestras plazas: En el versículo 27. Él insiste en decir que no los conoce. Además, escrito está que “nadie oirá su voz en las plazas”, porque Él no será turbulento (cf. Mateo 12, 19 y nota). Si ellos escucharon, pues, fue a otros, como se lo anunció Jesús (Juan 5, 43 y nota); a otros que no buscaban la gloria del que los envió, sino la propia gloria (Juan 7, 18 y nota), por lo cual no podían tener fe (Juan 5, 44 y nota). Ésos no eran por tanto, los verdaderos discípulos a quienes Él dijo: “Quien a vosotros escucha, a Mí me escucha” (Lucas 10, 16), sino los falsos profetas sobre los cuales tanto había prevenido Él. Cf. Mateo 7, 15 y nota.

* 27. Véase Mateo 15, 8, citando a Isaías 29, 13. Mateo 7, 23; 25, 41. Condena Jesús anticipadamente a aquellos cristianos que se contentan con el solo nombre de tales y con la vinculación exterior a la Iglesia.

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«De ahí la terrible palabra que el Señor les dirige: Jamás os he conocido. Y es así que a muchos los aborrece el Señor ya desde esta vida y antes del juicio ya son condenados. Temamos, pues, carísimos, y pongamos todo cuidado en nuestra vida. No pensemos que perdemos nada porque ahora no hagamos milagros.  Como ahora no perdemos nada de no hacerlos, tampoco en el juicio llevaríamos ventaja alguna por haberlos hecho. » (San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio de San Mateo, Homilía 24, 2, BAC Madrid 1955, pág. 502)
E
Yo no tengo interés alguno en cometer herejías, y nunca me he apresurado en escribir cualquier cosa. Pero si por error he escrito algo, lo borro en el momento más breve, para no caer en grave culpa.

Si sentimos indiferencia hacia lo que enseña nuestro Señor Jesucristo, ya somos declarado, desde el primer momento, dignos del castigo eterno, merecedores de los tormentos eternos. Porque no podemos decir si somos cristianos, pero vivimos como mundanos, como ateos, y pecadores impenitentes. De nada sirve haber comido y bebido con Jesús, de nada sirve anunciar a Cristo, si el corazon siempre anda metido entre vicios y pecados, entre murmuraciones, resentimientos y amarguras, con la envidia. El amor que Dios nos tiene, nos encamina siempre hacia la pureza del corazón, de los buenos pensamientos, de las obras de caridad. Vivir como vivó Cristo, imitando a la Santísima Madre de Dios.

Un cristiano no puede orar juntamente con personas de otras doctrinas humanas, que transmiten terribles herejías. El corazón que tiene a Cristo, jamás se entendían en el diablo con los impíos, paganos, herejes, mundanos, para no perder la fe. Pues esas son las consecuencias terribles, la pérdida de la fe, la pérdida de la relación con la Voluntad de Dios. 


¿Nos damos cuenta de la Palabra de Dios cuando verdaderamente nos tomamos en serio como es el amor auténtico de Dios? Pues su amor no lo malgasta con los perros y puercos.

Si nos estremecemos por las enseñanzas de Jesús, el Justo Juez, lo que debemos hacer es cambiar definitivamente, los propósitos de conversión debemos tenerlo en cuenta con mucha frecuencia. 

Hoy son numerosos los cristianos, que, sin aceptar las Sagradas Escrituras, ya dan por hecho que Dios ama a todos, sin importarle la condición. Si una persona endurece su corazón no puede aceptar la Palabra de Dios. 

Pues como he referido también, están los pecadores que detestan los propios pecados, y salen de ellos, renuncias a tantos vicios y pecados que puedan padecer; y otra clase de pecadores, de las que se atan a sus pecados y vicios, pero de entre ellos: unos no van al sacramento de la confesión y otros hacen confesiones sacrílegas, se confiesan de unos pecados, pero retienen para sí otros pecados, y cometen grave sacrilegio durante la confesión, atreviéndose a mentir al sacerdote que los confiesa. 

«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos» (Mc 2, 17). Los que están enfermos por los pecados, enfermedad espiritual, recurren a Jesús, porque buscan la sanación, obedecen a Jesús, poniendo en práctica sus enseñanzas, y el alma se va curando, pero no todos quieren recobrar la salud. 

Todo lo que me ha comentado Eugenio contiene muchos errores, pues no tiene la fuerza de la Palabra de Dios, sino son sentimientos ajenos a la vida espiritual, comentaros resentidos, amargados. Son sentimientos que tienen los que no creen en Dios. Porque creer en Dios es valerse también de consultar constantemente la Voluntad de Dios por medio de la lectura y meditación de las Santas Escrituras. 

Los cristianos que no tienen buena formación religiosa, se confunden demasiado, se imaginan que los cristianos, católicos, no tienen derecho a tener conocimiento de las Santas Escrituras, que solamente lo tienen los “testigos de Jehová” y los “protestantes”, pero ellos no son cristianos, sino herejes, sectarios, que se sirven de la Palabra de Dios, para manipular a todos los cristianos tibios e ignorantes. 

Nada discriminatorio ha habido en los comentarios con qué le he respondido con todo respeto. 

Eugenio: La lógica de Dios es necedad para muchos. No seas necio y piensa con la lógica de Dios. Y si no, cállate. Por tu bien y por el de los demás. Un abrazo en Cristo.


Aquí se ve que ha intentado decir una frase, pero como no le agrada la Palabra de Dios, lo ha adaptado en la mentalidad del hombre viejo, sin fe, tibio y torpe. 

Aunque nos mande callar porque queremos dar prueba de la verdad, que es lo que nuestro enemigo el diablo quiere que no se descubra la verdad. Pero callaremos cuando hay que callar, y hablaremos cuando es necesario por el bien de todas las almas. 

«25*Porque a “locura” de Dios es más sabia que los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que los hombres.» (1º Corintios 1,25)


* 25. Esta sabiduría la encontramos, como observa San Jerónimo, en primer lugar en la meditación y ciencia de las Sagradas Escrituras, que en medio de las tribulaciones y torbellinos del mundo conservan el equilibrio de nuestra alma. San Pablo la llama “nuestra consolación” (Romanos 15, 4).

En este texto de San Pablo, comenta Ambrosiaster: «No porque verdaderamente haya algo necio, sino considerado necio por los hombres, al tratarse de una razón espiritual y que no es congruente con la razón mundana. Esta es la razón por la que es más sabio que los hombres, ya que lo que es espiritual es más sabio que lo carnal. Porque no es lo espiritual lo que existe por lo carnal, sino que lo carnal tiene consistencia por lo espiritual. Por lo tanto, lo carnal ha sido sometido a lo espiritual…

Lo espiritual es bastante superior a la mentalidad mundana, carnal. En Dios, bien sabemos que no hay necedad, pero los hombres que no tienen fe, se imaginan ser más sabios que el Señor, incluso hoy día, los soberbios que están completamente errados en su forma de pensar. Se imaginan ser más sabios que el Señor. Los hombres terrenales no comprenden las cosas espirituales, también lo enseña San Pablo.

“la locura de Dios”, es la mentalidad del hombre sin fe, que no comprende la Palabra de Dios, porque no tiene vida espiritual, o lo ha echado a perder. Pero para el hombre que ama a Dios, sabe que en Dios no hay locura, sino muchísimo orden, mucha rectitud. 

A Jesús le acusaron de lo peor, incluso sigue sucediendo en la actualidad, y en los puestos más alto de la Jerarquía de la Iglesia, pretenden ser más sabios que Jesucristo. Y es cuando no se han dejado amar por Dios. Por eso, las insolencias, las ofensas a Jesús son aplaudidas por el infierno. 

Respecto a la lógica, son expresiones modernistas.
Es frecuente entre los cristianos, que los propios pensamientos humanos, intenten atribuirlo a Yahvé nuestro Señor, puesto que no tienen los sentimientos de Cristo Jesús. 

·        7Deje el impío sus caminos, y el malvado sus pensamientos, y vuélvase a Yahvé, que tendrá de él misericordia; a nuestro Dios, que es rico en perdones.' 8Porque no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni mis caminos son vuestros caminos, dice Yahvé. 9Cuanto son los cielos más altos que la tierra, tanto están mis caminos por encima de los vuestros, y por encima de los vuestros mis pensamientos, (Isaías, 55.7-9)

Son muchos los que estudian “teología”, pero sin la aceptación de la Tradición del Señor, son estudios humanos y cargados de errores y herejías, porque no están en comunión con la fe de la Iglesia Católica.

·        «1Yo mismo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, 2pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y este crucificado. 3También yo me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; 4mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, 5para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. 6Sabiduría, sí, hablamos entre los perfectos; pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, condenados a perecer, 7sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. 8Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido, pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. 9Sino que, como está escrito: Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman. 10Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu; pues el Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios. 11Pues, ¿quién conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre, que está dentro de él? Del mismo modo, lo íntimo de Dios lo conoce solo el Espíritu de Dios. 12Pero nosotros hemos recibido un Espíritu que no es del mundo; es el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos los dones que de Dios recibimos. 13Cuando explicamos verdades espirituales a hombres de espíritu, no las exponemos en el lenguaje que enseña el saber humano, sino en el que enseña el Espíritu. 14Pues el hombre natural no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de percibirlo, porque solo se puede juzgar con el criterio del Espíritu. 15En cambio, el hombre espiritual lo juzga todo, mientras que él no está sujeto al juicio de nadie. 16«¿Quién ha conocido la mente del Señor para poder instruirlo?». Pues bien, nosotros tenemos la mente de Cristo.» (1º Corintios 2,1-16) 

Es imposible adaptar la fe, el Evangelio según el mundo, porque de hacerlo, ya esa alma, estaría completamente aprisionada por el príncipe de este mundo

Somos cristianos, y la lógica, no es lo mío, sino crecer en la fe y en el conocimiento de Dios. 

La lógica de los hombres mundanos, que ni tienen fe ni tienen razón.  Por eso no puede abrir su corazón a las enseñanzas del Señor, sino a las expresiones modernistas, tan en enemistad con los intereses de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. 

Sobre la lógica de… es bastante frecuente en los herejes, “la lógica del Evangelio”, “La lógica de Dios” son las expresiones que el hereje Bergoglio, enseña según la medida del mundo, de las concupiscencias. Ya había dicho, que “hay que adaptar el lenguaje del Evangelio, de la fe, según el mundo”. Y muchos seguidores de Bergoglio, pone en práctica sus enseñanzas. Porque nunca han buscado de corazón a Cristo Jesús, como Eugenio, como despreciador de la Sagrada Biblia. 

Cuando las personas hablan con el lenguaje de este mundo para explicar la Palabra de Dios, es porque no tienen fe, y tienen maestros distintos a Jesucristo y a la Iglesia Católica. 


Me manda callar. ¡Bendito sea Dios!

37Y, cuando se acercaba ya a la bajada del monte de los Olivos, la multitud de los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios a grandes voces por todos los milagros que habían visto, 38diciendo: «¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en las alturas». 39Algunos fariseos de entre la gente le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos». 40Y respondiendo, dijo: «Os digo que, si estos callan, gritarán las piedras». (San Lucas , 19, 37-40)


Todo lo que sea en defensa de los intereses de Cristo Jesús, por el bien de la Iglesia Católica, para mostrar las verdades de nuestra fe, no es posible permanecer en silencio. Porque si el diablo no cesa de hacer el mal, nosotros hemos de avisar, según la disposición de nuestro corazón para con Dios. Pues un corazón acobardado, nunca busca seguir a Cristo con la cruz, sino que huyen para no sentirse perjudicado. Pero el que trabaja sinceramente para gloria de Dios, siempre es necesario, con paciencia, demostrar todo lo que el Señor quiere para la salvación de las almas. 

Aumenta el amor de Dios en nuestra propia vida, cuando ponemos en practica estas instrucciones, la paz, incluso en medio de tempestades violentas, porque hemos limpiado nuestra vida interior, y nos hemos hecho uno con Cristo Jesús. Por eso, cuando nuestra conciencia, nuestro corazón se perfecciona progresivamente, nuestras oraciones son agradables al Señor y no los rechaza. 


         « 10Pues quien desee amar la vida | y ver días buenos, | refrene su lengua del mal | y sus labios de pronunciar falsedad; 11apártese del mal | y haga el bien, | busque la paz | y corra tras ella, 12pues los ojos del Señor se fijan en los justos | y sus oídos atienden a sus ruegos; | pero el Señor hace frente a los que practican el mal. 13¿Quién os va a tratar mal si vuestro empeño es el bien? 14Pero si, además, tuvierais que sufrir por causa de la justicia, bienaventurados vosotros. Ahora bien, no les tengáis miedo ni os amedrentéis. 15Más bien, glorificad a Cristo el Señor en vuestros corazones, dispuestos siempre para dar explicación a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza, 16pero con delicadeza y con respeto, teniendo buena conciencia, para que, cuando os calumnien, queden en ridículo los que atentan contra vuestra buena conducta en Cristo. 17Pues es mejor sufrir haciendo el bien, si así lo quiere Dios, que sufrir haciendo el mal.» 1º Pedro, 3, 10-17).

A los Apóstoles le mandaron callar para que no predicasen las enseñanzas de Jesús, pero respondían que es preciso obedecer a Dios ante que a los hombres. En este caso, no puede haber obediencia a cualquiera que quiera torcer las Santas Escrituras, para satisfacer las herejías, las costumbres abominables del paganismo. Solo debemos obediencia a Dios, y a quien sabemos que están unidos con todo su corazón a Dios bendito por los siglos, obedecer a las almas que están en plena comunión con Cristo Jesús y la Tradición de la Fe Apostólica. 

Los Apóstoles anunciaron el camino de Cristo, con delicadeza y respeto, pero terminaron siendo martirizados, porque quienes no amaban a Dios, no tenían ese amor de Dios, para el Señor ni para el prójimo. La violencia de los impíos, sacrílegos, blasfemos, profanadores, transgresores de los Santos Mandamientos, no tienen amor de Dios, porque estos pecadores impenitentes, se han hecho sinagogas de demonios, casa de demonios, con sus vicios, pecados y abominaciones. No pertenecen a Dios. 

Eugenio dice: Y deja de citar tana Biblia también el demonio lo hace cuando le conviene
Eugenio: Perdón, di a una tecla, sin querer; te decía, amigo Jose Luis, que dejes de citar tanta Biblia de forma torticera. También el demonio lo hace cuando le conviene; y los testigos de Jehová, y los protestantes; pero creo que tú eres católico, por eso tienes mayor responsabilidad.

Por dos veces confirma, reafirma que deje de citar la Biblia, por dos veces me compara con el demonio, tambien con testigos de Jehová, con protestante, y no sabe que soy católico. Muchos pueden saber qué temas escribo en el Facebook, pero él no se ha enterado. Pues realmente, el Señor ha querido que sea cristiano y católico. 

Otras personas me han acusado de "modernista" de "Torquemada"

En otros sitios que aparentan ser paginas católicas, cuando he llegado a poner textos de la Sagrada Biblia, enseñanzas de Jesús, de los Apóstoles, no han gustado nada, lo han suprimido. Porque rechazan los intereses de Jesús, que siempre es un bien para todas las almas. 

Pero son muchos que con su comportamiento demuestran que no son de Dios, aunque digan que sí, pero en el fondo de su corazón, prefiere mantenerse lejos de Cristo, pues las cosas que dicen, no son propias de los hijos de Dios.

Los que somos de Cristo no nos avergüenza de testimoniar con la Palabra de Dios, pero siempre con todo el respeto, y la humildad, pero el que es del mundo, no de Dios, no soportan la Palabra de Dios. Y se desesperan. 

Cuando el bautizado estalla en ira, y dice que no le nombre más la Sagrada Biblia, es cuanto más la debemos usarla, pero siempre con amor a la verdad. Sin la fuerza de la Palabra de Dios todo argumento sería inútil. 

«14 Tú, permanece firme en lo que has aprendido y creído, ya que sabes de quiénes lo aprendiste, 15 y porque desde niño conoces la Sagrada Escritura, que puede darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús. 16 Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argumentar, para corregir y para educar en la justicia, 17 con el fin de que el hombre de Dios esté bien dispuesto, preparado para toda obra buena. » (2º Timoteo 3, 14-17)

 

Claro que el demonio también se ha atrevido a referir textos de la Palabra de Dios, pero con un propósito muy distinto. Muchos de nosotros, bautizados, cristianos, al usar la Palabra de Dios, quien mas daño sufre es el hombre viejo, que no renuncia a su vida desordenada. 

  «5Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo, y el mundo los escucha. 6Nosotros somos de Dios. El que conoce a Dios nos escucha; el que no es de Dios no nos escucha. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error. (1º Juan 4,5-6).

  Precisamente, el demonio teme que se cite la Biblia correctamente, pero yo lo hago porque estoy en Comunión con la Iglesia Santa, Apostólica, la Iglesia de Dios, ¿me acusa de demonio? Sabe Dios que no lo soy, ni tampoco soy blasfemo ni hereje. Y precisamente son acusaciones de quienes desechan la Palabra de Dios. El mundo va mal en peor. Que llama bueno a lo malo, y lo malo es bueno. 


Me manda callar, pero no puedo hacerlo. Este callarse sería como rechazar todo lo que nos enseña el Señor. Sin dar importancia la gravedad de los insultos y calumnias de Eugenio, yo no tengo que devolver mal por mal. Ha habido otros, que me llegaron a bloquear, precisamente por mi fidelidad a Cristo Jesús, al Evangelio de nuestra salvación, y por descubrir los engaños del demonio. 

Compararme con el demonio, no está nada bien, porque yo cuando hago referencia de las Sagradas Escrituras, no es para buscar mi propia gloria, siervo inútil soy, es verdad. Aquí lo que importa, es que cada uno de nosotros miremos a Jesús, abramos nuestro corazón paras escucharle, y obedecerle con prontitud. 

Son numerosos los cristianos, que se sienten terriblemente incómodos, por aquellas enseñanzas de la Palabra de Dios, los ha habido que me decía, “si te veo por la calle, “te estampo la cara contra la pared”. De tiempo en tiempo, las amenazas no terminan, las agresiones aparecen de vez en cuando. Porque no soportan a Cristo Jesús. No soportan la Sagrada Biblia. Y el diablo se revuelve furiosamente. 

No me ha molestado que me echara en cara para que me calle, por mi fidelidad a Cristo Jesús y a la Iglesia Santa de Dios, ¿Por qué me mandó callar? Quien no tiene a Dios, (por sus frutos se les conocen) no soportan nada del Señor, tambien lo explica San Pablo:

 «1En la presencia de Dios y de Cristo Jesús, que va a juzgar a vivos y muertos, por su manifestación y por su reino, te advierto seriamente: 2predica la palabra, insiste con ocasión y sin ella, reprende, reprocha y exhorta siempre con toda paciencia y doctrina. 3Pues vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a la medida de sus pasiones para halagarse el oído. 4Cerrarán sus oídos a la verdad y se volverán a los mitos.»  (2º Timoteo,4 1-4).


Esa es la realidad, que muchos cristianos no soportan la Palabra de Dios. Hay voces que dicen que es preciso dialogar, cuando el Señor lo que quiere es otro camino que no es el dialogo, y para eso, necesitamos aprender primero, todo lo que el Señor y la Santa Iglesia Católica nos pide, para bien de todos. 
 
Todos los cristianos debemos sentir esto mismo, anunciar al Señor, lo hacemos conforme a nuestra vocación, la que el Señor nos ha dado, para que demos frutos espirituales, para la vida eterna, para nosotros y para todos los que quieran aceptarlo, sin entrar en discusiones con nadie. 

En los primeros comentarios, cuando yo no cité textos bíblicos, la conversación parecía comprensible, que estaba tranquilo.

Pero vayamos con aquello que algunos se empeñan en que Dios ama a todos por igual.


«3 Al cabo de algún tiempo Caín ofreció al Señor frutos del campo; 4 y Abel por su parte, los primogénitos y la grasa de su ganado. El Señor miró complacido a Abel y su ofrenda, 5 pero no a Caín y a la suya. Por esto, Caín se irritó en gran manera y andaba cabizbajo. 6Entonces dijo el Señor a Caín:
—Por qué andas irritado? ¿Por qué andas cabizbajo? 7¿No llevarías el rostro en alto si obraras bien? Pero si no obras bien, el pecado acecha a la puerta; no obstante, tú podrás dominarlo.»  (Génesis, 5, 3-7)

Dios amó más a Abel, porque fue generoso con Dios, pero Caín, no se portó nada bien. Caín si hubiera obedecido a Dios, preparando su corazón, con la humildad, la mansedumbre, el demonio no habría entrado en su vida. Porque cuando el alma es más humilde, más ama al Señor, si no hay humildad, el corazón se llega a convertir en guarida de demonios, por la soberbia, que es madre de todos los vicios y pecados. Un corazón que se convierte en sinagoga de demonios, ahí no está el Amor de Dios.
Eugenio me había respondido

. ¡Qué atrevimiento, amigo mío, decir que Dios ama con amor medido y no ilimitado, con amor de transación (yo te amo solo si tú me amas) y no con amor de gratuidad, el amor que da la gracia, el amor infinito que nos tiene como se demuestra en la cruz. ¡Qué enormidad de bñasfemia, amigo mío, negar la santa cruz, el amor del mismo Dios por todos los hombres, no para unos pocos.


Seguramente, lo habrá dicho por esto, que ha tenido ocasión de leerlo: «yo amo a los que me aman, | los que madrugan por mí me encuentran; » (Proverbios 8, 17). Y también de otros textos de la Palabra de Dios, no ha podido soportarlo. 


El sol brilla con la misma intensidad a buenos y malos

A los malos, a los pecadores impenitentes, por mucho que le alumbre el sol, siempre su vida andará en tinieblas, por los pecados y vicios. 


El sol alumbra incluso a los cementerios, y si hay cadáveres en los desiertos, también el sol le alumbra, pero el cadaver no camina, no tiene vida. Asi mismo, Dios reparte las gracias a todos los humanos vivos, pero no todos viven conforme a la vida espiritual, la la fe, y todo lo que nos enseña Jesús y la Iglesia Católica.  


En un tiempo primaveral, y el verano sobre todo, el sol alumbra a todos, pero si uno quiere mantenerse escondido en una habitación completamente a oscura, no puede recibir los rayos del sol. La luz solar solamente a nadie puede iluminar interiormente, pero los fieles tienen la gracia de Dios, que por una parte, el sol ilumina su persona, pero los justos salen ganando, porque tambien es iluminado interiormente por la Gracia de Dios, por su amistad con Cristo Jesús. 

El Señor no ofrece su gracia a aquellos que saben que no quieren cambiar para mejor. 

«Los que, por desidia, hacen inútiles los bienes recibidos de Dios o los convierten en perdición suya, demuestran con ello que son indignos de ser beneficiados en el futuro» [Fray Luis de León]. Esta frase la escribí cuando durante el pontificado de Juan Pablo II, de vez en cuando en el teletexto de la televisión, ponían frases espirituales. 

Sí, El Señor hace llover sobre buenos y malos, sobre justos y pecadores. Pero son los justos que aprovechan muy bien tanto el sol para seguir creciendo en la fe. Pero si quien recibe los rayos del sol, es un cadáver, seguirá pudriéndose. Las almas en gracia de Dios, pueden salir adelante con las lluvias de la gracia de Dios, los pecadores que salen de la muerte de sus vicios y pecados, volviendo al Señor, con el arrepentimiento de sus pecados, comienzan una vida nueva. 

Los malvados, los pecadores impenitentes, a los desagradecidos, tambien son beneficiados por las lluvias, pero no reconocen, incluso siguen combatiendo contra Dios. El Señor siempre es bueno con todos, pero el que no se convierte, termina en condenación eterna. 

¡Qué enormidad de bñasfemia, amigo mío, negar la santa cruz, el amor del mismo Dios por todos los hombres, no para unos pocos.

He dejado la ortografía de Eugenio sin corregir, porque los nervios, la ira, causan malas pasadas. 


El pobre Eugenio, está con los nervios que no puede más, pues citando los textos bíblicos, en la primera parte, no llegó a aceptarlo, es que no quiere.
Luego, tampoco yo nunca he negado la cruz, ha sido una invención suya, con ira, se nota en el comentario. La amargura del corazón no puede ayudar a comprender la belleza del Amor de Dios. 


Supongamos que yo le invito, «compruébalo con las Sagradas Escrituras». Ya hemos leído la respuesta que no quiere para nada que se le cite la Sagrada Biblia. Católicos ignorantes y no reconocer la miseria, siempre van de mal en peor. 


Si yo he aprendido por la Palabra de Dios, que no todos los hombres son amados de la misma manera, es así. No es una interpretación personal, sino que reflexionando sobre ello, nos damos cuenta, y también lo llegaron a comprender los santos y santas, y hablaron de ello, como San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia. 


Tiene todo este conocimiento, rechazando las enseñanzas de Dios, se comprende, que tampoco le es grato las enseñanzas de los Padres de la Iglesia, solo opina y opina, sin la ayuda del conocimiento e Dios. 


El amor de Dios es infinito, para los que viven en gracia de Dios. Todos los que observan fielmente los mandamientos de Dios, ese amor que recibe de Dios, aumenta. 

Es el ser humano quien pone límite a Dios, a su amor. El hombre no quiere ser amado por Dios, por eso se entregan a las concupiscencias. A propósito, dice San Juan. 

X15*No améis al mundo ni las cosas que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 16*Porque todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida, no es del Padre sino del mundo. 17Y el mundo, con su concupiscencia, pasa, más el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.» (1º San Juan, 2,15-17).   


* 15. San Juan desenvuelve aquí, con toda su grave trascendencia, la terminante enseñanza de Jesús (Mateo 6, 24 y nota; cf. Santiago 4, 4), Sorprende que la Escritura sea siempre más severa con el mundo que con el pecador: es porque éste no presume ser bueno, mientras que aquél sí reclama una patente de honorabilidad, pues, con la habilidad consumada de su jefe (Juan 14, 30), reviste el mal con apariencia de bien (II Timoteo 3, 5). Y aunque carece de todo espíritu sobrenatural (Juan 14, 17; I Corintios 2, 14), finge tenerlo (Mateo 15, 8) cultivando la gnosis (cf. II Juan 9; III Juan 11 y notas; Colosenses 2, 8) y la prudencia de la carne, que es muerte (Romanos 8, 6). Refiriéndose al v, 16 decía un predicador: “No os llamo pecadores, os llamo mundanos que es mucho peor, porque a todas las concupiscencias el mundo junta, como dice San Juan, la soberbia que, lejos de toda contrición, está satisfecha de sí misma y aún cree merecer el elogio, que os prodigan otros tan mundanos como vosotros.”
* 16. La concupiscencia de la carne es la de los sentidos, que es enemiga del espíritu (Gálatas 5, 16-25; I Corintios 2, 14); la concupiscencia de los ojos: es decir, el lujo insaciable y la avaricia que es idolatría (Efesios 5, 5; Colosenses 3, 5), pues ponemos en las cosas el corazón, que pertenece a Dios (Santiago 4, 4); la soberbia de la vida, o sea, amor de los honores aquí abajo. Esta es la más perversa porque justifica las otras y ambiciona la gloria, usurpando lo que sólo a Dios corresponde (Juan 5, 44; Salmo 148, 13 …).



Hemos de convencernos que el Señor siempre tiene compasión de todos los pecadores, cuando estos ya comienzan a dar los pasos para su conversión, el Señor le anima, pero si cae, siempre se encuentra allí, para ayudarle a levantarle, porque quiere sanar su vida, quiere renunciar el pecado, y siempre acude a la Santa Madre Iglesia, pero es reducido el número de los que desean arrepentirse de corazón de todas las maldades. 

Ha habido quien me decía: “no quiero que reces por mí”, este ejemplo es de quien ha renunciado al amor de Dios. O de otros, que van a misa. Como tal persona, que hace muchos años que vi, conocido por la asistencia a las misas. Salía yo de una iglesia, unas calles de distancia, había un cine. Esa persona entró para ver una película, no sabía que clase de película, quise saberlo, miré el cartel, y era una película muy sucia, inmoral, luego vi que esa persona, estaba comprando la entrada para ver la película. Ya no se le vio más en la misa. Días después leo una noticia en un periódico, que habían encontrado a un hombre muerto mientras veía tal película. Esto sucedió durante el Pontificado de Juan Pablo II. Nadie puede engañar a Dios, Él sabe quien le ama de verdad, y quien finge ante el mundo, un amor a Dios, una piedad fingida. Dios lo sabe todo.

Cuando el fiel cristiano ama a Dios, no tiene aficiones terrenales, porque es necesario que todo el corazón sea del todo para Dios, y nada para el mundo. Un corazón que se preocupa de los asuntos terrenales, como la política, el mundo deportivo, las diversiones, se está cerrando a la luz del sol, a las gracias de Dios. Mientras haya desordenes en el propio corazón, no es posible, hasta que punto se puede amar a Dios, o no amarle. Por tanto, Dios no puede amar a todos por igual.

Me he encontrado con personas, en mi entorno, que me decían: “yo soy más cristiano, que tú, amo más a Dios que tu”, y lo decía con tanto enojo. Y es una pena, porque el amor que decían tener, se les han convertido en abandonar a la Iglesia, en rebelarse contra los mandamientos de Dios. Es muy peligroso para el alma, presumir ante otros, “soy más importante que tú”.

Muchos de nosotros nos alegramos que haya persona que realmente han llegado a amar intensamente a Dios, como San Antonio de Padua, San Francisco de Asís, San Pío de Pietrelcina, Santa Clara de Asís, Santa Teresa de Jesús, San Agustín, San Juan Crisóstomo, San Jerónimo, San Isidoro de Sevilla, y muchísimos más. Nos admiramos y aprendemos de sus sabias enseñanzas. Y no hay envidia en nuestros corazones.    

·        « No améis al mundo ni las cosas que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. »  
(1º San Juan, 2,15). 
                                                        
Ahí está el engaño del diablo, en poner límite al amor de Dios, ¿Nos hemos dado cuenta que es el ser humano quien pone límite, incluso la negación total del amor de Dios? Todos los cristianos, si tienen intereses terrenales, espiritualmente están muertos. Pues el amor al mundo, es aceptar también todo lo que es doctrina humana, ninguna tiene relación con los intereses de Cristo Jesús. 
Los que aman a Dios son amados de Dios, precisamente, porque renuncian la medida del hombre viejo, renuncian a la corrupción del mundo, obedecen a los Santos Mandamientos, preceptos, normas del Señor. 

Hace años, por el tiempo del Pontificado de Juan Pablo II, entré en un establecimiento, para comprar un reloj a mi madre, el vendedor mediría como dos metros. Le preguntaba, había bastante calma en el ambiente, pero cuando comencé a hablar sobre Jesucristo, el Evangelio, hablar de Dios, repentinamente, le dio un temblor por todo su cuerpo, y estalló en ira. Le dio por blasfemar, decir barbaridades. Me marché sin comprar nada. Era como una posesión diabólica que padeció esa persona. Mientras me marchaba seguía arrojando su veneno. La ira, la soberbia, el orgullo, son obstáculos para recibir el amor de Dios. Estos pecados arrastran a otros. No es posible continuar conversando con quienes odian a Dios. Y es que para los malvados no hay paz verdadera. Pueden aparentarlo, pero no tienen el amor de Dios, porque al final se descubre lo que hay en su corazón. Todo el que no es de Dios, siempre desecha la Palabra de Dios. Puede aparentar ser cristiano, amable, pero no dura mucho tiempo su amabilidad. ¡Menudas palabras que llegan a soltar contra el prójimo!

Amar a Dios debe significar que el alma está guardando, poniendo en práctica las enseñanzas de Yahvé nuestro amado Padre y de nuestro Señor Jesucristo. Pero si uno comienza a desvariar, como poseso, que no l hable de Dios, que no le muestre nada de las Santas Escrituras, en ese corazón no está el amor de Dios.

Hace algunos años, un sacerdote por Internet, me decía, “no quiero que me pongas ninguna cita de los santos”, y es que le estaba explicando que esas diversiones, los bailes arrastraba a la vida del pecado, y no le obedecí, pues era importante que se mostrase dónde estaba la verdad. Eran textos de varios santos. Pero no los soportó. Me dijo un día que no le agradaba San Alfonso María de Ligorio, que es obispo, doctor de la Iglesia Católica, patrono de los moralistas, recomendado por el Papa Benedicto XVI.

Son muchos los que se “consagran” a Cristo, pero no le obedecen, no aman a Cristo. 

  • «Vosotros sois hijos del diablo, y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él fue homicida desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay nada de verdad en él. Cuando profiere la mentira, habla de lo propio, porque él es mentiroso y padre de la mentira. Y a Mí porque os digo la verdad, no me creéis.  ¿Quién de vosotros puede acusarme de pecado? Y entonces; si digo la verdad, ¿por qué no me creéis? El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; por eso no la escucháis vosotros, porque no sois de Dios.» (San Juan 8, 44-47).

El que no es de Dios, se declara como hijo del diablo. Por sus frutos les conoceréis. 


  • Oráculo. Palabra de Yahvé a Israel por medio de Malaquías: Yo os he amado, dice Yahvé, y vosotros decís: ¿En qué nos has amado? ¿Esaú no es hermano de Jacob? oráculo de Yahvé; sin embargo, he amado a Jacob' y he detestado a Esaú, y he hecho de sus montañas campo de devastación, y de su heredad, pastizales de desierto. (Malaquías 1, 1-3).
Cuando leemos ordenadamente este pasaje de la Sagrada Biblia y con la ayuda de los Padre de la Iglesia, se comprende bien, por qué Dios no amaba a Esaú. Son muchos que no se dejan amar por el Señor,  los transgresores de los Santos Mandamientos.

Es el ser humano el único responsable de que el amor de Dios, no entre en su vida. Es el único culpable de sus todas las desgracias que provoca. Porque Dios es bueno y compasivo.

El amor de Dios es ordenado, es perfectísimo, en todas sus criaturas. Pero sabemos las consecuencias, cuando atentamente meditamos las Santas Escrituras.

Hemos visto que Caín no se dejó amar por Dios y mató a su hermano Abel. Dios no ama a los criminales. Aborreció también a Esaú, porque no obró con la justicia de Dios

  • Ved que se acerca el día de Yahvé, y cruel, con cólera y furor ardiente, para hacer de la tierra un desierto y exterminar a los pecadores. Las estrellas del cielo y sus luceros no darán su luz; el sol se esconderá en naciendo [El sol desde la aurora se oscurece], y la luna no hará brillar su luz.' Yo castigaré al mundo por sus crímenes, y a los malvados por sus iniquidades. Yo haré cesar la insolencia de los soberbios y abatiré la altivez de los opresores. Yo haré que sean los hombres más escasos que el oro fino, más que el oro de Ofir. Yo haré estremecer a los cielos» (Isaías 13, 9-12)


Una gran multitud de bautizados no quieren saber nada de la Biblia porque no quieren renunciar a sus vicios y pecados. Son ciegos incurables. Pretenden ganar el cielo permaneciendo en sus vicios y tantas maldades. “Dios me ama tal como soy; tal como eres”. Pero Dios los ha rechazado. Los cristianos al no poner atención a la Palabra de Dios, se escandalizan mucho,

Los que no aceptan las enseñanzas de Jesús, se sirven de ella, que “Dios los perdona porque no saben lo que hacen”. Son irreflexivos y torpes de entendimiento.


Sí, es muy importante, necesario que los pecadores que hay en el mundo, desaparezcan para siempre, son todos unos estorbos, no sirven para nada. Pues desobedecen continuamente los divinos mandamientos de Dios.

Pero el Señor se acuerda del humilde, y no perece en el castigo. Quedarán pocos hombres, los pecadores obstinados, impenitentes, pueden tener ahora apariencia humana, pero no tienen en nada semejanza con Dios, porque se hacen uno con el pecado, no se arrepienten para ser salvados.


  • Como el Padre me amó, así os he amado yo. Permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he dicho esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea completa. Éste es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; a vosotros, en cambio, os he llamado amigos, porque todo lo que oí de mi Padre os lo he hecho conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca, para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Esto os mando: que os améis los unos a los otros. » (San Juan 15, 9-17)


¿Nos hemos dado cuenta? Sí que pone condiciones. Y es que hay por ahí, que se empeñan: “Dios te ama sin condiciones”. Estas condiciones las tenemos en todos los santos mandamientos, preceptos, de Dios a Moisés y a los santos profetas que se nos ha dado. En primer lugar, era para el pueblo israelita, ya el amor de Dios a sus criaturas, como humanos también podemos disfrutar de los mandamientos divinos.

¿Será verdad como algunos piensan, que Dios ame intensamente al alma que hace daño a su prójimo? Pues eso es lo que afirman muchos, que Dios ama a todos por igual. Y estamos viendo que no es así,

Si alguno dice: “Yo amo a Dios”, y odia a su hermano, es un mentiroso, pues el que no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios, a quien nunca ha visto. Y éste es el mandamiento que tenemos de Él: que quien ama a Dios ame también a su hermano. (1º Juan 4,20-21). Tanto si un niño como un adulto, comete un robo, un crimen, cualquier maldad, no es por el amor de Dios, porque la maldad no viene del Señor, sino del rechazo al Amor de Dios.

La Palabra de Dios, hay muchas cosas que se entienden fácilmente, siempre que el corazón esté bien dispuesto, y no combatir contra la verdad.  

Cuando nuestro amor a Dios es sincero, siempre, desde Cristo sabemos amar al hermano. Amarás a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo. Desearemos todo el bien espiritual para nuestros hermanos. Incluso rogamos por la conversión de nuestros perseguidores. Pero solo apenas unos pocos llegan a convertirse.

  • · El auténtico amor a Jesucristo lleva consigo el esfuerzo por guardar los mandamientos divinos y, ante todo, el mandato del amor fraterno a la medida de la cruz de Cristo. La exigencia de estos mandamientos no es ya el temor, sino el amor: es la respuesta a Dios que nos ha amado primero, y nos ha mostrado su amor en la cruz de Jesús. La amistad de Cristo con el cristiano, que el Señor manifiesta de modo particular en este pasaje, le llevaba a decir a San Juan de la Cruz: «Llámale Amado para más moverle e inclinarle a su ruego, porque, cuando Dios es amado, con grande facilidad acude a las peticiones de su amante. (...) De donde entonces le puede el alma de verdad llamar Amado, cuando ella está entera con él, no teniendo su corazón asido a alguna cosa fuera de él; y así, de ordinario trae su pensamiento en él» (Cántico espiritual 1,13). Sagrada Biblia, Eunsa, Nuevo Testamento)


Y como Dios nos ha amado primero, no tenemos derecho a devolver ingratitud, infidelidad, rechazo, negligencia a Dios. Es tanto el amor que Dios nos tiene, que nuestra medida, no debe estancarse, sino seguir aumentando a todas horas, todos los días.

Nos ama si guardamos sus santos mandamientos, todos, sus normas, reglas, ¡todo!, pero no somos oprimidos ni nos ahogamos por obedecer, por el contrario, somos verdaderamente libres.

¿Sin guardar los mandamientos podemos alcanzar el amor de Dios y nuestra salvación? Pues los insensatos están convencidos que sí. Pero ellos no hablan con verdad, y prefieren el engaño, y con plena consciencia, ya que discriminan las Sagradas Escrituras, es decir, que las desprecian.

  • «Porque Yahvé os amó y porque ha querido cumplir el juramento que hizo a vuestros padres, os ha sacado de Egipto Yahvé con mano poderosa, redimiéndoos de la casa de la servidumbre, de la mano del faraón, rey de Egipto. Has de saber, pues, que Yahvé, tu Dios, es Dios fiel, que guarda la alianza y la misericordia hasta mil generaciones a los que le aman y guardan sus mandamientos;' pero retribuye en cara al que le aborrece, destruyéndole; no tarda en darle en cara su merecido» (Deuteronomio 7, 8-10).


La práctica de los Santos mandamientos son requisitos de que el amor de Dios ha entrado en nuestro corazón. Porque no es suficiente las devociones, la oración, las misas si no se ama al prójimo como hermano en Cristo Jesús. Los que hacen la Voluntad de Dios, son verdaderamente hermanos de Jesucristo, 


21*No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22*Aquel día muchos dirán: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?”. 23*Entonces yo les declararé: “Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad”. 24El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. 25Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. 26El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. 27Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande». (San Mateo 7, 24-27)




* 21. Entendamos bien lo que significa hacer su voluntad. Si buscamos, por ejemplo, que un hombre no le robe a otro, para que la sociedad ande bien, y no para que se cumpla la voluntad de Dios, no podemos decir que nuestra actitud es cristiana. Ese descuido de la fe sobrenatural nos muestra que hay una manera atea de cumplir los mandamientos sin rendir a Dios el homenaje de reconocimiento y obediencia, que es lo que Él exige. ¡Cuántas veces los hombres que el mundo llama honrados, suelen cumplir uno u otro precepto moral por puras razones humanas sin darse cuenta de que el primero y mayor de los mandamientos es amar a Dios con todo nuestro ser!
* 22. En aquel día: el día del juicio, llamado también “el día del Señor”, “el día grande”, “día de Cristo”, “día de ira”. Cf. Salmo 117, 24; Isaías 2, 12; Ezequiel 30, 3 y notas; Joel 1, 15; Abdías 15; Sofonías 1, 7; Romanos 2, 5; I Corintios 3, 13; II Corintios 1, 14; Filipenses 1, 6 y 10; II Pedro 3, 12; Judas 6.


* 23. Terribles advertencias para los que se glorían de ser cristianos y no viven la doctrina de Jesucristo. Véase Jeremías 14, 14 ss., donde el profeta de Dios habla contra los falsos profetas y sacerdotes que abusan del nombre del Señor.

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También he colocado aquí estas palabras de San Juan Crisóstomo, que hemos leído más arriba.



  • De ahí la terrible palabra que el Señor les dirige: Jamás os he conocido. Y es así que a muchos los aborrece el Señor ya desde esta vida y antes del juicio ya son condenados. Temamos, pues, carísimos, y pongamos todo cuidado en nuestra vida. No pensemos que perdemos nada porque ahora no hagamos milagros.  Como ahora no perdemos nada de no hacerlos, tampoco en el juicio llevaríamos ventaja alguna por haberlos hecho. (San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio de San Mateo, Homilía 24, 1-2, BAC Madrid 1955, pág.498-504)

Y hemos de temer, porque no sabemos que nos puede suceder el día de mañana, si nos descuidamos en la caridad, en la humildad, en la obediencia a Dios. No cometamos algo que pueda ser una desgracia eterna.



Esto es uno de los textos que nos confirman, que los que están fuera de la Iglesia Católica, Apostólica, no son nuestros hermanos, “hermanos separados”, porque si un cristiano se considera hermano de los protestantes, de los musulmanes, judíos, ateos, etc. No pertenecen a Cristo, no los ama. El que el cristiano se convence que los protestantes son hermanos suyos, claramente demuestra su enemistad con Cristo, por tanto, ya no está cumpliendo la voluntad de Dios, y el amor de Dios tampoco les alcanza a su corazón. También, así como los que quien ha recibido el sacramento del Bautismo, lleva una vida alejada de los mandamientos, pero que no busca la conversión del corazón, si Cristo no los consideraba hermanos, tampoco nosotros debemos considerar a los rebeldes como nuestros hermanos. Pero en la medida de lo posible, siempre que esté de nuestra mano, hay que corregirle para que vuelvan a Cristo. Perdonar siempre se ha de perdonar, pero el número de corrección está establecido por la Palabra de Dios. La corrección es necesaria para no hacernos cómplices del pecado ajeno:


15Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. 16Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. 17Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano». (San Mateo 18, 15-17). Es necesario que todos sigamos estos pasos. 


Pero ¿Hacer entonces, si el hermano no quiere corregirse, y llega a insultar y maldecir? No vamos a perder los nervios, no vamos a entrar en confrontación, ni en discusiones que solo puede satisfacer al diablo enemigo. San Pablo nos exhorta: «9Evita disquisiciones estúpidas, genealogías, polémicas y disputas sobre la ley, ya que son inútiles y vanas. 10Huye del que es sectario después de haberlo amonestado una o dos veces, 11sabiendo que es un pervertido, un pecador y que es él quien se condena a sí mismo.» (Tito, 3, 9-11)
Y es que advertirle del error más de dos veces, deja claro que no querrá corregirse, por tanto, se le rechaza. 

14Esto es lo que has de recordar, advirtiéndoles seriamente delante de Dios que no discutan sobre palabras; no sirve para nada y es funesto para los oyentes. 15Procura con toda diligencia presentarte ante Dios como digno de aprobación, como un obrero que no tiene de qué avergonzarse, que imparte con rectitud la palabra de la verdad. 16Evita las charlatanerías profanas, pues conducen a una impiedad cada vez mayor, 17y su palabra se propagará con efectos tan corrosivos como la gangrena. Entre ellos están Himeneo y Fileto, 18los cuales se desviaron de la verdad al decir que la resurrección ya ha acontecido, y trastornan la fe de algunos. 19Mas el sólido fundamento de Dios ha permanecido firme, teniendo este sello: «El Señor conoció a los que son suyos» y «Aléjese de la iniquidad todo el que invoca el nombre del Señor». (2º Timoteo 2,14-19)

Esta carta también se extiende a cada uno de nosotros, al menos es lo que estoy convencido para mí. Evitar las cuestiones profanas, vulgares, toda palabrería, que es inútil para seguir a Cristo. Pues son los frutos del árbol, por la obediencia, a la Palabra de Dios, seguimos todas estas enseñanzas, para no apagar el amor de Dios en nosotros. 

Rechazar la Sagrada Biblia es rechazar todo el amor que Dios podría tener para nosotros. 

¡Nosotros hemos creído en el amor que Dios nos tiene!” (1 Jn 4,16). Pues creer que Dios nos ama, es poner en práctica todo lo que nos manda, son condiciones que nos hace completamente libres. 

Precisamente, por ese cambio en nuestro corazón, que con su llamada a la conversión, nos hemos renunciado a nuestra antigua vida del hombre viejo, despreciando las concupiscencias, para ser criaturas nuevas en Cristo Jesús. 


·        «Volví mi rostro al Señor, Dios, buscándole en oración y plegaria, en ayuno, saco y ceniza, y oré a Yahvé mi Dios, y le hice esta confesión: Señor, Dios grande y temible, que guarda la alianza y la misericordia con los que te aman y cumplen tus mandamientos» (Daniel, 9,4)·       


«Tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni principados, ni presente ni futuro, ni los poderes espirituales, ni altura ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor» (Rm. 8,37-39).

Estoy convencido de aún todavía habrá muchos que no llegan a comprender, la verdad, y se atarán al error de que “tal como somos”, sin hacer penitencia, en tibieza, mundano, soberbio, y tantos otros vicios y pecados, serán amado por el Señor, porque no quieren creer en Dios.

  •  · San Juan de la Cruz, Doctor de la Iglesia: «Al final de la vida solo te examinarán del amor. Aprende a amar como Dios quiere ser amado, deja tu condición » (Obras completas: Dichos de luz y amor, 59. página 48. BAC. 1982).

Y hasta aquí he llegado por el momento. Doy gracias a Dios porque siempre nos ayuda a todos a comprender la verdad, desde la medida de Cristo Jesús. Es importante la oración que no debe faltar en nuestra vida, nuestra relación con el Señor se ha de ir purificando cada vez con más perfección, y es Señor que todo lo hace posible.

Cuando nosotros vamos a la Santa Misa, ponemos atención, tenemos recogimiento interior, en la oración, meditamos, gracias al amor que Dios nos tiene. Para que Dios nos ame, necesario es negarnos a nosotros mismo, nuestra condición, el que somos.

Estábamos nosotros envueltos en el pecado, cuando vino el Señor, a buscarnos, para ofrecernos su amor, y que aprendiésemos a amar como Dios quiere. 


Llegado hasta aquí, que no es el final, sino que con la ayuda del Señor, habrá otras reflexiones. Pero es importante, para alcanzar el amor de Dios, que seamos completamente fieles a Jesucristo, e ir perfeccionando nuestra vocación. Porque al final de nuestra vida, seremos juzgados por el amor que nos salvará, y nos llevará el Señor a su Reino de Vida eterna.