jueves, 27 de febrero de 2020

San León Magno, Purificación espiritual por el ayuno y la misericordia



Hemos comenzado la Santa Cuaresma, y este año, muchos no podrán confesar sus pecados, en Italia, según las noticias, no habrá confesiones a causa de esta terrible plaga del coronavirus. Tanto se ha provocado al Señor, que parece ser que quedan abandonados a su suerte. Pues nadie puede dedicarse plenamente a la vida conforme a la Voluntad de Dios, mientras no ordene el propio corazón, siempre hacia Dios. Pues tener una parte del corazón en las cosas terrenales, estamos viendo que hay otros males que son más grave que el corona-virus, es que el alma se quede sin confesión, sin sacramentos. Buscarán al Señor y ya no les encontrarán.

En otros tiempos habían plagas en el mundo entero, pero no se cerraban las iglesias. San Francisco de Asís no tuvo miedo, ni siquiera lo pensaba, cuando comía del mismo plato con los leprosos. Y es que tenía una fe que era capaz de mover pesadísimas montañas. Hoy la fe se ha perdido. Ya la mayoría han dejado de creer en la presencia real de Dios, en la Eucaristía. 

No debemos cometer abusos a la divina misericordia. Cuando por desgracia del alma, cuando se pierde la gravedad del pecado venial, no tarde en sentirse tranquila cuando comete pecados mortales, vive y muere así. 

La misericordia llena toda la tierra, es verdad, llena nuestras vidas, mientras combatamos nuestros vicios y pecados, siempre tendremos la ayuda infalible del Señor nuestro Dios. 

Muchas almas, en Italia, ya sabrán a donde acudir, para llamar a un sacerdote, que pueda ayudar los últimos momentos del alma moribunda. Porque morir sin haberse confesado es lo más terrible que el alma puede experimentar. Aunque pienso, que Dios no los abandonará del todo, ya que facilitará el camino del sacramento de la penitencia. 

Como comenté en otro lugar, necesitamos orar por la santidad de los sacerdotes, suplicar al Señor que tenga misericordia de nosotros, que no nos veamos abandonados. La Santa Misa es necesaria cada día, porque refrena el poder del maligno. Si faltase la Eucaristía, si los sacerdotes no celebrasen la Santa Misa, los espíritus malignos ganaría mucho terreno.

En esta Santa Cuaresma 2.020, en verdad ha de cambiar nuestro corazón. Hay muchas cosas que no nos gustan, pero nuestro comportamiento, nuestros pensamientos, nuestras palabras deben complacer al Señor. 

La meditación diaria de las lecturas de la Misa, siempre lo podemos dedicar con mucha atención y amor a Dios. Nuestra devoción a la Madre de Dios, consagrándonos a los Sagrados Corazones de Jesús y María, y con renovación diaria, para que no nos veamos sometidos por la corrupción de los vicios y pecados. 

Otra bellísima lectura de la Liturgia de las Horas. 

De los sermones de San León Magno, Papa


Sermón 6 sobre la Cuaresma, 1-2; PL 54, 285-287

Purificación espiritual por el ayuno y la misericordia 

Siempre, hermanos, la misericordia del Señor llena la tierra, y la misma creación natural es, para cada fiel, verdadero adoctrinamiento que lo lleva a la adoración de Dios, ya que el cielo y la tierra, el mar y cuanto en ellos hay manifiestan la bondad y omnipotencia de su autor, y la admirable belleza de todos los elementos que le sirven está pidiendo a la criatura inteligente una acción de gracias. 

Pero cuando se avecinan estos días, consagrados más especialmente a los misterios de la redención de la humanidad, estos días que preceden a la fiesta pascual, se nos exige, con más urgencia, una preparación y una purificación del espíritu. 

Porque es propio de la festividad pascual que toda la Iglesia goce del perdón de los pecados, no sólo aquellos que nacen en el sagrado bautismo, sino también aquellos que, desde hace tiempo, se cuentan ya en el número de los hijos adoptivos. 

Pues si bien los hombres renacen a la vida nueva principalmente por el bautismo, como a todos nos es necesario renovarnos cada día de las manchas de nuestra condición pecadora, y no hay nadie que no tenga que ser cada vez mejor en la escala de la perfección debemos esforzarnos para que nadie se encuentra bajo el efecto de los viejos vicios el día de la redención. 

Por ello, en estos días, hay que poner especial solicitud y devoción en cumplir aquellas cosas que los cristianos deben realizar en todo tiempo; así viviremos, en santos ayunos, esta Cuaresma de institución apostólica, y precisamente no sólo por el uso menguado de los alimentos, sino sobre todo ayunando de nuestros vicios. 

Y no hay cosa más útil que unir los ayunos santos y razonables con la limosna, que, bajo la única denominación de misericordia, contiene muchas y laudables acciones de piedad, de modo que, aun en medio de situaciones de fortuna desiguales, puedan ser iguales las disposiciones de ánimo de todos los fieles. 

Porque el amor, que debemos tanto a Dios como a los hombres, no se ve nunca impedido hasta el punto que no pueda querer lo que es bueno. Pues, de acuerdo con lo que cantaron los ángeles: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor, Él se compadece caritativamente de quienes sufren cualquier calamidad es bienaventurado no sólo en virtud de su benevolencia, sino por el bien de la paz. 

Las realizaciones del amor pueden ser muy diversas y, así, en razón de esta misma diversidad, todos los buenos cristianos pueden ejercitarse en ellas, no sólo los ricos y pudientes, sino incluso los de posición media y aun los pobres; de este modo, quienes son desiguales por su capacidad de hacer limosna son semejantes en el amor y afecto con que la hacen. 

Oración

Señor, que tu gracia inspire, sostenga y acompañe nuestras obras, para que nuestro trabajo comience en ti como en su fuente, y tienda siempre a ti como a su fin. Por nuestro Señor Jesucristo.

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