sábado, 13 de julio de 2024

Hermanas clarisas de Belorado, y otras almas que abandonan la propia vocación religiosa

 La noticia está publicada en el periódico ABC y dice:


Las Carmelitas Descalzas cierran el convento de San José y dejan Lucena después de más de 400 años.

Solo he colocado ese titular, pero no la noticia entera, pues sobre cuando se dice: "Tal convento se cierra después de tantos años. En la siguiente reflexión pongo unos puntos, de cuales son las causas.

****************

Mi comentario aquí:

Cuando una persona ha sido llamada a la vida de santidad, como carmelita, franciscano, o de otra orden religiosa, Si el que ha sido llamado, no ha sabido cumplir los requisitos y normas de su orden religiosa, se enfría, pierde la fe. Pero si perseveran en el fiel cumplimiento del Santo Evangelio como lo hizo Santa Teresa de Jesús, de aquí al cielo, a la vida eterna. Es importante la perseverancia, oración constante, diaria, con pureza de corazón.

Hemos conocido noticias de las hermanas clarisas de Belorado, ellas fueron decididas en ese amor de Dios, permanecen en la Iglesia Católica.

He leído algunas veces de que religiosos después de más de cien años en adelante, cerraron sus conventos y monasterios.

¿No será porque las han obligado a cerrar?
Lo que sucede es que lo que está saliendo de Roma, para cerrar el mayor número de conventos, monasterios. Porque el Señor sigue llamando a muchas almas para la conversión y salvación eterna. Pero cuando en los conventos hay personas que engañadas por el diablo, no hay verdaderos pastores en Romas, sino impíos, herejes, cismáticos, y todos aquellos que se ponen en comunión con el usurpador Bergoglio, se está uniendo a los apóstatas. Porque si tuvieran verdadero amor a Dios, serían otros ejemplos como lo que sucede en Burgos, las piadosas clarisas de Belorado, estas monjas no están ni excomulgadas ni son cismáticas, siguen permaneciendo en la fe verdadera. Pues Dios está con ellas, y ellas están continuando en la verdadera Iglesia.
A las hermanas clarisas les toca perseverar, y nosotros debemos orar por estos bienaventurados perseguidos, para que no se debilite la fe de ellos ni la nuestra.

Himno de la esperanza cristiana, Romanos, 8:31-39.

31Qué diremos, pues, a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros? 32 El que no perdonó a su propio Hijo, antes le entregó para todos nosotros, ¿cómo no nos ha de dar con El todas las cosas? 33 ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Siendo Dios quien justifica, ¿quién condenará? 34 Cristo Jesús, el que murió, aún más, el que resucitó, el que está a la diestra de Dios, es quien intercede por nosotros. 35 ¿Quién nos arrebatará al amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada? 36 Según está escrito: "Por tu causa somos entregados a la muerte todo el día, somos mirados como ovejas destinadas al matadero." 37 Mas en todas estas cosas vencemos por Aquel que nos amó. 38 Porque persuadido estoy que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni lo presente, ni lo venidero, ni las potestades, 39 ni la altura, ni la profundidad, ni ninguna otra criatura podrá arrancarnos al amor de Dios en Cristo Jesús, nuestro Señor.

   

Sagrada Biblia comentada:

 

Evidentemente el Apóstol sigue refiriéndose, igual que en los versículos anteriores, a los cristianos en general, y en ese sentido debe entenderse la expresión "elegidos de Dios," de que se habla en el v.33 (cf. Gol 3:12; Tit 1:1). Para hacer resaltar más el amor de Dios hacia nosotros (v.31), recuerda el hecho de que nos dio a su propio Hijo, ¿cómo, pues, vamos a dudar de que nos dará todo lo que necesitemos hasta llegar a la glorificación definitiva? (v.32). No está claro si, al hablar de "acusación" y "condenación" (v.33), San Pablo está aludiendo al juicio final, cuyo espectro, en lo que tiene de terrorífico, quiere también eliminar de nuestra fantasía. Así interpretan muchos este versículo, en cuyo caso el término "justifica" (δίκαιων) parece debe tomarse en sentido de “justificación" forense (cf. Is 50:8; Mt 12:37; Rom 3:20), no en sentido de "justificación" por la gracia. Sin embargo, quizás esté más en consonancia con el contexto referir esa alusión de San Pablo, no precisamente al juicio final, sino a la situación general del cristiano ya en el tiempo presente, lo mismo que luego en el v.35. En este caso, el término "justifica" deberá tomarse en su sentido corriente de "justificación" por la gracia, y la idea de San Pablo vendría a ser la misma que ya expresó al principio del capítulo, es decir, que "no hay condenación alguna para los que están en Cristo Jesús" (v.1). Recalcando más esa idea de confianza, añade en el v.34 que el mismo Jesucristo, que murió y resucitó por nosotros, es nuestro abogado ante el Padre. Claro es que esa situación de confianza vale también respecto del juicio final.

A continuación (v.35-3 9) enumera una serie de obstáculos o dificultades con que el mundo tratará de apartarnos del amor de Cristo (v.35) Y del amor de Dios en Cristo (v.39). Notemos esta última expresión con la que el Apóstol da a entender que el Padre nos ama, no aisladamente, por así decirlo, sino "en Cristo," es decir, unidos a nuestro Redentor como miembros a la cabeza, como hermanos menores al primogénito. No es fácil determinar qué signifique concretamente cada uno de los términos empleados por San Pablo: "tribulación, angustia. , potestades, altura, profundidad. ," ni hemos de dar a ello gran importancia; la intención del Apóstol mira más bien al conjunto, tratando de presentarnos todo un mundo conjurado contra los discípulos de Cristo, pero que nada podrá contra nosotros. Los "ángeles-principados-potestades" parecen hacer alusión a los espíritus malignos contrarios al reino de Cristo (cf. 1 Cor 15:24; Ef 6:12; Col 2:15); la "altura" y "profundidad" (abstractos por concretos) parecen aludir a las fuerzas misteriosas del cosmos (espacio superior e inferior), más o menos hostiles al hombre, según la concepción de los antiguos. La aplicación a los cristianos del lamento del salmista por el estado de opresión en que se hallaban los israelitas de su tiempo (v.16; cf. Sal 44:23), no significa que fuese esa la situación de los cristianos romanos de entonces; sin embargo, esa situación no tardará en llegar. Y San Pablo, para el presente y para el futuro, quiere inculcar al cristiano que las persecuciones y sufrimientos no influirán para que Dios nos deje de amar, como a veces sucede entre los seres humanos, al ver oprimido y pobre al amigo de antes, sino que nos unirán más a El, siendo más bien ocasión de victoria "gracias a aquel que nos ha amado" (v.37).

Este amor de Dios y de Cristo, tan maravillosamente cantado por San Pablo, es, no cabe duda, la raíz primera y el fundamento inconmovible de la esperanza cristiana. Por parte de Dios nada faltará; el fallo, si se da, será por parte nuestra.

 

**************
Cuando cierran conventos, ¿dónde quedan el amor de esas almas religiosas a Dios? Estar en comunión con apóstatas, termina siendo abandonados por Dios. Pues debilitaron y acabaron con su propia vocación religiosa, es el golpe maestro del maligno, que se cierren los conventos y monasterios. Por el contrario, el saber superar cualquier adversidad se encuentra en la unión con el amor de Dios.

Se trata de las prisas de las autoridades masónicas, infiltrados, y que ocupan dignidades como si fueran obispos, cardenales, usurpadores al Pontificado entra en el plan diabólico de los hijos del maligno.

El cierre de los conventos sucede porque: 1º, fueron perdiendo la propia vocación, el demonio las impulsa a ello, 2º, el demonio les presenta las cosas que suceden en el mundo, se dejan dominar por la curiosidad, caen en ese engaño, y quieren saber más. 3º. El abandono de la oración, las desganas, la frialdad, la negligencia con qué suelen hacer las cosas. El desinterés por los asuntos del Señor, se desvanece. Al dejar la oración por la conversión de los pecadores, el enemigo aumenta su poder, tiene sus partidarios, estos (masones, comunistas, marxistas, ateos, libertinos, mundanos, tibios) se apoderan de los noviciados infiltrándose en ellos, el enemigo les abre camino, luego llega a ser pastores, pero que son lobos rapaces, falsos pastores desde el principio de sus cargos, trabajando para el príncipe de este mundo. y 4º. Han conseguido seducir a un inmenso número de cristianos, y se unen a la causa destructora del mal contra la Santa Iglesia Católica. Hay un gran error en el alma cristiana, cuando oran sin haberse purificado en su corazón de las cosas de este mundo, como es el deporte, el orgullo, la vanidad, con tales maldades, oye al diablo y no a Dios. Y debe confesarse de esos pecados. Porque ciertamente, lo que el mundo ofrece es el pecado, y sin que el alma se de cuenta, arruina su salvación.

Las almas consagradas, para evitar problemas, obedecen al mundo, renunciando su vocación religiosa, deja de llevar la cruz de Cristo.

Las hermanas clarisas nos da ejemplo, aun en las más crueles adversidades, se puede llevar la cruz, continúan con Cristo Nuestro Señor.

Dice el Señor, que el que quiere salvar su vida, la pierde. Pero el que la pierda por Él, se salva. Es una realidad, que queda pero solo entre los escogidos de Dios, aquellos se apartaron, y perdieron incluso sus conventos y monasterios.

Uno de los peligros que puede haber en el monasterio, es la televisión, la radio, la prensa, el deporte, los juegos, las diversiones, las inútiles visitas de curiosos, de familiares, etc. Se pierde incluso el alma. Todo ello termina en el abandono y olvido de las oraciones, de la lectura y meditación de la Palabra de Dios. Quedan atrapados por los enemigos del alma: mundo, demonio y carne. Cuando se renuncia la propia vocación, el enemigo ha tenido éxito. Almas derrotadas por las persecuciones, no resisten porque la tibieza no nos ayuda a mejorar el camino con el Señor. Pero la tibieza se la puede derrotar para que no seamos derrotados.

Estar más retirado del mundo es una ventaja maravillosa, huir del mundo, de todos los ruidos, dedicarnos exclusivamente a la Voluntad de Dios. Orar mucho en casa. Y diariamente nuestra cita con la Palabra de Dios, y las enseñanzas de los Santos, Iesus nos limpia el camino de la suciedad y la corrupción del pecado. Sabemos que es inmensa la podredumbre del mundo. Nosotros debemos ir preparándonos para ser aptos para la vida eterna. Nunca se ha de perder la esperanza, cuando el alma es expulsada de su convento, tiene la esperanza, si persevera en la oración, en su propia vocación, al final de sus días morará en el Reino de los cielos, mientras que aquellos que codiciaron, robaron, al morir nada se llevará a los tormentos eternos, solo sus malas obras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario