martes, 28 de abril de 2020

La pureza de la oración


Anteriormente publicado en otro blog que no uso; viernes, 20 de enero de 2012

La pureza de la oración

Insistir en la oración es fortalecernos, la gracia de Dios es nuestra fortaleza. La vida sin oración es un caos, es como dejar la puerta abierta de la casa, y dejar que todos los animales lo llenen de sus inmundicias.

Un ejemplo de lo que le puede suceder cuando al alma deja la oración. En ciudades incluso en los campos suelen haber casas, en un tiempo había habitantes en esas vivienda. Supongamos que esa vivienda y sus habitantes fuesen uno, llegó que un día tuvieron que irse, dejando la vivienda en el lugar solitario, se fueron a vivir a otra parte, no eran precisamente personas responsables, y dejaron las puertas abiertas, sin seguridad los hijos de las tinieblas entraron y la ocuparon, la suciedad y la inmundicia era cada vez más, hasta que un día, los responsables de algún ayuntamiento, el mejor modo que era para quitar aquellas inmundicias era primero derribar y luego según el lugar desinfectar. El alma que abandona la oración contemplativa para dedicarse a cuestiones mudadas, es como aquella casa, aquel edificio, en que las bestias, los espíritus infernales, toman posesión de esa alma, y la incapacita totalmente para la vida de oración. Muchas infelices almas, se hacen apostata, porque su oración no era pura a los ojos de Dios, o se abandona el pecado, cuando la oración es pura y sincera, o cuando solamente se ora por las apariencias, termina por perder la fe y cometer apostasía.

Dos señoras, testigos de Jehová hará como tres años, que me dijo, que había abandonado la Iglesia Católica, pero no quiso creer cuando le respondí, que cuando un alma ora el Santo Rosario con verdadera devoción, es imposible que renuncie a la Iglesia Santa de Dios.

El Señor sabe quién ora con sinceridad y quien no lo hace, y precisamente cuando esas almas intentan engañar a Dios, terminan en la apostasía. El alma del apostata es como aquella casa que abandonó el orden y la pureza de la oración, se alegró el enemigo infernal, ya no estaba en gracia de Dios, la soberbia, la falta de caridad, las murmuraciones, fueron causas en que le apartaron del camino de la salvación. 

Cuando un alma reza negligentemente, sin poner todo su corazón en la oración, pues el demonio no siente preocupación ninguna; por el contrario, cuando el alma se toma muy en serio el verdadero sentido de la oración, el enemigo de las almas siente angustias y miedo, porque no puede hacer nada, pero lo que se dice nada, cuando el alma se identifica plenamente con Cristo. El alma de verdadera oración se hace uno con Cristo y para gloria de Dios.

Cuando mejor hacemos nuestra oración, ya había referido, pero es conveniente recordarlo, nuestras tentaciones no nos afecta. Cuando hacemos mal la oración, nuestras tentaciones nos causa malas pasadas. Necesitamos, pues, la perseverancia para orar en la contemplación.

«Los demonios tienen una extrema aversión a la oración pura. Lo que los aterroriza no es la multitud de los bienes, como los efectivos del enemigo pueden aterrorizar a un ejército. No, es el recuerdo y la armonía de los tres: intelecto y razón, razón y sentidos.» (La Filocalía de la Oración de Jesús; Elías el Ecdicos o El Canonista, núm. 175, pág. 127. Apostolado de la Oración, Sevilla. 1987)


Siempre es necesario mirar nuestro interior, para ver si estamos preparado para orar devotamente. Si la oración no es pura se convierte en burlas a Dios. Y la oración no puede haber pureza cuando se ora a los ídolos paganos como “la Pachamama”, cuando se trata de unificar el culto pagano con la fe de la Iglesia Católica, cuando el bautizado intenta convencer a la Iglesia que es conveniente obedecer a las Naciones Unidas, al Nuevo Orden Mundial, en esta clase de conducta el alma no es guiada por el Señor sino por el diablo.

La Oración del Padre Nuestro se opone a los poderes de este mundo y de las tinieblas. Si un bautizado reza el Padre nuestro, pero consiente en su propia vida las preocupaciones de este mundo no está sembrando para la vida eterna.

Nuestro enemigo engaña siempre a aquella alma, que poniendo su corazón en las cosas terrenales, esa alma, en los juegos, deportes, en la popularidad, en los asuntos políticos, como si rezara bien, no tiene remordimiento de conciencia, ni examen de conciencia suele hacer.

Hermanos, roguemos al Señor para que no caigamos en los lazos del engaño del príncipe de las tinieblas, vigilemos nuestra vida si estamos haciendo bien las cosas.

En los momentos más difíciles como estos, que todos estamos en nuestras casas, sin la oración nos hundiríamos más. 

Son muchas personas que salen de sus casas, cuando bien podrían estar orando tranquilamente, pero sobre todo, para que los cristianos podamos volver de nuevo a las iglesias, confesar nuestros pecados. Y no caemos en pecados más graves gracias a que Dios nos ayuda cuando oramos, que no nos ha abandonado. 

Cuánto más purifiquemos nuestras oraciones, menos poder puede tener el enemigo infernal sobre nosotros. La ceguera que podríamos padecer, con la oración nos iremos curando, la oscuridad interior se irá desvaneciendo, nos iremos transformando a imagen de Cristo Jesús.

Acordémonos de los verdaderos creyentes cristianos, lo pasaron peor que nosotros, fueron encarcelados, maltratados, despreciados, calumniados, hasta muertos por el Nombre de Jesús. 

Recemos por nosotros mismos, para que el Señor nos ayude. Muchas veces he leído profecías que algunas personas compartían, que la Santísima Madre de Dios pedía oraciones y penitencia, sacrificios, Lourdes, Fátima, Salette, Garabandal. Estos mensajes lo que hace es recordarnos todo lo que Jesús ya nos ha pedido. Y los Santos Apóstoles y los Santos nos han recordado. 

Mientras había oración, los castigos no eran de esta forma, al abandonar la oración por amor al mundo, se justificaron las costumbres ateas, impías, mundanas, el paganismo, sectarismo, libertinaje, todo tipo de inmoralidad y lujuria, y eso entre algunos de los que se decían haberse consagrado a Dios, pero sus obras manifestaron todo lo contrario. 

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