domingo, 21 de julio de 2019

Prisioneros de este mundo, hacia la cuesta abajo

Compartí por primera vez en otro blog: miércoles, 16 de noviembre de 2011. Pero aquí lo tengo actualizado. 

Nuestro enemigo el diablo sigue engañando a muchas personas, que creen que pueden encontrar "el verdadero amor", tras su renuncia a su vocación sacerdotal, así como religiosos. Pero una vez que ya estén de nuevo en el vómito del mundo, no era las cosas como ellos pensaban, sino que las numerosas miserias, el abandono de Dios, las amarguras, las tristezas, suicidios, desesperación. Buscan misericordia y no lo encuentran. Han renunciado a Cristo, ¿Cómo espera encontrar misericordia? 

Prisioneros de este mundo, hacia la cuesta abajo 

El demonio engaña a todos los hijos e hijas de Dios, hace lo posible para apartarlos del camino de la salvación, a unos le tienta de una forma, a otro de otras. Cuando un alma se consagra al Señor, en la vida sacerdotal, o como religioso, necesita más poderosamente hacer más oración, porque la tentación en el sacerdote puede ser más fuerte que en el cristiano que no lo es, y que vive una vida, también con muchos y variados peligros para su alma.

La propuesta de que esas personas, "celibato opcional", "los sacerdotes casados pueden llevar más almas a Dios", lo que dicen es engañarse. Pues si han dejado de creer en el Evangelio con el resultado de haber perdido la fe, cuanto ni ellos mismos han querido perseverar en la Voluntad de Dios. No tiene sentido, piensan así, porque ya no tienen a Cristo.

Los santos como San Alfonso María de Ligorio, San Juan María Vianney, San Antonio Claret entre otros, nos cuenta historias terribles de caídas de un sacerdote. Incluso en el tiempo de Santa Teresa de Jesús, en su tiempo había un sacerdotes muy familiarizados con alguna mujer, con propósitos carnales, pero gracias a ella, parece ser que aquel sacerdote se convirtió.

 
Hoy, algunos pobres hermanos sacerdotes, han sucumbido ante la tentación, renuncian a su sotana, dejan de identificarse con la caridad de Cristo, En algún o en otro medio de comunicación televisiva, algunos sacerdotes han pasado diciendo que encontraron al "amor de su vida", al decir estas cosas, su amor a Cristo, no era verdadero, sino fingido. Yo no hablo como experto, pero hay que tener en cuenta, de que el príncipe de las tinieblas, puede convencer a corazones que son inconstante en la oración y no hacen penitencia, a que el tentado encuentre cierto placer al familiarizarse con una mujer, ahí en medio está Satanás, que llega a sembrar tanto en el hombre como en la mujer, el placer de gustarse entre ellos, y encontrar un "amor" que no procede de Dios, sino de la carne por la tentación del príncipe de las tinieblas. Muchos infelices defienden que el celibato debería desaparecer. Pero es que cuando ya no hay vida célibe ya no está Cristo en el Sacerdote. Cristo se aleja de una multitud de Sacerdotes (San Pío de Pietrelcina), los sacerdotes que ya no ponen en práctica las normas de la Iglesia consigue alejar de Cristo, y Cristo se aleja. La desobediencia no santifica.
 
 
Como iba diciendo hace un momento, hay sacerdotes que al decir "ahora soy más feliz porque he encontrado al amor de mi vida", eso lo dice en público, pero en el fondo de su corazón sabe que no está diciendo la verdad. Porque la felicidad de Cristo no la puede conocer los carnales. Se han hecho prisioneros, se han dejado atrapar por el príncipe de las tinieblas.

Quien intenta cambiar el amor de Cristo por una persona, llega un momento que el apóstata llega a odiar a su compañera.
Es necesario el celibato en los sacerdotes porque hace mucho más por Dios, que siendo un hombre casado. Porque cualquier traidor a la propia vocación traiciona y miente a Dios.

«Tú prometiste ser perfecto al Señor, y el perfecto discípulo de Cristo nada tiene sino a Cristo: y si algo tiene fuera de Cristo, no es perfecto, y si no es perfecto habiendo prometido a Dios ser perfecto, mintió. Ahora bien;  «la boca que miente, mata su alma» [Sab 1,11]. (Carta de San Jerónimo a Heliodoro, monje, Apostolado Mariano).
Prometen ser perfecto a Dios delante de la Santísima Virgen María, de los ángeles de Dios de los testigos presentes en la Iglesia, prometen ante la Iglesia misma y luego rompe con sus promesas. Mala cosa es mentir a Dios.
 
Cuando un alma se habitúa a la mentira, tarde o temprano termina por salir de la Iglesia Católica, mentir a Dios en el confesionario es gravísimo, en cualquier momento. Pues el alma mentirosa renuncia al servicio de Dios que nos enseña a decir y a amar la verdad, por las mentiras siguiendo al demonio en la mentira.
Dice San Alfonso María de Ligorio, que es más difícil que un sacerdote tibio se convierta que un cristiano vicioso. Incluso un ateo puede encontrar la luz de Cristo que el sacerdote lo ha perdido por culpa propia. Cuando un consagrado se entrega al mundo, disfrutando de sus entretenimientos y pasiones por cualquier tipo de idolatría, no tarda en perder la memoria de todo lo que el Espíritu Santo les enseña. Ya no es Cristo quien vive, pues el que no persevera en la fe, termina rodando cuesta abajo.  

En una ocasión un sacerdote, desobedeciendo rabiosamente a la Iglesia Católica, renunció a su vocación sacerdotal, se fue a un país latinoamericano desde España, porque en Internet había entablado una amistad con una mujer, (no olvidemos que en estas cosas, es el demonio quien está por medio). Le habían dicho que no hiciera tal viaje, sin hacer caso, lo hizo, se casaron, la situación no le fue nada bien, lo que en un principio, lo que ellos se imaginaban una felicidad permanente, no era más que discusiones y más discusiones, y con el tiempo se separaron.

Por eso, la Iglesia Católica, Santa, Apostólica, conoce muy bien todos los valores espirituales de mantenerse célibes, que es importante la oración para no caer en ninguna tentación del demonio. Pero siguen sin hacer caso.

La traición a Cristo, porque antes por la inconstancia han perdido la fe. El celibato no es una opción, sino una necesidad de amor a Cristo. Es decir, en el sacerdote que ha prometido ser obediente y santificarse.

Yo diría esta comparación, una mujer que tiene la desgracia de abortar, ya no es feliz, se siente hundida, desesperada, no ve luz ni paz, no puede dormir como antes. Pero cuando un alma que se ha consagrado al Sacerdocio o a la vida religiosa, ya no siente la fuerza de Dios, ha renunciado a la amistad de Cristo por la carne, no es por otra cosa. Cuando el alma renuncia a su vocación a Dios, es imposible encontrar amor y paz, fuera de Cristo hay tinieblas, oscuridades, desesperación, posiblemente el alma quiere llenarse de otros amores ajenos a Cristo, pero no le hacen feliz,

La oración es luz de las almas, cuanto más nos dediquemos a la vida de oración, la llama de la vela, no extinguirá la cera, pues está bien sujeto a la Roca, edificado en Cristo.
 
La Iglesia ama a todos los cristianos, pero el alma que ha traicionado ya no reconoce el amor que la Iglesia le muestra, y tal es el resentimiento del alma traidora, que llega a decir variadas clases de maldades contra la Iglesia, acusándola de todo lo que el demonio le pone en el corazón y en la mente. Se han hecho esclavos del príncipe de este mundo.
 
Aquellos que quieren que el celibato desaparezca están proponiendo la ruina eterna de las almas, la Iglesia evita todo tipo de males contra las almas; la Iglesia Católica es fiel a Dios. Pero algunos de sus miembros, por falta de oración, se opone a la vida de santidad, con semejantes cosas. El Papa Emérito, Benedicto XVI ama mucho la Iglesia Santa de Dios, y ha visto cuánta suciedad hay. Es la suciedad del pecado, del mundo.
 
El tentador muchas veces puede inclinar a una mujer para hacer caer al sacerdote en la impureza, si se atraigan físicamente, pero todo eso, poco más adelante, desaparece y se convierte en aversión y en odio, el uno contra el otro. Se dan cuenta de su tremendo error.

Pero también les hace creer sobre una falsa felicidad si deja de seguir el camino de la penitencia y santidad, termina yendo hacia la perdición que le lleva el camino ancho del mundo.
 
Quien pone su mirada en Cristo, le sigue, pero si no persevera en la oración, deja de seguir a Cristo con el corazón; dice Jesús que para seguirle debemos renunciar a todo, el sacerdote en principio ha renunciado a todas las cosas de este mundo. Y hay testimonios que hubo sacerdotes que tuvieron novia, pero a la llamada del Señor, encontró la perla preciosa de la vocación sacerdotal, Los mejores amigos del Señor, son los que perseveran en la oración, se santifican en el sacerdocio. No quieren tener esposa, no quieren formar una familia en este mundo, ya lo tienen, la Iglesia Católica, es la Familia que nos impulsa a alcanzar la santidad y la vida eterna. Los verdaderos sacerdotes, no ponen sus ojos en criatura alguna para concertar un matrimonio, pues hacen mucho más como célibe.

Son muchos los sacerdotes que son tan felices en su propia vocación, que dicen, que si volviera a nacer de nuevo, sería sacerdote. ¿Por qué? porque ha dejado entrar el Amor de Dios en su vida, y para conservar la Gracia de Dios, se necesita sacrificios, negarnos a nosotros mismos, oración intensiva, perseverante, humildad de corazón. Luchar contra las malas inclinaciones que desean dominarnos, acudiendo velozmente a la Santísima Madre de Dios, que no se retrasa ni medio segundo en socorrernos.

El celibato es la opción de los verdaderos adoradores de Dios, les anima a perseverar más y mejor en la oración. Es una renovación diaria de su compromiso para con Dios con la Iglesia Católica. 
Hay muchas personas que no son sacerdotes, hombres que viven con una libertad y con alegría al Evangelio de Cristo.
 
Quiero que os ahorréis preocupaciones, el no casado se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor (1Cor 7, 32)
 
San Pablo quiere para los que se ocupan más de los asuntos del Señor, estar pendiente de Dios, evitando cualquier preocupación, que los que viven los casados en el mundo, andan dividido, Ya que los casados se preocupan de las cosas del mundo, de sus negocios. (cfr 1Cor 7, 33).

Decía que para seguir a Cristo, se ha de renunciar incluso al matrimonio, por el contrario, hay quienes han dejado de amar a Dios, se olvidan de las palabras de Jesucristo y se casan.

  1. Lc 14, 26: «Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío»
  2. Lc 9, 62: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.»
  3. «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. (Mt. 10, 37- 38); Mc 10, 29-30).
 
  • Nota: La palabra "odiar" tiene otro significado, y es este: No anteponer nada al amor de Cristo. Por tanto. el odio no es un sentido del pecado en esta ocasión. Pero el odio no está permitido entre los hijos de Dios. El primer mandamiento de Dios es el amor, a Dios, por encima de uno mismo y de los demás. Pues quien ama a Dios, ama tambien al prójimo, sin servirse de las personas. 

Hay muchas personas, incluso célibes, laicos, que han renunciado al sacramento del matrimonio para tener más libertad en el servicio del Evangelio. No todos somos sacerdotes, ni estamos en monasterios ni en conventos, pero hacer del hogar un lugar de oracion para el Señor, es una gran ventaja. Pues amamos la vida religiosa, que es una vida de permanente unidad con Cristo Jesús. 


Catecismo de la Iglesia Católica: 1579 Todos los ministros ordenados de la Iglesia latina, exceptuados los diáconos permanentes, son ordinariamente elegidos entre hombres creyentes que viven como célibes y que tienen la voluntad de guardar el celibato “por el Reino de los cielos” (Mt 19,12). Llamados a consagrarse totalmente al Señor y a sus “cosas” (cf 1 Co 7,32), se entregan enteramente a Dios y a los hombres. El celibato es un signo de esta vida nueva al servicio de la cual es consagrado el ministro de la Iglesia; aceptado con un corazón alegre, anuncia de modo radiante el Reino de Dios (cf PO 16). 
 
El Catecismo de la Iglesia Católica, nos afirma lo que el mismo Jesús nuestro Señor nos enseña. Y en la Iglesia Ortodoxa, no pueden contraer el matrimonio, una vez que comienzan a ejercer su ministerio;
CIC: 1580 En las Iglesias Orientales, desde hace siglos está en vigor una disciplina distinta: mientras los obispos son elegidos únicamente entre los célibes, hombres casados pueden ser ordenados diáconos y presbíteros. Esta práctica es considerada como legítima desde tiempos remotos; estos presbíteros ejercen un ministerio fructuoso en el seno de sus comunidades (cf PO 16). Por otra parte, el celibato de los presbíteros goza de gran honor en las Iglesias Orientales, y son numerosos los presbíteros que lo escogen libremente por el Reino de Dios. En Oriente como en Occidente, quien recibe el sacramento del Orden no puede contraer matrimonio. 

Queda claro, que Cristo no da opción, Cristo da la libertad, la felicidad si estamos con Él, el que opta por casarse después con una mujer. No son aptos para el Reino de los cielos, pues resultan que aquellos y aquellas que desafían a Dios, pretenden salvarse y se pierden sin remedio.

En este mundo, se dice que el celibato es opcional, por el contrario, Jesús ha dicho algo distinto, incluso hay que dejar mujer, esposa, hemos leído arriba, (Lc 14, 26), Jesús no da opción. Y aún hay quien dice, que el celibato es discutible, y es que no han conocido ni a Dios Padre ni a su Divino Hijo Jesús. Quien dice semejantes cosas, no sabe siquiera el sentido de la oración y la virtud de la pureza.


El problema de no comprender el Evangelio es un despropósito personal y voluntario, es un rechazo al amor de Cristo a cambio por la pasión carnal, a lo que llama amor. Es haber mentido a Dios y vivir en esa mentira. Muchos de una o de otra forma, trata de mundanizar el Evangelio de Cristo, adaptarlo a la medida del hombre viejo, del “yo”.

El demonio es quien mete esa idea en muchos pensamientos y corazones, de quienes dicen que el sacerdote debe casarse. Hay algún que otro obispo, cardenal, sacerdotes y seglares, que cuando han dejado de vivir la vida espiritual, intentan y se unen para justificar la necesidad de esta tentación, que es conveniente que el sacerdote deba casarse, basándose incluso en algunas sectas, y también en la religión ortodoxa. Pero Cristo está en la Iglesia Católica que es de Tradición Apostólica, no en ninguna secta.
El alma que abandona la oración, o que reza atropelladamente, termina cediendo a la tentación, y cada vez parece que el tentador le puede cada vez más y más, hasta que termina haciéndole creer: "si te casas encontrarás al amor de tu vida, serás feliz". Pero cuando completa el pecado, la traición a Cristo, el desprecio por la castidad y la moral, se casan. Pasa el tiempo, los meses, años, y si aquellos que encuentran la diferencia del verdadero amor, que ya lo había encontrado en Cristo Jesús, tienen una vida amarga, triste, dolorosa, el matrimonio no era para él o para ella. Digo ella, porque ha habido religiosas que se enamoraron de algún sacerdote, salieron de sus conventos, y fueron tras la pasión del hombre viejo.

En cierta ocasión, hace bastantes años, en una entrevista, hubo un sacerdote que se presentó en un programa, para decir públicamente que estaba casado, él no paraba de mirar todo el tiempo a la mujer que decía ser su esposa, no era mirada limpia, no se trataba de miradas de pureza. Pues cuando se renuncia a Cristo, lo que viene luego, es pecaminoso, sucio, deshonesto.

Los sacerdotes que optan por casarse, yo diría que cometen una especie de adulterio, más grave aún cuando se da la espalda a Cristo,

San Pablo diciendo a los casados, que el que lo está: que no se separe (1Cor 7). Del mismo modo comprendo, el que está unido a Cristo por la fe, por la vocación, que no nos separemos de Él, jamás, Pues quien se separa de Cristo por una mujer, terminará separándose con el tiempo de la misma mujer, que fue como una persona enviada por el demonio para arruinar una vocación sacerdotal.

Una persona que se consagra al Señor, no tiene necesidad de buscar falsos amoríos, que le abrirán las puertas del infierno. Si Dios es Amor, que es una infinita verdad, renunciar a este amor, y engañándose dicen: "he encontrado al amor de mi vida y me voy a casar, o voy a convivir con tal", pero tambien ahí, en el infierno quedarán separados y odiándose en todo el sentido de la palabra. 

Los sacerdotes casados, los hay, son aquellos que no quisieron obedecer a la Iglesia Católica para hacer la propia voluntad. Traicionando a Cristo y a la Iglesia Católica. Reflexionado lo que dice San Pablo que los casados no deben separarse, que no deben repudiarse. Veo yo, lo que algunos intentan hacer, pero casi escondida, de una manera disimulada, es repudiar a Jesucristo en lo profundo del corazón,

Otro de los casos, un sacerdote había pedido a la Iglesia que le diese permiso para hacer un viaje a un país latinoamericano, porque por Internet, había conocido a una mujer, y deseaba casarse con ella. La Iglesia no le autorizó a ser ese viaje, pero él, desobedeciendo a sus superiores, se fue, se casó por lo civil. Pasado menos de dos años, unos reporteros fueron enviados para saber, que después de ese tiempo, saber que era del sacerdote, cómo le iba en su matrimonio, y cuando le encontraron, no era un matrimonio feliz, además estaban separados. Este personaje había encontrado un trabajo, pero que el negocio no le fue bien y lo perdió, Pero ¿acaso uno que rechaza a Cristo, separándose de Él puede ser feliz? ¡Imposible!

San Alfonso María de Ligorio, nos cuenta de personas consagradas que se unieron a mujeres, tuvieron un justo castigo de Dios. Pero el Señor no les quiere castigar inmediatamente, sino que avisa a fin de que el pecador renuncie a su lujuria, y si después de los avisos recibidos, no hacen caso, se efectúa el castigo. Los sacerdotes que se casan, a mi entender, es para satisfacer su propia lujuria, En la lujuria no existe el amor sino la muerte del alma, y también del cuerpo.

Y es que cuando el alma rechaza a Cristo, termina por perder, lo que podría imaginarse como ganancia. Dice el Señor que si la sal se vuelve sosa, ya no sirve para nada, sino para ser tirado y pisoteado por la gente: «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. (Mt 5, 13)
 
Los sacerdotes, religiosos o religiosas que se casan suelen hacerlo siempre por lo civil, pues la Iglesia no se hace cómplice de ningún tipo de pecados.
 
Si por desgracia, un sacerdote, un obispo, un cardenal, quien sea, está proponiendo medidas contra el celibato, no está haciendo un servicio útil a la Santa Madre Iglesia Católica, y diciendo las cosas claras, están proponiendo repudiar a Cristo. Esto es algo diabólico, no procede del Espíritu Santo. Y contra lo demoniaco y diabólica, ninguno debemos consentir.

Ahora leeremos una carta, un testimonio de un sacerdote arrepentido por haber traicionado a Cristo,.

Prisioneros del príncipe de este mundo

La siguiente carta la dirigió un sacerdote al P. Werenfried van Straaten, director de «Ayuda a la Iglesia necesitada», quien la comenta así: «Al copiar esta carta, recordaba un pasaje del diario de “Margarita”:
  • Jesús le decía: ‘desgraciadamente, los hay que llevan su sacerdocio hasta el infierno’.

Roguemos para que sean muchos los imitadores de la conversión del autor de esta carta.»

Sigue el texto de la mencionada carta.
Mi reverendo padre.
Después de largas vacilaciones, le escribo esta carta para darle las gracias y alentarle en su obra. Yo era religioso y ahora soy lo que llama «un sacerdote casado o que ha colgado los hábitos.» Era de los que no creía en el demonio. Lleno de presunción me puse a luchar contra las traducciones medievales de la Iglesia. Ahora creo en la existencia de Satanás.

Puedo certificarle que he estado al borde del suicidio. Por el encuentro de un convertido, mi mujer y yo nos pusimos a rezar nuevamente el Rosario. Esto nos ha salvado, aunque ahora seamos la irrisión de parientes y “amigos”, a causa de nuestra fe “conservadora”.

Estas breves frases no pueden dar idea del drama que se ha desarrollado en mi alma. Mi día comienza con una lucha de desesperación, el hastío, la amargura, el odio y con un deseo de conversión, de penitencia y de perdón. Que Jesús, con su amor haya querido aún buscarnos y atraernos, es para mí, un incomprensible milagro de misericordia. He experimentado personalmente lo que algunas ideas “progresistas” en teología pueden hacer de uno: un hijo de la perdición. El Papa (Juan Pablo II)  nos ha comparado a Judas. Lo creo firmemente y le estoy agradecido porque nos ha hecho la gracia de recordarnos esta verdad tan dura. Y a usted también le estoy agradecido porque se atreve a defender a este santo Papa (en cuanto se pueda atribuir la santidad a un hombre en vida).

Permítame encontrar algunas excusas para mí y para mis compañeros de infortunio: hemos sido cegados por Satanás y por nuestro propio orgullo. Creíamos estar al servicio de la renovación, y en realidad estábamos demoliendo la Casa de Dios. Creíamos hundir tabúes, y en realidad nos hacíamos esclavos del príncipe de este mundo. Pero, además, mi orgullo, mi sensualidad, mi falta de humildad y de obediencia han hecho inclinar la balanza. Quiera Dios que pueda hacer penitencia. No deseo que la Iglesia nos rehabilite como sacerdotes –no somos dignos de ello–, pero espero que un día podré hacer penitencia como hermano converso en un monasterio. Confío en la Providencia de Dios porque su gracia no me ha abandonado.
(Revista Ave María. Del Boletín «La Chaine», noviembre 1984, de la Fraternité Notre Dame de la Merci, 113 rue Garibaldi 94100. Saint-Maur des Fosses].

Para saber más:
  1.  Origen del celibato sacerdotal es fundamentalmente espiritual ...
  2. Catholic.net - Argumentos en contra del celibato y cómo refutarlo
  3. Celibato

Por aquellos que dicen que el celibato puede ser una opción, es como si dijera, que quiere ganarse el cielo, según la voluntad del hombre viejo, y se olvidan y rechazan la Voluntad de Dios. Recordemos que para seguir a Jesucristo, "niéguese así mismo, tome su cruz, y sígueme". Hemos de negar nuestra propia voluntad. La Voluntad de Dios es quien nos hace libres, y esa opción del rechazo al celibato, es porque han rechazado a Cristo Jesús, nuestro Redentor.


Nuevo enlace:
¡Qué pesados son con lo del celibato!