Continuamos con las visiones y revelaciones de la Beata Ana Catalina Emmerick, libro II, capítulo XXV
En estos momentos, podemos ir a la Iglesia para rezar, porque llegarán tiempo en que será más difícil, no se podrá caminar por las calles, porque en la medida que no se quieran acercar al Señor, la maldad se agigantará dentro de sí, y dominados por los poderes diabólicos, esas almas no hallarán descanso y harán graves daños a los demás.
En estos momentos, podemos ir a la Iglesia para rezar, porque llegarán tiempo en que será más difícil, no se podrá caminar por las calles, porque en la medida que no se quieran acercar al Señor, la maldad se agigantará dentro de sí, y dominados por los poderes diabólicos, esas almas no hallarán descanso y harán graves daños a los demás.
Los demoledores de la Iglesia, que entre ellos, habiendo perdido completamente la moral, no tienen reparo en provocar escándalos dentro de los templos, con sus desnudeces. La maldad crece en esa alma, cuando el asalariado entregándose a los deseos de los demonios, bailan, se divierten, juegan, ríen, no tienen a Cristo, y se visten con vestidos eclesiásticos, para seguir cometiendo muchos pecados, y sin el menor remordimiento.
Hay muy malos pastores, ciertamente. No quisiéramos que existieran malas noticias, pero las hay, y por eso, necesitamos estás más unido a Cristo Jesús y a la Santísima Madre de Dios.
Las profecías de la Salette, que son auténticas, decía Nuestra Señora, que Roma perderá la fe. Ese momento es lo que estamos viendo ahora, Roma ha perdido la fe. Pero sucede también, que aquellos cristianos, seglares, sacerdotes, obispos, no sé si habrá algún cardenal, siguen conservando la fe, y por eso, el número de excomuniones sigue aumentando contra estos verdaderos amigos y amigas de Dios, de momento, algún que otro sacerdote, por su amor a la Tradición, el P. Minutella, un obispo, Monseñor Viganò entre otros más fieles pastores, llenos de Dios, la ira de los enemigos de Cristo, les han excomulgados, las excomuniones que proceden de los herejes, de la anti iglesia, no afecta a las almas, sieguen permaneciendo dentro de la verdadera Iglesia de Cristo, y verdaderamente Apostólica.
¿De qué personas aparecen tales excomuniones? Como se comprende, todos aquellos que han rechazado los intereses de Cristo Jesús, pertenecen al entorno de los que arrastran los pecados de Sodoma y Gomorra, y también otros masones. Toda esa injusticia dentro de la falsa iglesia, anti iglesia, que no tiene que ver con la Iglesia de Cristo.
¿De qué personas aparecen tales excomuniones? Como se comprende, todos aquellos que han rechazado los intereses de Cristo Jesús, pertenecen al entorno de los que arrastran los pecados de Sodoma y Gomorra, y también otros masones. Toda esa injusticia dentro de la falsa iglesia, anti iglesia, que no tiene que ver con la Iglesia de Cristo.
A los ojos de Dios no existen efectos en esas falsas excomuniones. Ya que ellos combaten contra la Palabra de Dios en muchísimas cosas, sobre todo en la moral y de los mandamientos de Dios. Y la hipocresía en ellos se notan.
Hay cristianos que como no están educados en la verdad de la Tradición del Señor, creen cualquier engaño que se les puedan presentar, de esas amenazas de los lobos rapaces.
Cuando algunos dicen que "en la Iglesia cabe todos", esos todos, son las fuerzas destructivas de la Iglesia Católica. Es el pensamiento de los demoledores de la Iglesia Católica, demoledores de parroquias, cuando se permite todo aquello que no es conforme a los intereses de Nuestro Señor Jesucristo.
Alguien a compartido, unas fotos que he podido guardar, de cómo la Beata Catalina Emmerick vio el estado de la Iglesia, sus sufrimientos, su dolor, (he perdido el enlace).
No podemos quedarnos indiferentes, pues tenemos que seguir obedeciendo al Señor, que Él nos ofrece a cada uno que es lo que tenemos que hacer, la oración, la penitencia, y todo lo demás que nos enseña Jesucristo.
8. Ve nuevamente la
Iglesia de San Pedro
(10 de
Septiembre de 1822)
He visto la Iglesia de San Pedro
del todo destruida, excepto el coro y el altar mayor. San Miguel, armado y
ceñido, descendió a la iglesia y con su espada impidió que entraran en ella
muchos malos pastores, y los impelió hacia un ángulo oscuro, donde se sentaron
mirándose unos a otros. Todo lo que había sido destruido en la Iglesia fue
reconstruido en pocos momentos, de suerte que pudiera celebrarse el culto
divino. Vinieron sacerdotes y legos de todo el mundo trayendo piedras para
reedificar los muros, ya que los cimientos no habían podido ser destruidos por
los demoledores.
He visto la Iglesia enteramente
abandonada por completo y sola. Parece que todos huyeran de ella. Todo es
contienda en torno de ella; por doquiera veo grandes miserias, odio, traición y
encono, inquietud, falta de auxilio y ceguedad absoluta.
De un lugar oscuro veo salir
mensajeros anunciando por todas partes malas nuevas, que causan amargura en los
corazones de los que las oyen, y encienden la cólera y el odio. Yo ruego con
mucho fervor por los oprimidos. Sobre los lugares donde algunos hacen oración
veo descender luces, y sobre todos los demás, negras tinieblas. Este estado de
cosas es espantoso. He rogado a Dios que tenga misericordia. ¡Oh ciudad! . . .
(Roma) ¡Oh ciudad! . . . ¡Qué gran calamidad te amenaza! . . . La tempestad está próxima; prepárate,
pues. Confío, sin embargo, en que has de permanecer firme.
10. Supervivencia de la Iglesia e indignidad de los cristianos
(4 de Octubre
de 1822)
Cuando esta noche vi a San
Francisco llevando sobre sus hombros la iglesia, según la visión que tuvo el
Papa [Inocencio III aprobó el Instituto de San Francisco a raíz de
haber visto en sueño misterioso cómo el santo sostenía en sus hombros la
iglesia de San Juan de Letrán que estaba a punto de desplomarse], vi que un hombre de corta estatura, en cuyo rostro
había algo de judío, llevaba a cuestas la Iglesia de San Pedro, lo cual me
pareció muy peligroso. En la parte Norte, sobre la iglesia,
estaba María protegiéndola bajo su manto. Diríase que aquel hombre iba a caer. Me pareció seglar y que le
conocía yo. Aquellos doce a quienes siempre veo como nuevos apóstoles, venían a
socorrerle, pero demasiado despacio. Ya iba a caer, cuando por fin llegaron
todos y se pusieron debajo de ella; también ayudaron muchos ángeles. Se trataba
de salvar sólo el suelo y la parte posterior de la iglesia, pues todo lo demás
lo habían destruido las sectas y aún los mismos eclesiásticos. Aquéllos
llevaban la iglesia a otro lugar y parecía que a su paso venían por tierra
muchos palacios como si fueran campos de mieses. Viendo en ruina a la Iglesia
de San Pedro y los muchos eclesiásticos que habían trabajado en destruirla sin
que ninguno quisiera decir delante de los demás lo que había hecho, sentí tal
tristeza que hube de clamar en alta voz pidiendo a Jesús misericordia.
Entonces vi delante de mí a mi
celestial Esposo en figura de un mancebo, quien habló largo tiempo conmigo. Me
dijo que esta traslación de la Iglesia significaba que en la apariencia había
de caer en tierra por completo, pero que descansaba en estas columnas y que de
ellas había de surgir de nuevo; que, aunque no quedara más que un solo
cristiano católico en el mundo, ella podía vencer, pues no está fundada en la
razón ni en el consejo de los hombres. Luego me mostró que en la Iglesia nunca
habían faltado fieles que hicieran oración y padecieran por ella. Me mostró
además lo que Él había padecido por la Iglesia, la virtud que había comunicado
a los méritos y trabajos de los mártires y que todo lo volvería a padecer de
nuevo si fuera posible.
También me mostró en innumerables escenas la miserable conducta
de los cristianos y de los eclesiásticos, en círculos cada vez mayores, en todo
el mundo y en mi patria, y me
exhortó a orar con perseverancia y a padecer por ellos.
Había una grandeza y tristeza
incomprensibles en esta escena, que no puedo describir. También se me dio a
entender que casi no quedaban ya cristianos en el sentido en que antes se
tomaba esta palabra, así como entendí que los judíos que ahora existen, son todos
ellos fariseos y aún peores que fariseos. El solo pueblo de Judit en
África está compuesto de antiguos verdaderos judíos [De
esta Judit se habla extensamente en el capítulo «Visiones de una comunidad
hebrea en Abisinia» ]. Esta visión me afligió mucho.
11. Visión de la bestia del mar y del Cordero de Dios
VISIÓN DE LA BESTIA DEL
MAR
Y DEL CORDERO DE DIOS
( agosto a octubre de 1820)
Y DEL CORDERO DE DIOS
( agosto a octubre de 1820)
- Esta visión, según dice Brentano en sus anotaciones, está llena de interrupciones, porque Ana Catalina veía las cosas en tal forma que le era muy difícil describirlas luego ordenadamente. Nota también que la visión tiene muchas formas de semejanza con las revelaciones de San Juan, que ella no había leído antes.
Veo a nuevos mártires, no de ahora, sino de tiempos futuros. Veo su aflicción y veo que se precipitan los hechos. He visto a las sociedades secretas trabajar y combatir cada vez con mayor intensidad para destruir a la gran Iglesia; y he visto entre esta gente a un espantoso animal, salido del mar.
[«Y
del mar vi subir una bestia con diez cuernos y siete cabezas, y en sus cuernos
diez diademas, y en sus cabezas nombres de blasfemia. La bestia que vi era
semejante a una pantera; sus patas eran como de oso, y su boca como boca de
león.] (Apocalipsis, 13, 1-2).
El monstruo tenía cola como de
pez, melena como de león y muchas cabezas alrededor de una mayor que las otras,
erizada, formando una corona. Sus fauces eran grandes y rojas. Estaba manchado
como un tigre y andaba confiadamente entre aquellos sectarios destructores.
Muchas veces estaba en medio de ellos, mientras trabajaban, y también ellos
iban a buscarlo en la caverna donde solía esconderse.
Mientras estas cosas sucedían, he visto aquí y allá, en el mundo entero, muchos buenos y piadosos hombres, especialmente eclesiásticos, atormentados, encarcelados y oprimidos, y tuve el sentimiento interior de que un día habría nuevos mártires. Cuando la Iglesia estaba en gran parte destruida, de tal modo que no quedaban más que el coro y el altar mayor, vi a estos destructores, juntamente con la bestia, entrar en la Iglesia. Allí encontraron a una Señora grande y magnifica, que parecía estar encinta, pues caminaba lentamente
[«Y
apareció en el cielo una gran señal: una mujer revestida del sol y con la luna
bajo sus pies y en su cabeza una corona de doce estrellas, la cual, hallándose
encinta, gritaba con dolores de parto y en las angustias del alumbramiento.» ]
(Apocalipsis, 13, 1-2).
Los enemigos quedaron muy
admirados y espantados, y la bestia no pudo dar un paso más. Extendió
furiosamente el cuello hacia la Señora, como si quisiera tragarla («El
dragón se colocó frente a la mujer.» (Apocalipsis, XII, 4), pero ella se volvió y cayó postrada
sobre su rostro. Vi entonces a la bestia huir de nuevo hacía el mar y a los
enemigos correr, confundidos y desconcertados, atropellándose unos a otros:
porque vi que, en torno de la Iglesia, venían desde lejos y se aproximaban
grandes círculos, en la tierra y en el cielo. El primer círculo estaba formado
de jóvenes y de doncellas; el segundo, de personas casadas de todos los
estados, entre ellos reyes y reinas; el tercero, de personas pertenecientes a
las órdenes religiosas; el cuarto, de guerreros, delante de los cuales vi a un
jinete sobre un caballo blanco
«Y
vi el cielo abierto, y he aquí un caballo blanco, y el que montaba es el que se
llama Fiel y Veraz.» (Apocalipsis, XIX, 11).
El último círculo estaba
compuesto de labradores y gente de la comarca, muchos de ellos señalados con
una cruz roja en la frente
«Hasta
que hayamos sellado a los siervos de nuestro Dios en sus frentes.» (Apocalipsis, 7,3
Mientras se acercaban, los
prisioneros y oprimidos fueron liberados y se juntaron con ellos. Los
destructores y conjurados fueron echados de todos los puntos, reunidos delante
de aquellos círculos, y se encontraban, sin saber cómo, juntos en un escuadrón,
envueltos en confusión y tinieblas. No sabían ni lo que habían hecho ni lo que
debían hacer y con la cabeza baja se precipitaron unos contra otros, como los
veo hacer a menudo. Cuando todos estuvieron reunidos confusamente, los vi
abandonar la obra de destrucción y perderse desorientados entre los diversos
círculos.
He visto después a la Iglesia, de nuevo, rápidamente restaurada,
con mayor esplendor que antes, pues las gentes de todos los círculos, de una extremidad a la
otra del mundo, se alcanzaban unas a otras las piedras para reedificarla.
Cuando esos círculos se aproximaban, el primero o el más interno se colocaba
detrás de los otros. Parecía que se distribuían entre ellos las obras diversas
de oración y como si el círculo de los guerreros comenzase obras de guerra. En
este círculo me parecían confundidos amigos y enemigos de todos los pueblos.
Eran verdaderos soldados de nuestra especie y color. Este círculo, sin embargo,
no estaba del todo cerrado, sino que hacia el Septentrión tenía una mancha amplia
y oscura, como una abertura, como un abismo. Este abismo se extendía hacia
abajo, en las tinieblas, precisamente como en los umbrales del Paraíso, en
aquel punto donde Adán, arrojado, salió afuera. Me parecía como si allá abajo
se extendiese un oscuro y tenebroso lugar. He visto como si porciones de este
círculo quedasen atrás y no quisiesen avanzar y éstos se mantuviesen
estrechados entre sí y tristes los rostros, mirándose unos a otros. En todos
estos círculos he visto a muchos que serán mártires de Jesucristo, ya que había
también muchos malos y por esta causa habría otra división.
- Vi que la Iglesia había sido del todo restaurada, y sobre ella el Cordero de Dios, encima del monte, y en torno de Él, un círculo de vírgenes con palmas en las manos, y los cinco círculos de las escuadras celestes, como los de la tierra. Los círculos celestes habían avanzado juntamente con los terrestres y obraban de común acuerdo. En torno del Cordero estaban las cuatro imágenes apocalípticas de los animales sagrados.
La Iglesia está padeciendo, pero llegará ese momento de su esplendor glorioso. Pero siempre habrá gente malvada que quiere seguir destruyendo todos los planes del Señor, nosotros debemos siempre sumergirnos en la oración, porque también si nos descuidamos, podríamos hacer demasiado mal. Pues la oración siempre es nuestra defensa contra todo tipo de maldad.
Todos deseamos que Jesús venga, aunque parece que tarda, ese momento vamos a comprender que no ha tardado.
Si Dios quiere, próximamente, sigue:
- 12. Las abominaciones de la francmasonería
- 13. Los trabajos de las sectas (Fiesta de la Candelaria)
- 14. Visión de la época del Anticristo.
- 15. Ve los estragos que causan los enemigos a la Iglesia los enemigos de la Iglesia y la futura restauración por medio de María (Pascua de 1820)
- 16. Las llagas del Señor derraman bendiciones sobre la Iglesia y el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario