miércoles, 12 de junio de 2024

Isaías XXIV: Catástrofe cósmica (17-20).

 Muchas catástrofes están sucediendo en el mundo, inundaciones, terremotos, avalanchas de los montes, grandes rocas que caen de las montañas, y pasan por la carretera, algunas aplastan los coches que van por ese camino. Las plagas aparecen en donde no los había anteriormente. Así como las lluvias torrenciales, granizos de gran tamaño, enfermedades nuevas que la ciencia de este mundo no sabe encontrar soluciones, enfermedades en los árboles, las plagas afectan también a la vida vegetal.

Todas las soluciones que parecían importantes por los impíos, terminan siendo arruinados, porque el Señor rechaza a los impíos, a los pecadores, a los rebeldes.  

La mayoría de los cristianos no saben por qué sucede estas cosas, y preguntan: ¿Por qué Dios permite esto? ¿Por qué hay tanto mal en el mundo? Pero las repuestas la tienen delante de sí, en el caso que tenga la Sagrada Biblia. Pero si la tiene y no quiere oír a Dios, es culpa de ese hombre. 

En la rebeldía de los malvados incorregibles, están la anti-misa "novus ordo" es un gran pecado mortal, porque no es obra de Dios, sino de herejes, de personas excomulgadas, y cada vez la situación va de mal en peor en el Vaticano, en Roma, y allá quienes no quieren reconocer la realidad, ¡ay de los impíos! 


Isaías XXIV

Catástrofe cósmica (17-20).

17 Terror, hoya, red sobre ti, habitante de la tierra. 18 Y sucederá que el que huya de la voz de pánico caerá en la hoya, y el que salga del medio de la hoya se enredará en la red, porque ábrense las cataratas en lo alto y tiemblan los fundamentos de la tierra. 19 La tierra se rompe con estrépito, la tierra retiembla, se conmueve. 20 La tierra vacila como un ebrio, es sacudida como una choza. Pesan sobre ella sus pecados, y caerá para no volver a levantarse.

 

Comentario Bíblico:

Las frases con que se describe la conmoción cósmica son muy parecidas a las de Am 5:19 y Jer 48:4355, quedando como estereotipadas en la literatura apocalíptica. Habrá una ola de terror, en tal forma que el que no caiga en un peligro caerá en otro (hoya, red.), y los mismos elementos cósmicos se asociarán a la conturbación general. Sus cataratas, e.d., las compuertas (Gen 7:11; 8:2) de los cielos, que Dios abre a voluntad cuando quiere enviar una inundación con las aguas de arriba (Gen 1:4), que estaban sobre el firmamento, concebido como una masa sólida. Y los fundamentos de la tierra son los pilares en los que se asienta la tierra sobre el abismo. Los hebreos concebían la tierra asentada sobre cuatro columnas que a su vez se sumergían en el abismo de aguas, el tiamat de la literatura asiro-babilónica. El profeta describe aquí un tremendo terremoto, en virtud del cual la tierra vacila como un ebrio y es sacudida como una choza (v.20). El símil está tomado de las chozas en forma de hamaca que se ponían en las viñas para guardarlas, que solían ponerse a veces en la copa de un árbol. Por eso aquí, al temblar la tierra, es hamada por el viento. Y todo esto no tiene otra causa que los pecados (v.20) que la cubren y pesan sobre ella como un vestido de maldición.

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Mi comentario: 

Hay personas en todo el mundo, sienten verdadero terror por todo eso que están experimentando, las inundaciones por medio de esas grandes olas que llaman "tsunamis" que van arrasando todo lo que hay a su paso, y llegan a adentrarse en ciudades, los terribles huracanes, torbellinos, en los campos, aldeas,  un viento tan fortísimo que consigue arrancar casas y llevarse animales, esto se ve también en documentales de sucesos reales. 

Hay algunas personas que se divierten en esto, y lo ven como si fuera un entretenimiento, se ríen porque no les ha tocado de cerca. Pero el terror que experimentarán llega a ser mortal.  

Donde se han grabado los efectos de terremotos, las gente que van por la calle, como si fueran ebrios, se tambalean por los movimientos bruscos de la tierra. Tienen que sujetarse para no caer, otros caen. La tierra se rompe, y algunos caen porque están en el camino por donde se resquebraja el terreno. No hay quien escape, como dice el Señor por el Profeta Isaías.

Con frecuencia las personas que han llegado a experimentar estas advertencias, de nuevo se lanza a sus vicios y pecados. No tienen solución, no quieren convertirse. 

Son numerosos los pecados que padece la tierra por la siembra que cometen los que pertenecen al diablo. 

Otra de las causas es el "novus ordo", ya lo había referido más arriba. Y no hay signos de arrepentimiento, ni de recuperar la Santa Misa de Siempre. Y los espíritus demoniacos consigue atrapar a tantas almas para luego atormentarlas en el infierno. 

Han dejado pasar los tiempos de la verdadera Misericordia, la que la Palabra de Dios nos ha mostrado en la Sagrada Biblia. 

Hoy los impíos enseñan que Dios no castiga, que siempre perdona, que aún estando en muy graves pecados mortales se salvarán. Las enseñanzas de los impíos son puertas abiertas a las falsas esperanzas, puerta abierta que arrastra a la condenación eterna. 

lunes, 26 de septiembre de 2022

La doctrina católica prohíbe el suicidio. (4º y último)

Actualización: 16 de septiembre de 2023

En esta parte, tenemos enseñanzas de Santo Tomás de Aquino y de la Enciclopedia de la Religión Católica, preparada por teólogos, lo que nos enseña el Código de Derecho Canónico de 1917.

«¿Acaso no sabéis es templo del Espíritu Santo, que habita en vosotros de Dios? Y no os pertenecéis, pues habéis sido comprado [rescatado] a buen precio. Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!» (1Corintios VI,19-20)




Glorificamos a Dios cuando no consentimos pecado de ninguna clase, ni con el pensamiento. 

Darse muerte así mismo para no glorificar a Dios. La persona no tiene ningún derecho en destruir la propia vida. el Señor nos creó para la vida eterna, el que se mata así mismo, inmediatamente es juzgado y condenado. Actualmente hay teólogos que dicen lo contrario, incluso se inventan mentiras atribuyéndola a algún santo, como esta, que entre el momento que inicia su momento de suicidio, arrojándose desde un puente, y entre el suelo, encontrará misericordia de Dios, los herejes enseñan esas cosas.

Los cristianos que no son capaces de avanzar en la fe, y cuando habla del suicida, se acomodan a falsedades que atribuyen los propios errores personales a los santos como queda claro. Pero no aprenden porque se niegan a aceptar la verdad, siguen así, porque tienen el corazón la mente corrompidos.

El suicidio es un crimen aún mayor, que si se le quitara la vida a una persona, pero la pena de castigo para los que se suicidan, es mucho más rigurosa. Quitarse la propia vida es pecar gravemente contra Dios.

Durante la tragedia destructiva de destruir a la humanidad, aviones que se estrellaron en "La Torres Gemelas", luego echaron la culpa a otras organizaciones... A mi parecer los que se arrojaban por las ventanas, no serían creyentes fervorosos, mayormente ateos o de otras falsas religiones, pero un verdadero católico, bien instruido en al doctrina de la Iglesia Católica, teniendo presente los mandamientos de Dios, no se daría muerte así mismo. 

El suicidio es claramente prohibido por la Palabra de Dios. Se dice que la psiquiatría dice que no es pecado grave, pero si no omitiera las enseñanzas de la Iglesia Católica, claramente es pecado gravísimo en todos los sentidos. 



¿Quién quiere verse atormentados en el infierno? Nadie, pero hay personas en mi barrio, que me llegaron a decir, que prefieren el infierno y no el cielo. Con la muerte de ellos, se dieron cuenta del sufrimiento espantoso de los condenados.

Pues el demonio que es astuto, y padre de la mentira, les engaña de muchas formas, a fin de que no se acerquen a Dios, por la oración, y desconfíen del perdón del Señor y termina destruyendo su propia vida, y en ese mismo instante, quedan convencidos que es castigo eterno. Olvidados de Dios y de este mundo. 



¿Puede ayudarme la Biblia si ya no quiero vivir?

Sí puede ayudarlo, pues es la Palabra de Dios y él consuela a los desanimados (2 Corintios 7:6).

Ore a Dios.

Lo que dice la Biblia: “A la vez que echan sobre él toda su inquietud, porque él se interesa por ustedes” (1 Pedro 5:7).

Dios puede darle paz interior y fuerzas para seguir adelante (Filipenses 4:6, 7, 13). Así es como Dios ayuda a los que se acercan a él (Salmo 55:22). "Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría." 1 Pedro 4:12-13

"Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría." 1 Pedro 4:12-13

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Verdaderamente el Señor se interesa por todos nosotros, si vamos a Él, los problemas, las dificultades que tenemos en lo personal, se desvanece, el mal se aleja de nosotros. La devoción a la Santísima Virgen María, siempre nos ha ayudado a perfeccionarnos ante su Hijo Jesús, que nos acoge. El ateísmo no es la solución para resolver ninguna clase de problemas personales, solo Dios puede ayudarnos, confiando también en la intercesión de la Santísima Virgen María. 

Y así nos lo explica Santo Tomás de Aquino en

Suma teológica. Parte II-IIae

Cuestión 64

El homicidio

 

Artículo 5: 

¿Es lícito a alguien suicidarse?

Objeciones por las que parece que a alguien le es lícito suicidarse:

1. El homicidio solamente es pecado en cuanto es contrario a la justicia. Mas nadie puede hacerse a sí mismo injusticia, como se prueba en V Ethic. Luego nadie peca suicidándose.

2. Matar a los malhechores es lícito al que tiene pública potestad. Pero algunas veces el que tiene pública potestad es malhechor. Luego le está permitido darse muerte.

3. Es lícito que uno se exponga espontáneamente a un peligro menor por evitar el peligro mayor, como también es lícito que uno se ampute un miembro podrido para salvar todo el cuerpo. Pero a veces uno, dándose muerte a sí mismo, evita mayor mal, como sería una vida miserable o la torpeza de algún pecado. Luego es lícito a algunos suicidarse.

4. Sansón se dio muerte, según se tiene en Jue 16,30; y, sin embargo, se le enumera entre los santos, como es manifiesto (Heb 11,32). Luego es lícito a alguno suicidarse.

5. En el libro de 2 Mac 14,41ss se cuenta que Razias se dio muerte, prefiriendo morir noblemente antes que caer en manos de pecadores y sufrir injurias indignas de su linaje. Pero nada que se haga noblemente y con valor es ilícito. Luego no es ilícito darse muerte.

Contra esto: está Agustín, en I De civ. Dei, que dice: Sólo nos queda aplicar al hombre este precepto: No matarás. Ni a tu prójimo ni a ti, porque el que se mata, mata a un hombre.

Respondo: Es absolutamente ilícito suicidarse por tres razones: primera, porque todo ser se ama naturalmente a sí mismo, y a esto se debe el que todo ser se conserve naturalmente en la existencia y resista, cuanto sea capaz, a lo que podría destruirle. Por tal motivo, el que alguien se dé muerte va contra la inclinación natural y contra la caridad por la que uno debe amarse a sí mismo; de ahí que el suicidarse sea siempre pecado mortal por ir contra la ley natural y contra la caridad.

Segunda, porque cada parte, en cuanto tal, pertenece al todo; y un hombre cualquiera es parte de la comunidad, y, por tanto, todo lo que él es pertenece a la sociedad. Por eso el que se suicida hace injuria a la comunidad, como se pone de manifiesto por el Filósofo en V Ethic.

Tercera, porque la vida es un don divino dado al hombre y sujeto a su divina potestad, que da la muerte y la vida. Y, por tanto, el que se priva a sí mismo de la vida peca contra Dios, como el que mata a un siervo ajeno peca contra el señor de quien es siervo; o como peca el que se arroga la facultad de juzgar una cosa que no le está encomendada, pues sólo a Dios pertenece el juicio de la muerte y de la vida, según el texto de Dt 32,39: Yo quitaré la vida y yo haré vivir.

A las objeciones:

1. El homicidio es pecado, no sólo porque es contrario a la justicia, sino también porque es contrario a la caridad que debe tener uno consigo mismo; y en este concepto el suicidio es pecado contra uno mismo; pero, además, respecto a la sociedad y a Dios, tiene también razón de pecado por oposición a la justicia.

2. El que ejerce pública potestad puede matar lícitamente al malhechor, por cuanto puede juzgarle; pero nadie es juez de sí mismo, y, por consiguiente, no es lícito al que ejerce pública potestad darse muerte a sí mismo, cualquiera que sea su pecado; pero sí le es lícito someterse al juicio de otros.

3. El hombre se constituye en señor de sí mismo por el libre albedrío, y, por tanto, puede lícitamente disponer de sí mismo en lo que pertenece a esta vida, la cual se rige por el libre albedrío del hombre. Pero el tránsito de esta vida a otra más feliz no está sujeto al libre albedrío del hombre, sino a la potestad divina; y por esta razón no es lícito al hombre darse muerte para pasar a otra vida más dichosa.

Tampoco lo es el que rehúya ciertas miserias de la vida presente, puesto que la muerte es el último de los males de esta vida y el más terrible, como se muestra por el Filósofo en III Ethic. Por consiguiente, suicidarse para evitar otras miserias de esta vida es preferir un mayor mal por evitar uno menor.

Ni tampoco es lícito darse muerte por algún pecado cometido, ya porque con esto se causa uno a sí mismo un perjuicio máximo, puesto que se priva del tiempo necesario para la penitencia, ya también porque no es lícito matar al malhechor sino mediante juicio de la pública potestad.

Ni igualmente es lícito a la mujer darse muerte para no ser violada, ya que no debe cometer un crimen mayor, que es el suicidio, para evitar un delito menor ajeno; pues la mujer violada a la fuerza no peca si no da su consentimiento, porque el cuerpo no se mancha sino por el consentimiento del alma, como dijo Santa Lucía. Mas consta que es notoriamente menor pecado la fornicación o el adulterio que el homicidio y, sobre todo, que el suicidio, el cual es gravísimo, porque el hombre se causa a sí mismo un daño, debiéndose un máximo amor, y también, es pecado peligrosísimo, pues no queda tiempo para expiarlo por la penitencia.

Finalmente, tampoco es lícito darse muerte por temor a consentir en el pecado, puesto que no deben realizarse males para que sobrevengan bienes (Rom 3,8) o para evitar otros males, sobre todo menores y menos ciertos. Y es incierto si uno consentirá más adelante en el pecado, puesto que Dios puede librar del pecado al hombre en cualquier tentación que le asalte.

4., como dice Agustín, en I De civ. Dei, el que Sansón se sepultara con sus enemigos entre las ruinas del templo sólo se excusa por alguna secreta intimación del Espíritu Santo, que obraba milagros por su medio. El mismo razonamiento aduce Agustín respecto de ciertas santas mujeres que se dieron muerte en tiempo de persecución y cuya memoria celebra la Iglesia.

5. Pertenece a la virtud de la fortaleza el que alguien no rehúse que le maten por otro a causa del bien de la virtud y para evitar el pecado. Pero el que uno se suicide para evitar sufrimientos penales sólo tiene una apariencia de fortaleza, por lo que algunos se quitaron la vida a sí mismos creyendo que obraban valerosamente, entre los que se enumera el caso de Razías; pero no es verdadera fortaleza, sino más bien cierta flojedad del alma, que es incapaz de soportar padecimientos penales, como ponen de relieve el Filósofo en II Ethic., y Agustín en I De civ. Dei.

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Ya para terminar, también podemos aprender de la Enciclopedia de la 

Religión Católica, MCMLVI (1956)

 

Suicidio (voz formada a semejanza de “homicidio”, lat. Homicidium, del latin, sui, “de sí mismo” y el verbo caedere, “matar). Acto y efecto de quitarse la vida a sí mismo, de un modo violento y por la propia voluntad.

Aun cuando quizás el darse la muerte así mismo informa con frecuencia un acto de locura, es también cierto que el problema de si el suicidio es lícito o aconsejable en ciertas ocasiones, se planteó más de una vez en el curso de la ética clásica.

En general, el espíritu griego estuvo predispuesto a no a no sentir como absurdo el suicidio, llevado de aquel pesimismo que inducía a que su gnómica afirmara que “para el hombre lo mejor es no haber nacido, y si ha nacido, atravesar lo más pronto las puertas del Hades”. Sin embargo, aunque las aspiraciones orficopitagoricoplatónicas apuntaban a un feliz más allá que invitaba a desear la muerte, el suicidio fue condenado como la fuga de la cárcel corpórea en que la divinidad encerró al alma, y las antiguas legislaciones prescribieron penas contra los suicidas; así, en Tebas, sus cadáveres eran arrojados ignominiosamente a las llamas. No obstante, las corrientes filosóficas de libertad el espíritu de la infelicidad de la existencia. Pero el derecho se preocupó siempre de dictar leyes encaminadas a contraponer a la tendencia suicida los medios necesarios para evitarla, y se discutió si entre tales medios entraba la sanción penal.

Los jurisconsultos romanos se adhirieron a la máxima estoica que declaraba licito el suicidio, pero lo castigaban cuando de tal acto resultaba perjuicio a los ciudadanos, como en el caso del esclavo; a la republica en la hipótesis del militar, y al fisco cuando el suicida quería substraerse con esto a las consecuencias de un delito que hubieran traído consigo la confiscación de bienes. En los tiempos modernos la disputa es continuada, pero los principios de derecho penal q que han presidido la redacción de los modernos Códigos en material penal han eliminado de los hechos de carácter punible el suicidio; con todo, ha establecido disposiciones respecto del suicidio y de la penalidad en que incurren los que prestan auxilio al suicida para que se prive de la existencia.

La doctrina católica prohíbe absolutamente el suicidio, y así en el Derecho Canónico, considerado un delito, puesto que el hombre es solamente custodio y usuario de la propia vida, de la que es Dios el dueño absoluto. Cuando la violencia contra sí consigue la muerte, el suicidio trae consigo la privación de sepultura eclesiástica.

Para la aplicación de esta sanción, además el supuesto común de que el suicida no había dado señales de arrepentimiento antes de la muere, se requiere la existencia de los extremos necesarios para establecer la plena voluntad y responsabilidad del suicida en orden al éxito de su acción letal. Cuando existen dudas acerca del estado de plena imputabilidad del suicida, sea por insania o por otras causas que excluyen la imputabilidad, no debe negarse la sepultura eclesiástica; también ésta puede concederse en el caso de que el suicidio, aunque culpable, sea solamente conocido de los familiares, teniendo cuidado de evitar que llegue a ser notorio.

En el caso de que la violencia contra sí no vaya seguida de la muerte, los culpables del atentado del suicidio son excluidos de los actos legítimos eclesiásticos; además, si son clérigos han de ser suspendidos por tiempo indefinido por el Ordinario y privados de cualquier beneficio o cargo que tenta cura de almas, sea en el fuero externo, sea en el interno. La tentativa de suicidio es considerada como causa de irregularidad “ex delito”.

En el C. I. C. se puntualizan en los siguientes cánones los extremos referentes a los suicidas: son irregulares: c. 985, número 5; se les debe negar sepultura eclesiástica, c. 1240, § I. n.º 3, y V. los c. 1241, 2339; otras penas, 2350, § 2.

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Es lo correcto, esta negación se debe que la persona que se ha suicidado, en el mismo instantes ya ha entrado en el infierno, cuyos tormentos son muy terribles, mucho más que lo que se ha podido padecer en este mundo.

Comprendiendo que el suicida son personas que, movidos por el demonio, y como hemos leído anteriormente, es insistido por el diablo para darse muerte.

Que no es por decirlo así, por enfermedad mental, pero sus causas se encuentran en las ofensas a Dios, en los pecados, en gran número, cometidos contra Dios, pecando contra los Santos Mandamientos divinos.

No nos dejemos engañar por los múltiples errores y herejías que contiene el libro modernista elaborado por el Concilio Vaticano II, Karol Wojtyla y Joseph Ratzinger, y con los distintos equipos que han colaborado en esas ediciones. No se trata de un verdadero catecismo. Pero es aceptado por los modernistas. Se trata también de un libro relativista y protestante, pues de católico apenas tiene.  

Cuando nos tomamos en serio conocer la fe de la Iglesia Católica, acudimos a fuentes confiables del Sagrado Magisterio Tradicional de la Santa Madre Iglesia Católica. 

Hemos de convencernos que cuando oramos con devoción, confianza, fe, el tentador no tiene poder sobre nosotros,  pues si nos hemos hecho examen de conciencia antes de la confesión sacramental, cuando hemos expulsados por medio del arrepentimiento, todo lo sucio que había en nosotros causado por el pecado, las tentaciones no nos empuja al mal. 

Y aquí termina estas reflexiones, las enseñanzas pertenecen a la Fe de la Iglesia Católica que aceptamos como gran ayuda y así poder comprender estos asuntos que no se enseñan, porque la mayoría ha perdido la fe, y siente molestias hacia las enseñanzas conforme a la Tradición del Señor. 

• «Ni la cantidad, ni la calidad de los males que hemos cometido nos hagan vacilar en la certeza de la esperanza. Aumenta mucho nuestra confianza el hecho del buen ladrón, el cual no era bueno sino ladrón. Pensad bien cuan incomprensibles son en Dios las entrañas de misericordia. Este ladrón, que había sido preso en el camino con sus manos manchadas en sangre, fue colgado en el patíbulo de la cruz; en el confeso, en el fue sanado y en el mereció oír: Hoy estarás conmigo en el paraíso. ¿Qué significa esto? ¡Quién podrá explicar debidamente la bondad de Dios! En vez de recibir la pena debida por nuestros crímenes, recibimos los premios prometidos a la virtud. El Señor ha permitido que sus elegidos incurran en algunas faltas para dar esperanza de perdón a otros que yacen agobiados bajo el peso de sus culpas, si acuden a Dios con todo su corazón, y además les abre el camino de la piedad por medio de los gemidos de la penitencia (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 20 sobre los Evang.). »

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El próximo tema si Dios quiere, se tratará sobre el limbo, 


Y adelanto algunos puntos.


Que los niños muertos sin bautismo, así mismo como los que han sido abortados, también resucitarán, pero no para entrar en el Reino de los cielos. Pues es imposible para ellos, ya que murieron con el pecado original. 

Que los niños muertos sin bautismo, no padecerán las mismas penas de los condenados del infierno. Aquí vemos la gran misericordia de Dios, que aunque estén privados del Reino de Dios, no tendrán el mismo castigo.

Se ha comentado, sobre el bautismo de deseo y de sangre, esto es improbable, es como si uno ya adulto, quisiera aplazar su conversión para más adelante, y no llega y muere lejos de Dios. 

Para los que hemos recibido el sacramento del Bautismo, tenemos que dar gracias a Dios por los inmensos beneficios que recibimos, y que debemos procurar urgentemente, no consentir ninguna clase de pecado ni mortal ni venial. Pues las almas condenadas en el infierno saben bien que no podrán entrar en la vida eterna. y sufren terribles daños. 


martes, 20 de septiembre de 2022

A donde empuja el suicidio, Desesperación del suicida (3)

 

Tercera parte.

En la parte (1), está esta falsedad, una mentira del diablo en el autor que se inventó tal cosa, pues es contrario a la fe y al Magisterio Tradicional de la Santa Iglesia católica. No se debe creer, pero los que tienen suciedad mental y en su corazón, lo aceptan, porque no tienen inteligencia para comprender las cosas a la luz de la Fe en Cristo Jesús.:

Los herejes suelen referirse a esta falsa historia para intentar demostrar que el suicida puede incluso hallar la Gracia de Dios y salvarse. Y suele variar la forma en que lo cuenta, pero engañados por el demonio engañan a los necios.

“Recordemos la historia de la pobre viuda que fue a confesarse al cura de Ars, cuyo marido se había suicidado tirándose de un puente al río. Y lloraba diciendo: “Yo soy una pobre pecadora. ¡Pero pobre mi marido, que estará en el infierno! Porque se ha suicidado y el suicidio es un pecado mortal. Estará en el infierno”. Y el cura de Ars le dijo: “Tranquila, señora, porque entre el puente y el río está la misericordia de Dios”. Hasta el final, hasta lo último está la misericordia de Dios.”

Pues bien, otros cambian la palabra de “marido” por “hijo”. Lo que se confirma en la falsedad de la historia, además, que no se encuentra como ejemplo en los sermones del Santo Cura de Ars. Son personas que acostumbran a mentir. Y todo mentiroso es del diablo. Ciertamente. Y comparten sus errores con ciegos, y alcanzan popularidad. Pero ganar a la gente con engaños y mentiras es colocarse en la vía de la perdición eterna. Pues multiplican las culpas.

«Sea así que yo haya errado, mi yerro quedará conmigo» (Job XIX, 4).

Así cada persona es lo mismo, tanto el error no debe pasar a otros, pero si el otro acepta el error, o imita el pecado, sufrirá doble castigo.

Comprendemos, que si hay personas que el suicida llega a alcanzar la Misericordia de Dios, está en grave error, y no debe pasar sus errores a nosotros, pero es necesario demostrar la verdad sin que faltemos a la caridad, como hacen ellos con nosotros.

 

¿Trastornos psicológicos? No, más bien fue la consecuencia de la apostasía, del rechazo a Dios.

«Y Satanás entró en Judas, que tenía por sobrenombre Iscariote, uno de los doce. »  (San Lucas XXII, 3; San Juan XIII, 27)

«Y arrojando las monedas de plata en el templo, se retiró, y fue, y se ahorcó con un lazo» (San Mateo XII, 5)

El Iscariote tenía a Jesús misericordioso a su lado, pero no le amó, y no se interesó por la misericordia de Dios. Tampoco a los suicidas de cualquier época.

La sugestión, la influencia del demonio son causas de toda clase de crímenes y suicidios.

Si alguno dice que no se sabe bien las causas, la Palabra de Dios nos ayuda a comprenderlo, siempre a la luz de la fe en Cristo Jesús y la Sagrada Tradición: «Lectio divina»

Pero el Iscariote no quedó colgando, sino que sucedió lo siguiente:

«y colgándose reventó por medio, y se derramaron todas sus entrañas»
(Hechos de los Apóstoles, I, 18)

Comentario Bíblico: «Tal fue el efecto visible en este mundo de la justicia divina con este apostata. La palabra griega… significa que tiene la cara baja, inclinada hacia la tierra, que es la postura regular de un ahorcado. Algunos quieren que se precipitarse o despeñarse: pero San Mateo dice que se ahorcó; y lo mismo se declara en este texto»

 

En el Evangelio (San Mateo, XXII, 3) leemos que el Iscariote se arrepintió, ahora bien, que, en lugar de buscar el perdón de Nuestro Señor Jesucristo, ya no se acordó de Él, la desesperación, la angustia, la terrible oscuridad interior; pero fue corriendo a buscar consuelo ante los enemigos de Cristo, y en los malos no se puede encontrar ninguna misericordia, ninguna compasión y planeaban como darle muerte a Jesús, y tiró las treinta monedas. Fueron los remordimientos de conciencia por tan tremendo pecado.

El arrepentimiento de nuestros pecados deben ser muy sinceros, que nadie puede engañar a Dios. El arrepentimiento del Iscariote, al no ser verdadero, terminó muy mal. 

La codicia por el dinero le empujó al castigo, muy terrible.

Judas, viendo el furor de los Judíos después de haberle declarado reo de muerte, no descansaría hasta verle crucificado, abrió los ojos para conocer y condenar su delito. Más este arrepentimiento fue estéril e inútil, y así añadió otro mayor pecado de desesperación. Se ahorcó. No consta si la infeliz muerte de este miserable fue antes o después de la muerte de Jesucristo. Es opinión común que el desdichado discípulo ató el lazo con que se ahorcó de un árbol; y aún el poeta Juvenco determina en particular la higuera: ficus de vertice. San León: suele el demonio después de haber cegado a muchos para que se precipiten en las mayores abominaciones y delitos, abrirles por último los ojos, para que, considerando la atrocidad de sus maldades, y oprimidos de su peso, caigan en desesperación, y por esta en el infierno. (Comentario Bíblico)

Terrible, un “arrepentimiento” por no ser verdadero que puede llevar a la desesperación, pero es también los remordimientos de conciencia, que reconoce su iniquidad, pero desconfiar del perdón del Señor, es aún más grave.

Claro, con la muerte de Jesucristo, el Iscariote ya no sabría a donde recurrir, por lo que ya no se acercó a Jesucristo cuando tenía tiempo y para pedirle perdón. El pecado de este mal siervo, le alejó del Salvador de las almas.

El Apóstol Pedro, después de haber negado a Jesucristo, por tres veces, pero le seguía en la distancia, y se vieron: Jesús y Pedro, reconoció su pecado y se arrepintió. Jesús aún vivía.

En el caso del Iscariote, ya no pudo remediar su pecado, a causa de que estando con Jesús, no tenía fe en él, pues tenía el corazón endurecido, y cuyo arrepentimiento de nada le sirvió.

Los impíos herejes, y cuando se trata de los que pertenecen al "Anti-Cristo", se compadecen de esta almas, y enseñando falsamente, dicen que Jesús ha tenido misericordia con él. El Iscariote en todo el tiempo, fue pecando contra la Misericordia divina. Por lo que no pudo ser perdonado. 

 

Remordimientos de Judas, (Wikipedia)

En el cuadro vemos la amargura del Iscariote, y al fondo, por la ventana, cuando estaba levantando a Cristo crucificado.

En las ediciones modernistas de la Sagrada Biblia, los editores alteraron, modificaron este y otros muchos textos. Y los lectores andan confusos.

La muerte del Iscariote, es que también la corrupción de su cuerpo, se descompusiera más rápido, pues era infinito su pecado, vender a Dios a los malvados por 30 monedas. Y luego se desparramaron sus entrañas, pero también es posible que fueran los cuervos quien fueran destrozando el cuerpo muerto del Iscariote, que luego se desparramaría, y los perros se comerían sus restos.

Entonces, según las Escrituras, la tentación del suicidio no puede ser por la enfermedad, sino por el pecado, o pecados gravísimos. Toda enfermedad mental se debe a que el alma se aparta de Dios y no renuncia a ofenderle, por lo que interviene el demonio para provocar el suicidio, y que finalmente contra el quinto mandamiento, se vea al momento condenado.  

Aquellos que no han sufrido salud mental, es porque llevan una vida muy ordenada a Dios; una vida religiosa, atento a los Santos Mandamientos divinos.  

Este pecado mortal del suicida, tiene su fruto en la desobediencia a los Santos Mandamientos de Dios, al rechazo del amor de Dios como he comentado anteriormente. Si esa alma confiara en el Señor, jamás hubiera consentido en ese crimen.

Para la oración es necesario purificarnos interiormente, sacar todo pecado y vicio, mientras se guarde aunque sea un solo pecado, el alma sigue estando bajo el dominio del enemigo de las almas. Y procurará que las confesiones sean malas, sacrílegas, sin fruto espiritual. 

Si el que se ha suicidado está bautizado, no podía soportar esos pecados, mal confesados o ocultados al sacerdote, y los remordimientos de conciencia, está avisando que es necesario el examen de conciencia para confesarse bien y no cometer pecado de sacrilegio. Pecado no confesado es pecado no perdonado. Las confesiones y comuniones sacrílegas tiene efectos muy terribles para los culpables.

Para comprar el libro: 

Semper fidelis. Guardando la regla de la verdadera fe. : Ferrer, Apostolado San Vicente: Amazon.es: Libros

... Y en un fragmento del "Propos del Table", se recoge una conversación entre Lutero y el pastor de Guben. M. Leonard, ocurrida en 1551:

Nos dijo que, cuando estaba prisionero, el diablo le había malvadamente atormentado y que se había reido de todo corazón cuando él (Lutero) tomó en su mano un cuchillo diciéndole: “¡Ve delante! ¡Suicídate!” (…) Y nos dijo que él (Lutero) a menudo había tenido que arrojar lejos de sí el cuchillo… y que un día debió hacer lo mismo cuando él, viendo por tierra un hilo, lo había recogido junto a muchos otros hilos, como para hacer una cuerda con la que habría podido ahorcarse. Después nos dijo que el diablo lo había empujado hasta el punto que no era ya capaz de recital el Pater Noster ni leer los Salmos que él tan bien conocía… (…) Y que Lutero le había dicho: “Esto ha ocurrido muy a menudo, tanto para ponerme en la mano un cuchillo… y que pensamientos malvados me venían a la mente de tal modo que ya no podía rezar… y el diablo incluso me ha expulsado fuera de la habitación. (Semper Fidelis. Guardando la verdadera fe. Págs. 36 y 37)

Tremendo, como el tentador es quien tienta con el suicidio, y todos los que consienten en ese pecado, termina siendo precipitado a los tormentos eternos. Las personas que están en desgracia, en pecado mortal, terminan aceptando, el maligno insinúa lo que el pecador incorregible debe hacer. A unos por el suicidio, a otros, por crímenes, llegan a reconocer que "oyen voces", y que le piden que debe cometer algún crimen. Esto siempre son sugestiones diabólicas.




Los trastornos son castigos, y terribles, y no es la solución el suicidio, ¡nunca! porque inmediatamente el alma entraría de lleno en los más terribles tormentos del infierno en el caso de consumar el suicidio, que, por esa opción voluntaria, ha querido cometer. Con pleno conocimiento, porque el suicidio tiene su tiempo el culpable de hacerlo o no, el demonio le empuja a ello, y acepta, aunque no haya reconocido el origen de la tentación a causa del sentido gravísimo de la pérdida del pecado.

Para el alma que busca a Dios, comprende que su dolor de esos sufrimientos y trastornos, reconoce que es fruto de sus pecados, con súplicas se acerca a Dios y le pide perdón.

En repetidas ocasiones, me han comentado sobre los trastornos psicológicos, pues estas personas no valoran la Palabra de Dios, sino que las rechaza continuamente. Y así es imposible dar respuesta cristiana cuando no aceptan lo que el Señor nos pide

Los trastornos lo causan cuando no estamos en paz con el Señor, cuando nos imaginamos ser libres, y vivimos según la medida del hombre viejo, siendo esclavo de las concupiscencias, con ataduras a los enemigos del alma, y vivir una vida desordenada, mundana, finalmente el corazón, la mente, se hace trozos, buscan soluciones en la ciencia de los hombres, y suelen pagar dinero, por algo que no tiene solución, pues le recetan medicamentos que agrava la salud de esas personas, por sus terribles efectos secundarios, hasta la muerte.          

«Señor, no me reprendas con tu furor, no me castigues en tu ira, porque tus saetas se me han clavado, y has asentado sobre mí, tu mano, no hay sanidad en mi carne a causa de tu ira: no hay paz en mis huesos a causa de mis pecados. porque mis iniquidades pujaron sobre mi cabeza: y como carga pesada, se agravaron sobre mí. Pudriéronse, y corrompiéronse mis cicatrices, a causa de mi necedad (…). Porque aparejado estoy por los azotes, y mi dolor está siempre delante de mí. Pues yo publicaré mi iniquidad: y andaré pensativo por mi pecado (Salmo XXXVII, 1-6. 18-19)».

Hay quienes superan su mal con el arrepentimiento, y vuelven a Dios. Lejos de Dios, el alma se tortura, porque se había alejado de la protección y del amor a Dios.

¿Qué es lo que le pasa en la mente de la persona que llegará a suicidarse? Por sus frutos se conoce el árbol. Pero esto es lo que no son capaces de comprender muchas personas, y los que se han infiltrado en la vocación sacerdotal y en la vida religiosa, no hay posibilidad de que lo tengan claro, aunque ellos con sus respuestas erróneas, se imaginan que están en la verdad. Y es que no tienen tiempo. Pues se han dedicado a las diversiones y juegos, y bailes, en hacer amistades con los enemigos de la Iglesia Católica, enemigos de la Sagrada Tradición y de la verdad de Dios, aceptando sin problema el paganismo y las herejías. Las bromas, los chistes entre ellos, en lugar de la oración y la meditación y el estudio atento de la Palabra de Dios. Que dicen, que los que se matan así mismo, pueden salvarse, se ve aquí otra forma distinta de negar la existencia del infierno.

 Es una angustia terrible la padece los suicidas, está pensando como solucionar ese problema tan terrible que tiene. La solución la tiene delante, pero no puede porque no quiere pensar en los remedios santificantes, la oración, los sacramentos.

Pues el demonio en torno a esa alma, le sugestiona para que se quite la vida. Hay quienes dicen, antes de cometer el crimen, que escuchan una voz que le pide darse muerte. Son testimonios de otras personas. No han comprendido que esa voz es la del diablo.

Mejor es para mí la ley de tu boca, que millares de oro y de plata

Salmo CXVIII, 169-176:

169 Llegue, Señor, mi deprecación á tu presencia: dame entendimiento según tu palabra. 170 Entre mi demanda a tu presencia: líbrame según tu palabra. -

171 Rebosarán mis labios himno, cuando me enseñares tus justificaciones. --

172 Pronunciará mi lengua tu palabra: porque todos tus mandamientos son equidad.

173 Sea tu mano para salvarme: porque he elegido tus mandamientos 21. v.

174 He codiciado tu salud, Señor: y tu ley es mi meditación 175. Vivirá mi alma, y te alabará: y tus juicios me ayudarán.

176 Anduve errante, cómo oveja, descarriada: busca á tu siervo, porque no he olvidado tus mandamientos.

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La ciencia de los médicos está de acuerdo que se han tomado en serio sus conocimientos, que la fe y la vida religiosa, ayuda mucho a recobrar la salud. Dan la razón a la Palabra de Dios. Incluso algunos científicos ateos, que hicieron pruebas de personas que estaban muy mal, con diversos trastornos, unos se encomendaron a la oración, poniendo de su parte, para volver a recuperar la salud perdida, otros en cambio, no querían saber nada de oración, y no fueron curados.

También están aquellos insensatos que buscan como sanar la salud, pero rechazando todo conocimiento de Dios, y no siguen el ejemplo de los buenos estudiosos investigadores.

«Guarda Yahvé a todos los que le aman; y destruirá a todos los pecadores. Mi boca hablará la alabanza de Yahveh; y bendiga todo ser su Nombre sacrosanto, por siglo, y por siglo de siglo» (Salmo CXLV (145), 20-21)

Por todos los siglos infinitos, que no se terminará jamás es alabado el Santísimo Nombre de Yahvé.

Notemos que el Señor cuida a los que ponen en práctica, guardando en su corazón los mandamientos divinos.

El suicida es abandonado por el altísimo, al recibir sentencia condenatoria, pone término a su propia vida. Pues nunca amó a Dios. Y Dios es la vida del alma. Los que no se acercan a Dios caminan con la muerte.

Los que aman al Señor son librados de las enfermedades mentales. Pues no consienten la vida del pecado. Y soportan las adversidades, a ejemplo de Job. Siempre confiando y amando a Yahvé.

«Y que tengo misericordia sobre millares con los que me aman, y guardan mis preceptos » (Éxodo XX, 6).

El Altísimo siempre está con aquellos que le aman, pero quien piensa otros, que no necesidad del Señor, quiere valerse por sí mismo, y finalmente fracasa. 

Jesús es el verdadero Médico de cuerpos y almas, acudir a Él, siempre salimos ganando. Puede curarnos, pues expulsa al enemigo Malo de nuestra vida, si perseveramos en la obediencia en la Santísima Voluntad de Dios, no vamos a padecer por mucho tiempo. Durante la prueba, la paciencia de los santos es importante para nosotros, para que la desesperación no nos derrumbe, no seamos vencido por el mal.

Estamos viendo con la luz de la Palabra de Dios, cualquiera que se suicida, termina en el infierno. Hay personas que suelen divertirse, riéndose o despreciando lo que comento con la ayuda de la Palabra de Dios.

El que se dispone en el servicio de Dios, no tendrá pensamientos negros de suicidio, por muy mal que les vaya las cosas. El suicidio empuja al alma hacia su propia condenación. Dios no creó al ser humano para que un día se diese así mismo la muerte. Dios nos creó para darnos vida en este mundo y en el otro, cuando atentamente observamos cada uno de sus divinos mandatos y preceptos, y de nuestro Señor Jesucristo.

Jesucristo soportó por nosotros los sufrimientos más terribles y dolorosos, la incomprensión, el abandono de muchos de sus discípulos, solo unos pocos permanecieron con Él.

El suicida nunca amó a Cristo, se ató sus propias maldades.

Cuando caemos, no queremos perder la cordura, no queremos que se apague nuestra fe, por eso, suplicamos al Señor, arrepentidos sinceramente, y habiendo meditado que el pecado nos empuja a la muerte, estamos hechos para vivir, nos acercamos a los sacramentos que nos dan vida, la confesión de nuestros pecados, la Eucaristía, que necesitamos también perseverar en la oración. El que no se dedica a la oración del mismo modo que nos enseña el Señor, en espíritu y verdad, nunca de la propia medida, que no es la del Señor. Hacer que nuestra medida sea la misma que la que el Señor nos ofrece.

Algunos piden oraciones, a los justos, para que rece por esa terrible adversidad, y el demonio se aleja, y también los pensamientos suicidas.  

Consultando en todo momento al Señor nuestro Dios, siempre nos ofrece remedios para la salud interior. Y no perdemos la paciencia, cuando nuestro cuerpo sufre alguna dolencia, el Señor siempre lo alivia. La bondad del Señor su justo furor sobre nosotros, cuando de corazón rompemos con nuestra desordenada vida.

La Ciencia cuando es recta y verdadera, ha demostrado claramente, que la vida de fe, la oración, añado, que la castidad, y nuestra perseverancia, en guardar nuestros pensamientos, la pureza de nuestro corazón, para que el pecado se mantenga lejos de nosotros. Muchos enfermos emprendieron su vuelta al Señor, y se recuperaron milagrosamente.

Un acto de matarse así mismo, y que San Pablo lo impidió. Porque Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y se salve. El suicidio es la última respuesta al rechazo de la conversión.

 

Hechos de los Apóstoles, XVI,

25Mas, a eso de media noche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios, y los presos escuchaban, 26cuando de repente se produjo un terremoto tan grande que se sacudieron los cimientos de la cárcel. Al instante se abrieron todas las puertas y se les soltaron a todos las cadenas. 27Despertando entonces el carcelero y viendo abierta la puerta de la cárcel, desenvainó la espada y estaba a punto de matarse creyendo que se habían escapado los presos. 28Mas Pablo clamó a gran voz diciendo: “No te hagas ningún daño, porque todos estamos aquí.”

 

5 “Hazme saber, Yahvé, cuál es mi fin, y cuál el número de mis días, (Salmo XXXIX

 

El fin de nuestra vida no la debemos decidir según nos convenga, pues en el suicidio, el enemigo infernal siempre interviene.

 

II Corintios X Capítulo 7  10Puesto que la tristeza que es según Dios, obra arrepentimiento para salvación, que no debe apenarnos; en cambio, la tristeza del mundo obra muerte.

 

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Cuando mayor sea la tristeza que un cristiano pueda padecer, tanto mayor y más intensa debe ser la oración. Porque esa tristeza también la provoca el demonio.

Aunque existe una tristeza que no es mala, y lágrimas, por las propias ofensas que se había cometido contra el Señor, que tanto nos ama. El arrepentimiento, la contrición del corazón, el propósito de enmienda llega a ser saludables para la fe, para la vida espiritual.

Generalmente, el suicida arrastra una maldad en su interior, que sea como sea, no quiere continuar sufriendo, con su muerte, entra en sufrimientos aún inmensamente mayores, los tormentos del infierno.

La tristeza y el dolor según el mundo, empuja al olvido de Dios. El suicida no espera recompensa alguna.

Hay quienes repiten una frase, que se imaginan que es verdadero y que lo ha dicho San Juan María Vianney, que quien se da muerte, tirándose de un puente, y antes de caer al suelo, está la gracia de Dios, y que la misericordia podría tenerla. Son personas que se engañan, no es bíblico tal pensamiento, algún biógrafo de vidas de santos, quiso añadirlo, pero no es creíble. En los sermones del Santo Cura de Ars, para los que tienen vida desordenada, lejos de Dios, son arrojados inmediatamente al infierno, que ha sido la opción personal del suicida. Ellos ofendieron a la misma Misericordia divina. Y no eran casos de suicidios, pero murieron a causas de sus vicios y pecados, ofendiendo a Dios, ciertamente, si pudiendo alcanzar la Gracia de Dios en vida, no suelen hacerlo, pues tienen tiempo, pero nada, cuando menos encontrará su salvación en el trance de la muerte, desde que se tira por un puente en lugar de arrepentirse. Acaban mal eternamente.

El suicidio de la forma que sea es atentar contra la imagen creada por Dios. Es la respuesta definitiva de su rechazo a Dios.


martes, 27 de septiembre de 2022

Actualizo con un testimonio muy interesante, 

El instinto de suicidio como tal propiamente no es enfermedad mental. Pero tiene sus raíces preternaturales. Hasta el presente no he leído un sólo autor que haya descubierto la causa formal. Pero yo sí, -modestia aparte- después de investigar por muchos años, pude descubrir su origen primigenio. Son mis propios pacientes -soy psicólogo-, que me proporcionaron la pista. Los síntomas son la paranoia (oír voces persistentes), obsesión de matarse por diferentes vías. Pero todos "oyen" a 'alguien' que les susurra, mátate, mátate... eso es fácil y después serás feliz, ya no tendrás sufrimiento.

 

Las causas siempre son las frustraciones. Pero son causas segundas. La causa de todos los suicidios es la creencia o práctica del espiritismo, la magia negra, la brujería, el budismo tántrico, y todas prácticas Satánicas. Aunque no todos terminan suicidándose, la mayoría terminan asesinando alguien, son violentos, maquinan toda clase de maldades, son inmorales, obscenos, lascivos, en la vida matrimonial, practican toda clase de perversiones. Aún la niños y adolescentes tienen instinto criminal, etc., etc.

 

Cómo entra el demonio en las personas. En el espiritismo de Alan Cardek invocan a los muertos famosos como el espíritu de Nerón, Hitler, Stalin o al mismo satán, o también parientes muertos en accidente, o espíritus de los asesinos, etc. Y un sin fin de espíritus de cada país. En Venezuela invocan a los indios, a animas, etc.

Supuestamente esos espíritus "entran" al 'banco' y por boca de ellos de manifiesta.

Lo grave radica en, que si una persona está en pecado o nunca reza, o lleva una vida disoluta el demonio entra es esa persona, y a partir de ese momento comienza sentir raros síntomas, insomnio, jaquecas, migrañas, etc

Es a partir de ésta reacción que comienzan asistir 'por necesidad' con más frecuencia a los chamanes, curanderos, etc. Esto agrava su situación.

Otras entradas del demonio pueden ser obsesiones políticas como el comunismo, marxismo, e infinidad de creencias y prácticas esotéricas, New Age, Reiki, Control mental Silva, metafísica de Conny Méndez, etc. Todas éstas creencias y prácticas embotan las mentes y comienzan hablar incongruencias, y por supuesto, todos recurren al psiquiatra y terminan empeorando.

Conclusión, los demonios influyen en el 90% de los casos psicológicos. Esto nunca lo van descubrir si no tienen el mínimo conocimiento teológico, de ascética y mística, peor aún no han analizado los casos bíblicos. No saben por qué Dios Prohibió las prácticas Satánicas de los habitantes paganos que los israelitas fueron expulsando por mandato de Dios, por ej. Deut 18, 10-12; Lev 20, 27. (testimonio de un profesional de psicología: Rubén Salvador Regalado


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 La teología tradicional, el Sagrado Magisterio de la Iglesia Santa, Tradicional, la vida de gracia, la oración perseverante, la humildad, siempre nos ayuda a todos los que buscamos la verdad en el mismo orden que Jesús y la Iglesia Santa quiere, para que no vayamos al encuentro del Señor que nos libraría fácilmente de nuestras tentaciones. 

Y como me han comentado, que hay personas que aceptan el suicidio, lo que dejan claro, que cuando le dicen a otros que se suiciden, es porque no hay amor en su corazón, no tienen a Dios, sino al demonio. Están en desgracia, en pecado mortal, porque los que desean el mal a otros, es tanto el rigor del juicio sobre esos culpables. 

En la pérdida de la fe, se fían de las personas que no tienen conocimiento de Dios ni buscan la verdad, para buscar soluciones inútiles. 

Las medicinas químicas no son la solución para aliviar los malos deseos de matarse así mismo. El examen de conciencia, el arrepentimiento de los pecados. La mayoría de los psiquiatras no han llegado a encontrar la solución a causa de su incredulidad en el conocimiento y la aceptación de Dios.