jueves, 22 de noviembre de 2018

Beata Ana Catalina Emmerick. Capítulo XXV, visiones del anticristo y triunfo de la Iglesia (partes 12-16)

Jorge Mario Bergoglio no está convencido de que la fe de la Iglesia, sea la auténtica, y es extraño, se viste de Papa, pero sus acciones, sus palabras, gestos, son profanos, sin ser una persona espiritual, con errores muy graves habla de temas espirituales. Ha disuelto comunidades que se aferran a la Tradición espiritual de los Santos Apóstoles, que es la Tradición del Señor. 

No se siente unido a la fe de la Iglesia Católica, por eso, han salido algunas declaraciones parecidas, pero con una misma intención, que no quiere convertir a nadie a la fe de la Iglesia Católica, porque cada cual debe permanecer en paz, incluso fuera de la Iglesia Santa de Dios. 





Jesús llama a todos, pero no para que se mantengan fuera de la Iglesia. Y llama a todos a la Iglesia, para que haya un solo rebaño, un solo Pastor, los que son de Cristo, viven en la misma fe de la Iglesia Católica. 

Estar en la Iglesia es trabajar por el Reino de Dios, es la Palabra de Dios que nos ayuda que debemos hacer en cada momento, y la fe de la verdadera Iglesia Santa de Dios. 

El Señor es el único que puede caminar sobre las aguas del mar, si Pedro salió de la barca, a punto estaba de perecer. Los que están fuera de la Iglesia católica, no puede vivir tranquilamente, porque se hunde en el mar. Por eso, fuera de la Iglesia no hay salvación es una realidad que viene de las Sagradas Escrituras. Todo el que busca a Jesús termina convirtiéndose a la fe de la Iglesia Católica. Pero también es muy necesario para nosotros, que dentro de la Iglesia, tengamos fe, y eso nos ayuda a romper con todos los lazos del mundo, del demonio, de las concupiscencias, y crecer más en la fe y en el amor a Dios.

Si con toda certeza, guiándonos siempre por las Santas Escrituras, fuera de la Iglesia no puede haber salvación para nadie, tampoco habrá paz ni verdadera alegría.


Estos son los temas de hoy, que también seguiré añadiendo otras reflexiones.


  • 12. Las abominaciones de la francmasonería 
  • 13. Los trabajos de las sectas (Fiesta de la Candelaria)
  • 14. Visión de la época del Anticristo.
  • 15. Ve los estragos que causan los enemigos a la Iglesia los enemigos de la Iglesia y la futura restauración por medio de María (Pascua de 1820)
  • 16. Las llagas del Señor derraman bendiciones sobre la Iglesia y el mundo.




  • [No estoy interesado en convertir a los Evangélicos al Catolicismo. Quiero que la gente encuentre a Jesús en su propia comunidad. Hay tantas doctrinas en las cuales nunca estaremos de acuerdo. No gastemos nuestro tiempo en ellas. Más bien, tratemos de mostrar el amor de Jesús]  *[Según lo cita textualmente Brian C. Stiller (a la derecha del Papa en la imagen), Embajador Global de la Alianza Mundial Evangélica, en su recuento, Jul-09-2014, de un reciente almuerzo con el Pontífice del cual fue partícipe. Traducción de Secretum Meum Mihi] Visto en SMM, 12-Jul-2014.)  (Del blog católico: La Verdad permanece)


En el amor de Jesús, no se puede encontrar en otras comunidades que no tienen relación con la Tradición Apostólica. Jesús sigue llamando, si alguien le escucha, se convierte y se hace hijo, hija de la Iglesia Catolica por medio del sacramento del Bautismo. «Y si algunos, entonces os dice: “El Mesías está aquí o allí”, no le creáis, porque surgirán falsos mesías y falsos profetas, y harán signos portentosos para engañar, si fuera posible a los mismos elegidos. Os lo he prevenido» (Mt 24,23-25). Jesús nos ha dicho antes que sucediera para que no seamos engañados por los pérfidos lobos rapaces, que no seamos engañados por los "profetas de prosperidad" que buscan la ruina de las almas. 


12. Las abominaciones de la francmasonería (*)
(*) El Papa Pío VII condenó la secta secreta de los Carbonarios, nombre con que se designaban los masones en Italia, el 13 de septiembre de 1821

Esta iglesia maldita era pura inmundicia, es la vaciedad y las tinieblas
. Casi ninguno de los suyos conoce las tinieblas en las cuales trabaja. Todo es en ella vana oscuridad; sus escarpados muros nada contienen; el altar que usan, es una silla. En una mesa hay una calavera cubierta, entre dos luces; a veces la descubren. En sus “consagraciones” echan mano a dagas desnudas. Aquí está el mal sin mezcla de bien; ésta es la comunión de la gente «non sancta». Yo no puedo declarar con palabras cuán abominables son, y cuán perniciosos y vanos los intentos de esta asociación, desconocidos en gran parte por sus mismos adeptos. Quieren hacerse todos un solo cuerpo con algo que no es Jesucristo. Habiendo yo apartado a uno de ellos, se llenaron de furor contra mí. Cuando la ciencia se divorció de la fe, surgió esta iglesia sin Salvador, sin creencia; esta comunión de «santos» sin fe; la contraiglesia, cuyo centro es la maldad, el error, la mentira, la hipocresía, la flaqueza y la astucia. Nació así un cuerpo, una comunidad fuera del cuerpo de Jesucristo, o sea, fuera de la Iglesia; una iglesia falsa sin Salvador, cuyo misterio es no tener misterio alguno, distinta en cada lugar, temporal, infinita, cortesana, egoísta, dañosa y que a pesar de las obras buenas de que se precia, conduce finalmente al abismo de la miseria. El mayor peligro que ofrece en su aparente innocuidad. En todas partes hacen y desean cosas diferentes; en muchas obran sigilosamente; en otras preparan ruinas sin que sean conocidos, sino de pocos, sus malvados planes. Así coinciden todos con sus obras en un centro que es el mal, y obran y trabajan fuera de Cristo, porque en Él únicamente es santificada toda vida y fuera de cuyo reino toda obra es trabajo que permanece en la muerte y en el demonio.


13. Los trabajos de las sectas
(Fiesta de la Candelaria)


En estos días he visto muchas maravillas de la Iglesia. La Iglesia de San Pedro estaba casi destruida por las sectas; pero los trabajos de éstas fueron aniquilados y todas sus pertenencias, mandiles y utensilios, quemados en un lugar inmundo por la mano del verdugo. Había allí pelo de caballo que exhalaba tal hedor, que me causó mucho daño. En esta visión se me presentó la Madre de Dios ejercitando su poder en favor de la Iglesia. Desde entonces mi devoción a María es cada vez mayor.



14. Visión de la época del Anticristo. 


   Después de haber visto la cesación del santo sacrificio de la Misa, en la época del Anticristo (Y desde el tiempo en que fuere quitado el Sacrificio Perpetuo y fuere entronizada la abominación de la desolación, pasarán mil doscientos días [Daniel XII,11 )

   He visto un gran cuadro eclesiástico, pero no soy capaz de reproducir todo el conjunto. He visto la Iglesia de San Pedro y en torno de ella muchos campos, jardines, vecindades y bosques. He visto a muchas personas contemporáneas nuestras de todas las partes del mundo y muchísimas otras que conozco personalmente o por medio de las visiones, que entraban en la Iglesia, y parte de ellas paseaban con indiferencia yendo a otros puestos diversos. Había dentro una gran solemnidad y sobre ella se veía una nube luminosa de la cual descendían apóstoles y obispos santos, que se reunían en coro sobre el altar. Entre ellos he visto a Agustín y a Ambrosio y a todos aquellos que han hecho mucho por la exaltación de la Iglesia. Había una gran solemnidad y se celebró la Misa.

   Y yo he visto en medio de la iglesia un gran libro abierto de cuyo lado más largo pendían tres sellos; de cada uno de los más estrechos dos solos «Vi en la mano derecha del que estaba sentado en el Trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos (Apocalipsis V,1).  Estaba abierto más bien hacia la parte anterior de la iglesia, que en el centro de la misma. He visto también encima al evangelista Juan y supe que eran las revelaciones que tuvo en la isla de Patmos. Aquel libro estaba apoyado sobre un atril en el coro. Alguna cosa había tenido lugar*
·        [Este acontecimiento, que lamenta no recordar, nos hubiera dado una pauta para interpretar algunos capítulos del Apocalipsis. ]
 antes que este libro hubiese sido abierto, pero he olvidado lo que fue. Es una verdadera, lástima que aquí haya un aviso en mi visión. El Papa no estaba en la iglesia. Estaba escondido. Creo que aquellas gentes que había en la iglesia no sabían dónde estaba él. No sé ya si él estaba en oración, o hubiese muerto. 

He visto por los demás que todas aquellas gentes tenían que poner la mano sobre cierto paisaje en el libro de los evangelios, fueron eclesiásticos o laicos, y que entre muchos de ellos descendió una luz, como una señal que los santos apóstoles y obispos les participaban. He visto también que muchos hacían este acto superficialmente. Fuera de la iglesia he visto aproximarse a muchos judíos que querían entrar, pero no lo podían hacer aún. Al fin llegó toda entera la multitud que al principio no había podido entrar adentro. Era un pueblo innumerable*
  • Es un hecho admitido, constituidos ya en nación, reconocerán finalmente que Jesucristo es el Mesías que han desconocido por tanto tiempo y entrarán en la Iglesia Católica. Algunos colocan este hecho durante el tiempo de la predicación de Elías y Enoc. Entre otros muchos textos sobre la conversión de los judíos, véase especialmente el capítulo XI de la Epístola a los Romanos]. Entonces he visto de improviso aquel libro ser tocado por un contacto sobrenatural y cerrarse enseguida. Esto me hizo acordar cómo una vez en el convento, de noche, el demonio me apagó la luz y me cerró el libro.

   En torno de allí, pero en lontananza he visto una espantosa y sangrienta batalla y vi una gigantesca lucha del lado del Septentrión y del lado del Occidente. Este fue un cuadro grande y muy serio. Siento haber olvidado aquel lugar del libro sobre el cual los hombres debían poner los dedos. 





15. Ve los estragos que causan los enemigos a la Iglesia los enemigos de la Iglesia 
y la futura restauración por medio de María.
(Pascua de 1820)


Cuando Ana Catalina tuvo esta visión, el guía le dijo que abarcaba siete espacios determinados de tiempo; no pudo luego, al relatarla fijar los límites de cada tiempo, ni decir a cuál de esos tiempos correspondían dichos acontecimientos.

He visto a la tierra como una superficie redonda, cubierta de oscuridad y tinieblas. Todo estaba corrompido y a punto de perecer. Esto lo he visto muy detalladamente, en todas las criaturas, en los árboles, en los arbustos, en las plantas, en las flores, en los campos. Parecía como si las aguas de los arroyos, de las fuentes, ríos y mares fuesen sorbidas y volviesen a su origen. Fui por la tierra desolada y vi a los ríos como líneas delgadas, a los mares como negros abismos, en medio de los cuales sólo había algunas grietas con agua. Todo lo demás era fango espeso y oscuro donde veía toda suerte de animales monstruosos y peces luchando con la muerte. Vi tanta distancia alrededor que pude distinguir con toda claridad la orilla del mar donde en otra ocasión yo había visto que San Clemente* fue sumergido.
(* San Clemente I, romano, gobernó la Iglesia por nueve años; fue martirizado en el Quersoneso Taurico, precipitándosele en el Mar Muerto el año 100.)
Vi también lugares y muchedumbre de gentes, tristes y turbadas y muchas ruinas.



En algunas iglesias, ha habido párrocos en que se han permitido, hacer procesión de costumbres paganas, para sus "dioses", que son realmente demonios, espíritus inmundos. 




La Voluntad de Dios: Antiguo y Nuevo Testamento, nos exhorta a no tener este tipo de relaciones, porque esto es una trampa del diablo para apartar a las almas de la salvación eterna.

El "Papa Francisco", no está interesado en la conversión de los budistas, ni de los islamistas, ni de otras sectas y costumbres paganas, como he comentado más arriba, pero que él mismo, tiene ese deseo. 

  • ·        «Cumple lo que yo te mando… Guárdate de hacer alianza con los habitantes de la tierra donde vas a entrar, porque serían un lazo para ti» (Éxodo 34,11.12)


Esta es la realidad, las personas que se han entretenido en dialogar con personas paganas y de distintas doctrinas heréticas ya condenada por la Santa Madre Iglesia Católica, han perdido la fe. Ellos creen que la tienen, pero son sus gestos profanos, sus pensamientos, que no son de acuerdo con la Voluntad de Dios, que dice que no están siguiendo a Cristo Jesús. Las contradicciones con la Palabra de Dios, son como la mala hierba del corazón sin Dios. 


A medida que crecían la sequedad y la desolación de la tierra, se aumentaban las obras tenebrosas de los hombres. Vi muchas maldades en particular; reconocí a Roma y vi la opresión que padecía la Iglesia y su decadencia en lo interno y en lo externo; Vi grandes ejércitos que se dirigían a un mismo punto desde varias regiones y todos estaban empeñados en luchas y batallas. En medio de ellos he visto una gran mancha negra a manera de un enorme agujero y en torno de el los combatientes eran cada vez menos, como si cayesen en aquel abismo sin que nadie los viese caer.

Durante esta lucha vi en medio de tanta ruina y corrupción a doce hombres, en diferentes comarcas, sin conocerse ni tener noticia los unos de los otros, recibir como torrentes del agua viva que deriva de la vida eterna. Vi que todos ellos trabajaban en lo mismo, en diferentes lugares y que no sabían de dónde les venían los dones necesarios, pues cuando acababan una misión se les encomendaba otra. Eran doce y ninguno de ellos pasaba de los cuarenta años; tres eran sacerdotes y algún otro quería serlo. Vi también que algunas veces yo tenía relación con uno de ellos, como si le conociera o estuviera cerca de él. En sus trajes no había nada de particular; cada uno de ellos vestía según el uso actual de su país. Vi que obtuvieron de Dios lo que se había perdido y cómo en todas partes obraban el bien. Todos eran católicos.

En medio de la tenebrosa corrupción vi falsos profetas y otras personas que trabajaban contra los escritos de estos doce apóstoles, los cuales desaparecían con frecuencia en medio del tumulto y luego salían otra vez más resplandecientes que antes. Vi unas cien mujeres que estaban como en éxtasis y junto a ellas hombres que las hipnotizaban [En otra visión habla extensamente del hipnotismo, del sonambulismo y de la clarividencia.]  Ellas predecían futuro; pero a mí me causaban aversión y horror. Me pareció ver a aquella mujer de Münster y pensé dentro de mí, con inquietud, que al menos el padre Limberg no estaría junto a ellas. Cuando las filas de los que combatían en torno de aquel negro abismo se aclararon más y más, y en medio del combate desapareció toda una Ciudad, aquellos doce hombres apostólicos aumentaron mucho el número de los que peleaban a su lado desde la otra ciudad (la verdadera ciudad de Dios, Roma) salió un cono de luz que penetró en el oscuro disco. Vi por arriba de la iglesia, humillada y menoscabada, una hermosísima Señora con un manto azul celeste muy extendido y con una corona de estrellas en la cabeza. De Ella procedía la luz que penetraba cada vez más en la oscuridad, y allí donde llegaba esa luz, todo era renovado y todo volvía a prosperar. Los nuevos apóstoles entraron todos en aquella luz. Yo creía haberme visto a mí misma con otros a quienes conocía, que estábamos delante, en lo alto. En una gran ciudad vi una iglesia, la más pequeña entre otras, que llegaba a ser la primera. Los nuevos apóstoles fueron iluminados por la luz. Creo haber visto con ellos, a la cabeza, a otros que conozco.

Todo volvió a florecer de nuevo. Vi un nuevo Papa muy severo. El abismo se hacía, cada vez más estrecho: se hizo tan pequeño que podía ser cubierto con un balde de agua. Finalmente vi que tres ejércitos o comunidades se unían a la luz. Había entre ellos personas buenas e ilustradas, las cuales entraron en la Iglesia. Todo se había renovado y estaba floreciente. Vi que se edificaron iglesias y monasterios. Durante aquella tenebrosa aridez, fui transportada a un prado lleno de verdor y de cándidas flores que otras veces había tenido que recoger. Después encontré un vallado de espinas, con el cual me había lacerado y arañado mucho durante aquellos tiempos oscuros. Ahora estaba todo florido y penetró en él alegremente.

16. Las llagas del Señor derraman bendiciones sobre la Iglesia y el mundo. 



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   El arcángel San Miguel descendió de la iglesia y vi sobre ella, en el cielo, una gran cruz luminosa, de la cual pendía el Salvador. De sus llagas descendían sobre el mundo franjas de luz que se difundían por todas partes. Las llagas eran rojas y como brillantes puertas, y el centro de ellas, dorado como el sol. No llevaba la corona de espinas, pero de las heridas de su cabeza salían rayos horizontales de luz que iluminaban el mundo. Los rayos que salían de las manos y de los pies eran como el arco iris y se dividían en rayos muy finos, y, muchos, iban a iluminar aldeas, ciudades y casas por el mundo entero. Vi estos rayos en muchos lugares al mismo tiempo, cerca y lejos, descender sobre toda clase de moribundos y atraer con violencia a las almas, las cuales, por uno de estos colores del arco iris, se corrían hacia las llagas del Salvador. Los rayos de la herida del costado descendían sobre la iglesia que estaba debajo, como un torrente ancho y caudaloso. De esta suerte resplandecía la iglesia y por este torrente de luz entraban la mayor parte de las almas en el Señor.

   Vi oscilar en el cielo un corazón rojo y brillante unido con la cruz por una franja luminosa que de él salía hacia la herida del costado del Salvador. Otra franja luminosa, que partía también del corazón, se extendía sobre la iglesia y sobre muchas comarcas. Estos rayos de luz atraían a muchas almas al corazón y pasando a través de él iban por la faja de luz que lo unía con la cruz y entraban en el costado de Jesús. Se me dijo que este corazón era el de María.
   Además de los rayos luminosos, pendían de las llagas unas escalas, algunas de las cuales no llegaban a tierra. Estas escalas eran unas treinta, diferentes todas entre sí: las había anchas y estrechas, unas con peldaños juntos y otras con peldaños separados, unas aisladas, otras juntas y agrupadas. Sus colores eran los mismos del lugar de purificación, oscuros, claros, grises, cada vez más vivos a medida que se subía en ellas.

   Por estas escalas vi subir trabajosamente a muchas almas. Unas iban rápidamente, como si hubiera quien las ayudara a andar con firmeza; otras se empujaban unas a otras y caían en los escalones inferiores; algunas caían en la oscuridad más profunda. Aquella trabajosa subida parecía más conmovedora cuando se la comparaba con la alegre entrada de las que eran atraídas a modo de absorción. Las que subían sin retroceder con paso firme, parecía que estaban más unidas con la iglesia que con las otras que se detenían o esperaban o se quedaban solas.

Detrás de la cruz, muy adentro, allá en el cielo, vi muchas imágenes de la obra de la Redención en el camino de la divina gracia, a través de la historia del mundo hasta su cumplimiento en la Redención. Yo no me detuve en ningún punto; recorrí la franja luminosa viéndolo todo. 





La misión de un Papa tiene un solo fin, obedecer y complacer a Dios, no al mundo, ser fiel a la Tradición Apostólica.

Ningún cristiano y mucho menos quien pretende ponerse a cargo del rebaño de Cristo, no tiene que dedicarse a dialogar con las personas que están fuera de la Iglesia Católica, dialogar no, pero enseñar el mensaje de Cristo sí, enseñar la verdad. Pero los planes del Señor no son los mismos que los de Jorge Mario Bergoglio. No es necesario convencer a todos, pues eran muchos los que no se convencían de las enseñanzas de Jesús, y no se detenía con ellos para 

El Código de Derecho Canónico no habla que tiene que haber dos Papas al mismo tiempo. Cuando Jesús eligió a Pedro, no añadió a San Juan Evangelista, el Discípulo amado por Cristo. Eligió solamente a una persona.

En alguna parte leí, que alguien decía, también fuera de la Iglesia Católica, en otras "religiones se puede encontrar a Jesús. A estas personas son declaradas como falsos profetas. Si uno quiere permanecer fuera de la Iglesia Católica, que no se engañe creyendo tener a Jesús, es necesario pertenecer a la Santa Madre Iglesia Católica, y contando con la Tradición Apostólica.


«Y si algunos, entonces os dice: “El Mesías está aquí o allí”, no le creáis, porque surgirán falsos mesías y falsos profetas, y harán signos portentosos para engañar, si fuera posible a los mismos elegidos. Os lo he prevenido» (Mt 24,23-25). 


Si fuera posible, -dice el Señor- engañar a los elegidos. Algunos, es verdad, son engañados, pero hay otros más atentos, más vigilantes que no se dejan engañar, porque no quieren perder de vista a Cristo Jesús. 

Terminará este capitulo, si Dios quiere próximamente con estas últimas partes.:


17.  Ve la proximidad del Reino de Dios


18.  Ve la Iglesia de Roma. (27 de Diciembre de 1820)


19.  Ve a la Iglesia después del combate.


20.  Visión de la Jerusalén celestial. (Fin del capítulo

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