domingo, 13 de septiembre de 2020

No te vayas de la Iglesia, huye de los lobos [San Cirilo de Jerusalén]

Son muchos los cristianos que apostatan, muchos bautizados que se rinden en el camino de su salvación, no pueden soportar la cruz, porque ven los ejemplos malvados de algunos que se consagran al Señor, son despreciados por personas que se hicieron pastores, sacerdotes, obispos, cardenales, cuando sucede algo así, el resultado es que no son siervos de Cristo Jesús. Donde se siembra el mal, no está el Señor sino el Maligno.

Se debe tener la mirada fija en la Voluntad de Dios, el corazón bien dispuesto no se deja engañar por los falsos hermanos, no ponen sus oídos en lo que dicen los falsos maestros. 

La Iglesia no pertenece a las personas, sino que su Autor es Dios, y si Dios que te ha buscado, que te ha llevado a la Iglesia, al redil, solo a Él debemos agradecer, aunque todos los demás pastores modernistas, todos son rebeldes, infieles y desobedientes a la Voluntad de Dios, aunque estos tales se revuelvan contra nosotros, por que somos fieles y obedecemos a Dios, quiere que permanezcamos en la Iglesia. Pero también necesitamos vivir la vida de Jesús, conociendo bien que es lo que quiere con nosotros. Al mal que nos hacen, lo mejor que debemos hacer es intensificar la oración, sacrificio, penitencia, perseverancia.


San Cirilo de Jerusalén

Catequesis 6, 36

Biblioteca Patrística

 No te alejes de la Iglesia 


Reúnete con las ovejas; huye de los lobos; no te alejes de la Iglesia. Aborrece incluso a los que en algún momento ha sido sospechoso de esas cosas; y si con el tiempo no te convence de su conversión; no te confíes temerariamente. Se te entrega la verdad de la monarquía divina; descubre el desarrollo de estas enseñanzas: Sé un probado banquero, reteniendo lo bueno, y apartado de toda clase de mal (1º Tes 5,21-22). Y si alguna vez fuiste eso, reconoce y aborrece el error, porque el camino de la salvación está en que lo vomites; en que lo aborrezcas de corazón; en que te apartes de ellos, no solo con los labios, sino con alma; en que adores al Padre de Cristo; al Dios de la Ley y los Profetas; en que conozcas al bueno y al justo, al que es el único y verdadero Dios. Que Él os conserve a todos vosotros manteniéndoos firmes, sin tropiezos, fuertes en la fe, en Cristo Jesús y Señor nuestro, a quien sea dada la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

 

No hay necesidad de alejarnos de la Iglesia, aunque los hombres sin Dios que también se hacen pasar por sacerdotes, quieran excomulgarnos. Almas que no tienen a Dios, que los hay, como obispos, cardenales, o suplantadores del Papa, pero son poderosos, ya que atraen para sí a una multitud de ciegos. Si un ciego guía a otro ciego, los dos caen en el hoyo, dice el Señor. 

Alguna que otra vez, cuando escribía, ya hace mucho tiempo, algún comentarista me acusaba: “por tu culpa se marchan otros de la Iglesia”.

La apostasía es la opción personal de quienes no han amado al Señor, ni han dedicado su vida a la oración, muy acostumbrados a las cosas terrenales.

Los cristianos que no cometen apostasía es porque edifican en Cristo Jesús, no se tambalea, están firmes en la fe. Los que edifican sobre arena no pueden soportar ninguna situación adversa, se desesperan. Son zarandeados por el príncipe de las tinieblas.

Abandonar a la Iglesia, o criticarla, acusarla, así es como se conoce a quien ha perdido por completo la cabeza y van de mal en peor. 

La renuncia a la Iglesia es el plan del enemigo de las almas, pero enemigos del alma son tres: mundo, demonio y carne. Y estos enemigos envía al infierno a sus seguidores.

El demonio los quiere fuera de la Iglesia Santa de Dios, para tener todo el dominio de esa alma y sufra mucho. En la Iglesia Católica tenemos la protección del Altísimo, el Señor no nos abandona por muy duro que sea nuestra lucha contra nosotros mismos, nuestras tentaciones que con la perseverancia que el Señor nos da a todos, si se lo pedimos con humildad y respeto, sin exigirle nada. Pues nuestras tentaciones pierden dominio, poder sobre nosotros y somos libres. Y aunque el tentador vuelva a intentarlo, siempre tenemos a Jesús y a María Santísima.

No abandones a la Iglesia, es tu único camino para estar con Jesús, que te lleva al Padre Celestial, esperemos siempre en el Señor, siempre con paciencia, pues la impaciencia oscurece la mente y ennegrece el corazón. Seamos humilde de corazón y la soberbia se alejará de nosotros. 

No pongamos oídos a los falsos maestros, y estaremos siempre con el Señor. Alejémonos de los herejes, de los libertinos, de los mundanos, para que tengamos lugar en el Reino de los cielos.

Aborrezcamos toda maldad que en el pasado hayamos cometido, estábamos ciegos, nos ataba el diablo, pero el Señor nos ha rescatado, seamos constantemente agradecidos al Señor.

Son muchas las almas que no han sido fieles al Señor, y han renunciado a su vocación, sacerdotes, religiosos, religiosas, una multitud de bautizados que se arrojan a las sectas. 

La instrucción en la sana doctrina de la Iglesia Católica nos ayuda a protegernos de las enseñanzas envenenadas de los modernistas. Acudamos a las fuentes de la Sagrada Tradición de la Fe Apostólica del Señor. 

Es muy urgente la instrucción en la fe, y esto nos ayudará en la medida que intensifiquemos en la oración. 

Son numerosos los bautizados que se perderán, precisamente porque no rezan con sinceridad en el corazón y se unen superiores herejes y excomulgados que los están alejando del plan salvador de Nuestro Señor Jesucristo. 

No hay otro camino, solamente desde la Sagrada Tradición del Señor, estamos en la Iglesia Católica, el modernismo es un abismo que termina en los tormentos del infierno, 

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