miércoles, 9 de septiembre de 2020

Vivamos cada día como auténticos cristianos que complacen solo a Dios (2º Timoteo 2,15-16)

 




El amor de Dios, cuando dejamos que entre en nuestra propia vida, cambiamos conforme a la divina Voluntad. Las conversaciones profanas no son el lenguaje de la fe, sino de la corrupción. Muchas veces los pastores parecen que no pueden romper con el mundo. Les falta esas palabras espirituales.

Se podría decir que las conversaciones como gestos profanos son senderos que terminan en el infierno.

Aprendemos a purificar nuestra vida, cuando todos los días leemos y meditamos la Palabra de Dios. Lo profano que nos iba corrompiendo, sucede el milagro, de que cuando nosotros oímos atentamente al Señor, le consultamos en todas nuestras necesidades y nos ayuda siempre.

Para no perder el camino del Señor, rompemos con el camino mundano. La Eucaristía, la Santa Misa, la comunión de rodillas y en la boca, nuestro hombre se va desvaneciendo y nos transformamos en criaturas nuevas en Cristo Jesús.

Leo que algunos pastores hablan tantas cosas profanas, que el pueblo cristiano se imaginan que eso es tambien parte del Evangelio, y nunca han leído las Sagradas Escrituras, y no tienen interés en hacerlo. Imitan lo malo como si fuera bueno.

Está demostrado que todo comportamiento profano, cierra las puertas del Reino de los cielos.

Profano y pagano no son caminos de redención. El interés por la costumbres que no proceden de la Tradición de la Fe Apostólica del Señor,  con su nuevo humanismo, siempre es rechazo a Dios.

Jesús nos ha enseñado la verdadera humanidad, los Santos Mandamientos, preceptos, normas reglas, las obras de caridad, ahí encontramos el auténtico humanismo, pues es espiritual y santo. Jesús nos enseñó como vencer nuestras tentaciones.

Una nueva forma de evangelizar, no es el mismo que hemos recibido del Señor. Y no lo debemos aceptar para no perder al Señor nuestro Dios.

Nosotros debemos ser justificados ante Dios, y para eso, es necesario soportar el odio del mundo.

No podemos quedarnos con la mentalidad, "somos pecadores y débiles", pues aunque nos reconozcamos con nuestras debilidades, lloremos nuestros pecados, oremos intensamente noche y día. 

Es bastante frecuente, que la muerte ha sido repentina, en muchas almas que habían planeado en irse de vacaciones en unos días. A muchos cristianos la muerte le ha sorprendido en medio de sus pecados... la ira, las impurezas, las riñas, las malas palabras, las murmuraciones, las calumnias... Sin vida de oración el alma se arroja a su propia ruina.  

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