martes, 23 de octubre de 2018

San Juan Crisóstomo «Espejo de los clérigos, la vida de los clérigos virtuosos...»

Damos gloria y alabanza al Señor nuestro Dios y Salvador Jesucristo, que eligió a personas, sacándolos del mundo, para nuestra salvación por medio de los Sacramentos.


Desgraciadamente hoy se habla del clero con un excesivo desprecio por parte de los enemigos de Dios, algunos dicen, "el clericalismo es el peor pecado de la Iglesia". Suelen repetirse este odio hacia los sacerdotes. Pero el clero no es un pecado, sino que es necesario para la salvacion de las almas. El clero autentico se dedican a las cosas del Señor. Lo que pasa de ahí, ya no es de Dios, sino del maligno. 




La vida de los clérigos virtuosos ilumina y serena
Del tratado «Espejo de los clérigos», de
san Juan de Capistrano
Parte 1, Venecia 1582, 2

Nació en Capestrano (Abruzzo, Italia) el año 1386. Estudió Derecho en Perusa y durante algún tiempo ejerció el oficio de juez, hasta que en una revuelta popular lo encarcelaron. Al verse libre como por milagro, experimentó una profunda crisis religiosa, que le llevó a entrar en la Orden franciscana en 1416. Ordenado de sacerdote, ejerció incansablemente el apostolado de la predicación por gran parte de Europa, trabajando en la reforma de costumbres, la formación del clero y la lucha contra las herejías. Fue amigo íntimo de san Bernardino de Siena y colaboró con él en la reforma de la Orden y en la difusión de la devoción al nombre de Jesús. Fue Vicario general de los Observantes cismontanos y ocupó otros cargos. Alentó a los cristianos a participar en la cruzada y trató de lograr la unión de los príncipes cristianos europeos frente a la invasión de los turcos mahometanos hacia Belgrado. Escribió obras ascéticas y jurídicas. Murió en Illok el 23 de octubre de 1456.- 


Los que han sido llamados a ministrar en la mesa del Señor deben brillar por el ejemplo de una vida loable y recta, en la que no se halle mancha ni suciedad alguna de pecado. Viviendo honorablemente como sal de la tierra, para sí mismos y para los demás, e iluminando a todos con el resplandor de su conducta, como luz que son del mundo, deben tener presente la solemne advertencia del sublime maestro Cristo Jesús, dirigida no sólo a los apóstoles y discípulos, sino también a todos sus sucesores, presbíteros y clérigos: Vosotros sois la sal de la tierra . Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con que la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
En verdad es pisado por la gente, como barro despreciable, el clero inmundo y sucio, impregnado de la sordidez de sus vicios y envuelto en las cadenas de sus pecados, considerado inútil para sí y para los demás; porque, como dice san Gregorio: «De aquel cuya vida está desprestigiada queda también desprestigiada la predicación».
Los presbíteros que dirigen bien merecen doble honorario, sobre todo los que se atarean predicando y enseñando. En efecto, los presbíteros que se comportan con dignidad son acreedores a un doble honorario, material y personal o sea, temporal y a la vez espiritual, que es lo mismo que decir transitorio y eterno al mismo tiempo; pues, aunque viven en la tierra sujetos a las limitaciones naturales con los demás mortales, su anhelo tiende a la convivencia con los ángeles en el cielo, para ser agradables al Rey, con prudentes ministros suyos. Por lo cual, como un sol que nace para el mundo desde las alturas donde habita Dios, alumbre la luz del clero a los hombres, para que vean, sus buenas obras y den gloria al Padre que está en el cielo.
Vosotros sois la luz del mundo. Pues, así como la luz no se ilumina a sí misma, sino que con sus rayos llena de resplandor todo lo que está a su alrededor, así también la vida luminosa de los clérigos virtuosos y justos ilumina y serena, con el fulgor de su santidad, a todos los que la observan. Por consiguiente, el que está puesto al cuidado de los demás debe mostrar en sí mismo cómo deben conducirse los otros en la casa de Dios.

Oración
Oh Dios, que suscitaste a san Juan de Capistrano para confortar a tu pueblo en las adversidades, te rogamos humildemente que reafirmes nuestra confianza en tu protección y conserves en paz a tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo.



San Juan Capistrano sobre la vida que han de llevar los clérigos, no todos somos clérigos, pero también es necesario que vivamos una vida intachable a los ojos de Dios. Aquello que escribe ese santo, esa santa para los sacerdotes, religiosos, en esos escritor también encontramos cosas que hacer, estando en el mundo, pero sin ser del mundo, que la necesidad es trabajar por el Reino de Dios, no nos interesan los reinos de este mundo.
Sea quien sea, cuando tales que desprecian a los clérigos, a los sacerdotes, pienso, "ese no es de Dios, sino del demonio" A los sacerdotes fieles hemos de honrarle. San Francisco de Asís, no se fijaba en el pecado de los sacerdotes, sino en su ministerio, y en eso se honra. 

Una de las anotaciones de San Antonio María Claret, que hacía durante el primer Concilio Vaticano, es huir de los malos sacerdotes. Hace muchos años que lo leí, y todavía lo recuerdo, gracias a Dios, porque también otros Santos y doctores de la Iglesia, sobre los peligros de los malos pastores. Además, viene del mismo Jesucristo y de los Apóstoles, no tratar con los lobos que se disfrazan de pastores del rebaño de Cristo.


Airarnos por el pecado del prójimo no es bueno, como también el que sea cómplice del pecado ajeno, no está permitido por la Palabra de Dios. Que nuestra vida debe ser como la de Cristo Jesús, muriendo a nosotros mismos, para que sea Cristo quien realmente habite. 

Pero la naturaleza del clero no es malo, en cuanto se ajusta únicamente a los intereses de Cristo. San Jerónimo lo define conforme a la Sabiduría del Espíritu Santo, que el clero, cuando reconoce el propio nombre, se trata de «Porción del Señor»; el Señor los agrupa para salvar a las almas. No se le debe tratar con ningún desprecio. Los masones se definen claramente anticlericales, puesto que no tienen a Cristo, obran con odio, y es un daño que se hacen así mismo para el día de la Ira, cuando el Señor los va llamando para el juicio, terminan muy mal. Pero habían tenido oportunidades y facilidades para obrar el bien, pero no lo quisieron hacer.


Quiso el Señor que algunos Santos formase una Tercera Orden, en el Caso de San Francisco de Asís, para los seglares. Pero esto ya viene del tiempo de Jesús, recordando a la familia que acogieron a Jesús, María, Marta, y Lázaro. Siendo María la que escogió la mejor parte. 

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