La noticia está publicada en el periódico ABC y dice:
Himno de la esperanza cristiana, Romanos, 8:31-39. 31Qué diremos, pues, a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién contra
nosotros? 32 El que no perdonó a su propio Hijo, antes le entregó
para todos nosotros, ¿cómo no nos ha de dar con El todas las cosas? 33
¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Siendo Dios quien justifica, ¿quién
condenará? 34 Cristo Jesús, el que murió, aún más, el que
resucitó, el que está a la diestra de Dios, es quien intercede por nosotros. 35
¿Quién nos arrebatará al amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la
persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada? 36
Según está escrito: "Por tu causa somos entregados a la muerte todo el
día, somos mirados como ovejas destinadas al matadero." 37
Mas en todas estas cosas vencemos por Aquel que nos amó. 38 Porque
persuadido estoy que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los
principados, ni lo presente, ni lo venidero, ni las potestades, 39 ni
la altura, ni la profundidad, ni ninguna otra criatura podrá arrancarnos al
amor de Dios en Cristo Jesús, nuestro Señor. |
Sagrada
Biblia comentada:
Evidentemente el Apóstol sigue refiriéndose, igual que en los versículos anteriores, a los cristianos en general, y en ese sentido debe entenderse la expresión "elegidos de Dios," de que se habla en el v.33 (cf. Gol 3:12; Tit 1:1). Para hacer resaltar más el amor de Dios hacia nosotros (v.31), recuerda el hecho de que nos dio a su propio Hijo, ¿cómo, pues, vamos a dudar de que nos dará todo lo que necesitemos hasta llegar a la glorificación definitiva? (v.32). No está claro si, al hablar de "acusación" y "condenación" (v.33), San Pablo está aludiendo al juicio final, cuyo espectro, en lo que tiene de terrorífico, quiere también eliminar de nuestra fantasía. Así interpretan muchos este versículo, en cuyo caso el término "justifica" (δίκαιων) parece debe tomarse en sentido de “justificación" forense (cf. Is 50:8; Mt 12:37; Rom 3:20), no en sentido de "justificación" por la gracia. Sin embargo, quizás esté más en consonancia con el contexto referir esa alusión de San Pablo, no precisamente al juicio final, sino a la situación general del cristiano ya en el tiempo presente, lo mismo que luego en el v.35. En este caso, el término "justifica" deberá tomarse en su sentido corriente de "justificación" por la gracia, y la idea de San Pablo vendría a ser la misma que ya expresó al principio del capítulo, es decir, que "no hay condenación alguna para los que están en Cristo Jesús" (v.1). Recalcando más esa idea de confianza, añade en el v.34 que el mismo Jesucristo, que murió y resucitó por nosotros, es nuestro abogado ante el Padre. Claro es que esa situación de confianza vale también respecto del juicio final. A continuación (v.35-3 9) enumera una serie de obstáculos o dificultades con que el mundo tratará de apartarnos del amor de Cristo (v.35) Y del amor de Dios en Cristo (v.39). Notemos esta última expresión con la que el Apóstol da a entender que el Padre nos ama, no aisladamente, por así decirlo, sino "en Cristo," es decir, unidos a nuestro Redentor como miembros a la cabeza, como hermanos menores al primogénito. No es fácil determinar qué signifique concretamente cada uno de los términos empleados por San Pablo: "tribulación, angustia. , potestades, altura, profundidad. ," ni hemos de dar a ello gran importancia; la intención del Apóstol mira más bien al conjunto, tratando de presentarnos todo un mundo conjurado contra los discípulos de Cristo, pero que nada podrá contra nosotros. Los "ángeles-principados-potestades" parecen hacer alusión a los espíritus malignos contrarios al reino de Cristo (cf. 1 Cor 15:24; Ef 6:12; Col 2:15); la "altura" y "profundidad" (abstractos por concretos) parecen aludir a las fuerzas misteriosas del cosmos (espacio superior e inferior), más o menos hostiles al hombre, según la concepción de los antiguos. La aplicación a los cristianos del lamento del salmista por el estado de opresión en que se hallaban los israelitas de su tiempo (v.16; cf. Sal 44:23), no significa que fuese esa la situación de los cristianos romanos de entonces; sin embargo, esa situación no tardará en llegar. Y San Pablo, para el presente y para el futuro, quiere inculcar al cristiano que las persecuciones y sufrimientos no influirán para que Dios nos deje de amar, como a veces sucede entre los seres humanos, al ver oprimido y pobre al amigo de antes, sino que nos unirán más a El, siendo más bien ocasión de victoria "gracias a aquel que nos ha amado" (v.37). Este amor de Dios y de Cristo, tan maravillosamente cantado por San Pablo, es, no cabe duda, la raíz primera y el fundamento inconmovible de la esperanza cristiana. Por parte de Dios nada faltará; el fallo, si se da, será por parte nuestra. |
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