Con fecha del miércoles, 14 de octubre de 2.020, lo he actualizado.
Anteriormente, compartí esta reflexión el 13 de octubre de 2019. Lo he modificado añadiendo nuevos textos de la Palabra de Dios, pues siempre es lo más necesario, importante. Nuestra vida depende de Dios y no de nosotros mismos. Y el que no vive para Dios, se sujeta al maligno.
El amor de Dios se debe comprender desde la fe, no con el pensamiento humano, pues es ordenado, puro, casto, inmaculado.
Dios ama a quien ama, y consultando la Sagrada Biblia, a la luz de la Palabra de Dios, encontramos siempre importantes respuesta. Por eso, en todos los asuntos, hemos de consultar a Dios, ya por la oración, preparándonos por el sacramento de la penitencia, examen de conciencia. Para comprender a Dios, y que el maligno no nos engañe.
Son muchos que aunque habiéndose consagrado al Señor no consultan la Palabra de Dios. Pues también es importante hacerlo, pues, para todos los bautizados, es necesario consultar la Sagrada Biblia, con la fe de la Iglesia Católica, su Magisterio, la Tradición de la Fe Apostólica del Señor.
¿Cómo es posible que haya almas que se consagren al Señor y luego no tienen tiempo además de la oración, no se toman en serio profundizar la Sagrada Biblia? La actividad excesiva complica la fe de muchas almas, sumergiéndola en la ignorancia.
Todos los días es necesario escuchar al Señor, en nuestro corazón, oyendo las lecturas de la Misa, meditando la Palabra de Dios en nuestros hogares. Tener siempre a Jesús en nuestra vida, noche y día. De esta forma, el enemigo infernal no lo estará, sino que se mantendrá lejos de nosotros; por eso también nuestra devoción a la Madre de Dios, consagrándonos a los Sagrados Corazones de Jesús y María, comprenderemos muchas cosas.
En la primera parte, he estado modificando y añadiendo más pruebas de las Santas Escrituras, y se ha estado extendiendo, distinto. Pero contenía ya distintas referencias bíblicas, que molestó mucho a esta persona que se llama Eugenio. Nunca escribo para molestar a nadie, pero quien se siente demasiado agresivo por lo que lee, no según mis caprichos, sino reflexionando a la luz de las Santas Escrituras, cuando se enfurecen, es que no llevan una vida con relación a Cristo Jesús.
En la segunda parte, pues está bastante extenso. Porque veo necesario siempre combatir nuestros errores, y las malas intenciones del demonio.
Ante todo, quiere el
Señor la conversión de todos los pecadores, que lleguemos al conocimiento de la
verdad y nos salvemos.
Cuando leo
comentarios: "Dios ama a todos de igual manera"; pienso entonces, que aquí entra toda clase de
personas, asesinos, ladrones, maltratadores, personas que abusan de la
inocencia infantil, etc. Pero reflexionando a la luz de la Palabra de Dios, la
Sagrada Biblia, vemos que el Señor nos dice que Él no ama a todos. Y yo
creo más en la Palabra de Dios, que no en los errores humanos. Insistir en
estos errores, termina siendo diabólico, como enseñaba San Agustín. Puesto que
el error puede uno corregirse a tiempo, cuando se descubre la verdad, pero no
todos quieren corregirse.
Eugenio: José Luis Ofs
NegR que Dios ama a todos es una herejía. Lo que Dios no ama es el pecado.
Grave confusión, amigo José Luis.
Respondo: Tengo la costumbre de
consultar siempre, todos los días, las Sagradas Escrituras, luego, las
enseñanzas de los Santos Padres de la Iglesia, la Tradición de la Fe Apostólica
y no cometo herejias. Hay cristianos, que como no están acostumbrado a la
Sagrada Biblia, todo le parece extraño, cuando aparece algún comentario como
los que suelo escribir.
El cristiano debe
animarse a consultar la Palabra de Dios, y entonces, verán las cosas claras.
Hay dos clases de
pecadores, unos que buscan el perdón de Dios, se arrepienten, hace examen de
conciencia, para buscar los pecados cometidos, luego ir al concesionario y con
sincero corazón se arrepiente, y a partir de ahí, ya con la ayuda de Dios,
evita toda ocasión de pecado, y como esa alma se transfigura en la imagen de
Jesús, es en ese sentido que Dios le ama, no por su pecado, sino porque no
quiere cometerlo nunca más. No quiere perder la imagen de Dios que hay en su
alma, y hace penitencia.
Luego están los
pecadores, los incurables, los impenitentes, que no quieren renunciar a sus
vicios y pecados, estos no son amados por Dios porque no quieren sanar, no
buscan su curación, porque no tienen la imagen de Dios en su alma, sino que con
sus pecados, se entregan completamente al diablo. Cuando reflexionamos la
Palabra de Dios, es así.
·
«Al
ciego curado Jesús le revela que ha venido al mundo para realizar un juicio,
para separar a los ciegos curables de aquellos que no se dejan curar, porque
presumen de sanos. En
efecto, en el hombre es fuerte la tentación de construirse un sistema de
seguridad ideológico: incluso la religión puede convertirse en un elemento de
este sistema, como el ateísmo o el laicismo, pero de este modo uno queda cegado
por su propio egoísmo.» (Benedicto XVI, Ángelus. Domingo 2 de marzo de
2008)
Los pecadores son
aborrecidos por Dios, en el sentido que estos aborrecen los Santos Mandamientos
de nuestra salvación y en la medida que agravan más sus vicios y pecados, de
los que no quieren esa esclavitud que atrae para si la justa sentencia
condenatoria del Justo Juez. No quieren romper su esclavitud con los vicios y
pecados.
Hay distintos
versículos en la Sagrada Biblia, en el Antiguo y Nuevo Testamento, por lo que
he comentado lo que se lee. El Papa Benedicto XVI, lo había dicho también en
una ocasión, que están los pecadores que se curan, se convierten y se salvan; y
están los otros que están sujetos y encadenados a los propios vicios y pecados.
También San Alfonso María de Ligorio, ha escrito temas muy interesantes,
siempre dando referencias bíblicas.
Eugenio: Amigo José Luis. Reconozco que soy duro
de mollera pero sigo entendiendote que Dios ama más a unos que a otros. Es eso
lo que quieres decir?
Respondo: Intentaré explicar mi
reflexión con la ayuda del Señor.
La oración constante,
atenta, nos puede ayudar a todos nosotros. Puesto que si en el pasado, las
cosas eran difíciles de comprender, la oración nos prepara para ello. A Jesús
le escucharon todos, cuando predicaba por las ciudades, la predicación era la
misma medida para todos, pero no todos tenían la misma disposición para
escuchar y aceptar todo lo que Jesús enseñaba. Entre los que no comprendían,
unos se marchaban, pero otros le preguntaban y permanecían con el Señor.
¿Dios nos ama a todos por igual? No
¿El amor de Dios tiene la misma medida para todas sus criaturas? No
¿Tiene la misma intensidad el amor de las criaturas a Dios? Sencillamente: no.
Pero esto tiene su
explicación. Aunque si una persona, como me ha comentado Eugenio, que es “duro
de mollera”, es por causa del corazón endurecido. Pero lo importante es que se
entienda a la Palabra de Dios, yo tan solo comparto estas reflexiones, pero no
todos pueden soportarlo.
Veamos también, todo
el mundo puede recibir diez talentos, pero ni cinco ni uno solo, todos diez
talentos.
Jesús nos habló la
parábola de los talentos, a uno le dio, diez talentos, a otro, cinco, a otro
uno. Pero el que tiene diez talentos, puede aumentar sus talentos, y podría
tener más del doble, si no se rinde en la misión encomendada, lo mismo el que
recibe cinco talentos, y el que tiene un talento, si es un buen trabajador en
la viña del Señor, también puede aumentar, pero si no lo hace, es que lo pierde
completamente todo, por su inutilidad, Y lo que creía tener le será quitado y
será arrojado a las tinieblas exteriores.
Si amamos a Dios poco,
poco es lo que recibimos, la tacañería obstruye el amor de Dios hacia nosotros.
“En esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en
que Él nos amó primero” (1º San Juan. 4,10).
El amor de Dios a la
Llena de Gracia, fue de inmensa medida, que ella no tuvo ningún pecado. El
Señor quiso librar del pecado a la Mujer que tenía que traer la salvación a la
humanidad.
El amor de Dios a los
Apóstoles, también fue de gran medida, por lo que le llevaron al martirio. Pero
el Apóstol Juan, el Señor lo protegió muchos años. San Epifanio dice que murió
a los 94 años. En todos esos años, desde San Juan Bautista, siempre dio gloria
a Dios. ¡Qué amor tan grande tuvo este gran santo, que conoció los misterios de
la salvación de Dios para con todos. El que crea se salva, el que no crea, se
condena. Cuanto más intensamente, pura sea nuestra oración, la medida de
nuestro amor a Dios aumenta, y nos vamos llenando cada vez más del amor de
Dios.
Hay quienes dicen:
“Dios te ama tal como eres? Pero como eres, ni siquiera te acercas al
confesionario, no rezas, no ayunas, no eres devoto de la Madre de Dios, la
rechaza, la desprecia, ¿Dios ama a alguien así?
¿El amor de Dios alcanza al que tiene doble intención? ¿Al que engaña al
prójimo?
·
«yo amo a los que me aman, los que madrugan por mí
me encuentran » (Proverbios 8, 17)
Quien madruga por el Señor, o se dedica a la oración, como hacen en los monasterios de vida contemplativa como los Cartujos, ellos reciben un amor especial de Dios. Se levantan de madrugada, van a la capilla a rezar, a meditar, a poner atención al Evangelio de Cristo, cuando el lector lee durante la Santa Misa.
En este pasaje,
también leemos lo que nos dice San Lucas y la enseñanza del Señor:
«36Un fariseo le rogaba que
fuera a comer con él y, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. 37En esto, una mujer que había
en la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del
fariseo, vino trayendo un frasco de alabastro lleno de perfume y, 38colocándose detrás junto a
sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con las lágrimas, se los
enjugaba con los cabellos de su cabeza, los cubría de besos y se los ungía con
el perfume. 39Al ver esto, el fariseo que
lo había invitado se dijo: «Si este fuera profeta, sabría quién y qué clase
de mujer es la que lo está tocando, pues es una pecadora». 40Jesús respondió y le dijo:
«Simón, tengo algo que decirte». Él contestó: «Dímelo, Maestro». 41«Un prestamista tenía dos
deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. 42Como no
tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de ellos le
mostrará más amor?». 43Respondió Simón y dijo:
«Supongo que aquel a quien le perdonó más». Y él le dijo: «Has juzgado
rectamente». 44Y, volviéndose a la mujer,
dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? He entrado en tu casa y no me has dado agua
para los pies; ella, en cambio, me ha regado los pies con sus lágrimas y me
los ha enjugado con sus cabellos. 45Tú no me diste el beso de
paz; ella, en cambio, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. 46Tú no me ungiste la cabeza
con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. 47Por eso te
digo: sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho, pero al que poco se le
perdona, ama poco». 48Y a ella le dijo: «Han
quedado perdonados tus pecados». 49Los demás convidados
empezaron a decir entre ellos: «¿Quién es este, que hasta perdona pecados?». 50Pero él dijo a la mujer: «Tu
fe te ha salvado, vete en paz ». (San Lucas 7,36-50).». (San Lucas 7,36-50).
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El que ama mucho, y
recibe más amor de Dios, es el que de corazón sincero, se arrepiente de sus
pecados, y hace penitencia.
A quien se arrepiente
de sus pecados con sinceridad, y no busca de nuevo los malos caminos, claro que
el amor de Dios aumenta en esa alma. El que ama mucho, es amado más que aquel
que no ama a Dios y se rebela contra los santos mandamientos, estos tales no
son amados. Pues Dios no puede amar nada de lo que no sea suyo.
Para que nuestra
medida sobre el amor, a Dios, aumente, necesitamos vaciarnos de nosotros
mismos, obedecer con toda firmeza a la Voluntad de Dios, conociendo su Palabra
que se nos presenta en la Sagrada Biblia, purificando nuestro corazón, y desde
Cristo Jesús amar al prójimo, rogar por todos, para que no seamos tibios.
Continuación:
Si
Dios amase a todos por igual no habría infierno. Así como los condenados del
infierno, no sufren todos condenados las mismas penas, porque Dios es justo.
Porque la medida de los pecados es distinta, pero condenables, ya que murieron
en desgracia de Dios, vivieron y murieron en pecado mortal, no se arrepintieron, o cometieron sacrilegios en la Sagrada Comunión o en el sacramento de la Penitencia. Y todos sufren. Unos en mayor grado otros menos.
El
alma tibia no puede tener el mismo amor que el alma que tanto ora, que es
fervorosa, piadosa. Más aún, el tibio es rechazado por el Señor.
Las
fuentes por donde comento esto, son las visiones que tuvieron algunos santos,
santas.
Continuando con lo que iba escribiendo, a los judíos le dice
“Vosotros no tenéis el amor de Dios. Y así muchas personas, que creen tener el amor de Dios, pero el amor de Dios no llega a ellos, no les ama. «…además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros.» (San Juan 5, 42).
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Los
judíos tenían la mala costumbre de murmurar, de criticar, de echar en cara a
Jesús muchas cosas, no atendían a razones, todo lo veían mal en Cristo Jesús,
rabinos, sumos sacerdotes, que instigaban al pueblo para que crucificasen a
Jesús, gritando como posesos. Era comprensible que Dios no puede amar a alguien
así. Porque Dios es amor, pero el que no abre su corazón para amar, es porque
en lugar de tener a Dios por Padre, eligen al diablo.
El corazón que murmura contra un cristiano, sea sacerdote, que le habla de Dios, cuando el obispo defiende la Tradición Apostólica, aquellos que no tienen amor de Dios, cometen esos y otros pecados.
Cualquier
persona que diga, que no le cite la Biblia, que no quiere conocer nada de la
Palabra de Dios, es porque ha echado a perder todo el amor de Dios, y no es
amado de Dios, porque está rechazando al Amor verdadero.
«¿Por qué no reconocéis mi
lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de
vuestro padre el diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él
era homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad porque no hay
verdad en él. Cuando dice la mentira, habla de lo suyo porque es mentiroso y
padre de la mentira. » (San Juan 8,43-44)
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El lenguaje, las expresiones de
Jesús, es la caridad, es la verdad, es el amor, es la compasión, es siempre la
verdad, la dulzura. Pero los judíos se habían cerrado, habían negado todo amor
con su prójimo, y se enfrentaron violentamente contra Jesús. A lo largo del
Antiguo Testamento, vemos que numerosos israelitas, incluso sumos sacerdotes,
no amaron al Señor, e imitaron las costumbres paganas, desobedeciendo
constantemente a Dios. Pero el Señor quería salvar a todos, pero no todos
logran salvarse.
Como he referido y es una realidad, que una multitud de bautizados no soportan el lenguaje de la Palabra de Dios, algunos la tuercen. Se les tratan de hacer un bien, y se vuelven furiosos. ¿Pretenden alcanzar así el amor de Dios con la soberbia, la ira, los insultos, y tantas palabras malas? No es posible.
Dios nos llama, pero para que dejemos el ser como somos, y comencemos a
transformarnos en la vida nueva en Cristo Jesús.
«Escribe al ángel de la Iglesia en Laodicea: Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de Dios. Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero porque eres tibio, ni frío ni caliente, estoy a punto de vomitarte de mi boca. » (Apocalipsis 3, 14-16).
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Y
es que la tibieza, el relativismo, el todo vale, Dios no lo acepta, sino que lo
vomita.
En
esta vida presente, debemos perfeccionar la medida de nuestro amor a Dios, cada
vez más intensamente.
Sabemos
bien que Jesús padeció por todos nosotros, siendo pecadores, nos amó, con la
posibilidad de tener la vida cuando renunciamos lo que nos lleva a la muerte,
por el pecado. Quiso el Señor padecer por los pecadores. Ha habido grandes
pecadores, que cuando han comprendido la llamada del Señor, se han hecho
grandes santos y santas, ante el Señor. El pecado es una negación al amor de Dios.
Los vicios no proceden de la vida, y destruye nuestra fe, y nos arroja a la
amargura, a la desesperación, no existe amor en los pecados ni en los vicios.
·
San Agustín nos enseña que Dios ama al hombre, no por
su pecado, no por sus vicios. Pues no tiene sentido que por decirlo también:
"Dios ama al vicioso". Es un pensamiento ridículo, un engaño del
diablo. Para que el hombre no de demasiada importancia, a los propios pecados y
vicios, y tengan una vida así, tibia, indiferente, que lleva a la muerte.
Dios quiere amar al ser humano, tenemos unas condiciones, los Santos Mandamientos, preceptos, reglas, normas, enseñanzas verdaderas, no humanas, sino que procede de Dios.
Quiere salvarnos, nosotros también lo queremos, abrir nuestro corazón, arrojar todo lo sucio, inmundo que pueda haber en nosotros.
El ser humano, por sus pecados y vicios, se separan del amor de Dios, los pecados de impurezas, los vicios de la carne hace al alma reo de condenación eterna.
Dios ama al ser humano, porque somos obra de su
creación, pero la caída y su obstinación en permanecer en el pecado da muerte a
la imagen de Dios en su alma. Otros pecadores, han caído, pero sienten esa
pérdida de Dios en su vida, y acude al sacramento de la confesión, y cuando ha
sido sincero el arrepentimiento, por fin su alma recupera la paz, la alegría
interior. Y ya se esfuerza por no perder esa amistad con Dios. Por eso, todos
necesitamos, que nuestro arrepentimiento sea auténtico, grata al Señor. Jesús
nos perdona por medio del sacerdote piadoso que nos confiesa. somos absueltos
en el Nombre de la Santísima Trinidad.
Si un alma, tras una
mala vida, de pecados mortales, hace examen de conciencia, acude al sacramento
de la confesión, su vida cambia a mejor. A muchos le han pasado eso, leo yo los
testimonios en los escritos de San Alfonso María de Ligorio, de la oscuridad interior.
a la luz interior.
Eugenio: Amigo José Luis Ofs,
con todo mi cariño, mi respeto, y desdeel amor infinito que Dios te tiene,
permíteme decirte por tu bien que tienes un enorme cacao y que rozas la
blasfemia al decir rotundamente que Dios no ama a todos por igual. Eso es una
absoluta falsedad e, insisto, es blasfemar contra Dios. Confundes gravemente el
amor infinito de Dios a todos nosotros con la respuesta que nosotros damos a ee
amor. El sol brilla con la misma intensidad a buenos y malos, otra cosa es que
yo me esconda en un sótano profundo para no recibir la luz del sol, peroel sol
no discrimina a quien alumbra más y a quien alumbra menos: eso es falso, y en
el caso de referirse a Dios, insisto, una blasfemia. La lluvia cae por igual
sobre buenos y malos, otra cosa es que yo me defienda de ella y abra mi
paraguas para no mojarme con su gracia. ¡Qué locura más diabólica, amigo José
Luis, decir que Dios discrimina su amor, según se lo "merzca" más o
menos. No entiendes absolutamente nada, amigo mío. ¡Qué blasfemia mayúscula
negar el amor de Dios a los pecadores. Dios ama absolutamente igua a Stalin que
a san Francisco de Asís, pero Stalin no amaba a Dios (espero de todo corazón
que en el último momento de su vida sí lo hiciera) mientras que san Francisco
de Asís lo amaba con locura. ¡Qué atrevimiento, amigo mío, decir que Dios ama
con amor medido y no ilimitado, con amor de transación (yo te amo solo si tú me
amas) y no con amor de gratuidad, el amor que da la gracia, el amor infinito
que nos tiene como se demuestra en la cruz. ¡Qué enormidad de bñasfemia, amigo
mío, negar la santa cruz, el amor del mismo Dios por todos los hombres, no para
unos pocos. Confundes gravísimamente la Verdad absoluta que dice que Dios ama a
todos por igual con un amor gratuito y sin media con el hecho de que no todos
reciben ese amor por igual y, por tanto, no pueden devolverlo a Dios y a sus
prójimos. CUalquier madre ama por igual a todos sus hijos y, si me apuras, un
poco más a aquellos que más lo necesitan: las ovejas perdidas. Pregúntale a una
madre si quiere menos a sus hijos más perdidos que a los santitos y te mirará
con cara de pena porque sabrá que sabes muy poco del amor de una madre. Pues si
una madre ama a todos sus hijos por igua, cómo te atreves a decir que Dios no
lo hace. Estás a tiempo de arrepentirte de tamaña blasfemia, amigo José Luis.
Ignoro de dónde has sacado tamaña sandez. Y deja de citar tana Biblia también el
demonio lo hace cuando le conviene
Eugenio: Perdón, di a una
tecla, sin querer; te decía, amigo Jose Luis, que dejes de citar tanta Biblia de forma
torticera. También el demonio lo hace cuando le conviene; y los testigos de
Jehová, y los protestantes; pero creo que tú eres católico, por eso tienes
mayor responsabilidad. Dios es infinito en todo. Su amor es sin medida, es
misericordioso y justo. El amor de Dios no es un amor de transación, amigo, es
una amor gratuito a todos por igual. Y nosotros tenemos y debemos amar a los
demás con ese mismo amor de gratuidad, que sola con la gracia es posible. Que
lo hagamos o no, es culpa nuestra no de que Dios nos ame menos. S Dios limitase
su amor infinito, tú y yo lo tendríamos imposible; es más quién podría
salvarse? Recapacita, amigo, y perdona la dureza de mis palabras pero es que lo
que dices es muy peligroso para tu alma y para aquellas almas que puedan escucharte
o leerte. Y no se te ocurra achacarle a Dios tu lógica amigo.
Eugenio: La lógica de Dios es necedad
para muchos. No seas necio y piensa con la lógica de Dios. Y si no, cállate. Por tu bien y por el de los
demás. Un abrazo en Cristo.
Segunda parte
Quise continuar en este blog, porque no hay riesgo, de que borre lo que escribo, ya me ha sucedido en otras ocasiones, pero con otras personas, que el diablo se ha metido por medio, y no quiere que se descubra que la Palabra de Dios es la verdad.
Y la protesta viene de
quien rechaza la Sagrada Biblia, o sea, que rechaza a Dios y a nuestro Señor
Jesucristo. No tengo por amigos quien rechaza la Palabra de Dios.
Con este último
comentario, ya di por cerrado el asunto, solo en el muro de Eugenio. Aunque me
ha comentado eso mismo. Pues no siempre he facilitado la cita bíblica que
afirma lo que yo digo. Pero ahora, en esta segunda parte, veremos más.
Uno de los comentarios
de Eugenio era este:
Dice Eugenio: José Luis Ofs NegR que Dios ama a
todos es una herejía. Lo que Dios no ama es el pecado. Grave confusión, amigo
José Luis.
Pero así le responde la Palabra de Dios:
«Porque el Altísimo aborrece a los pecadores,
y a los impíos les hará experimentar su venganza » (Eclesiástico, 12, 6)
«Quien comete el pecado es del Diablo» (1º San
Juan 3,8)
|
«21*“No
todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino
el que hace la voluntad de mi Padre celestial. 22*Muchos
me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu
nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos cantidad de prodigios? 23Entonces
les declararé: “Jamás os conocí. ¡Alejaos de Mí, obradores de
iniquidad!». (San Mateo 7, 21-23)
|
Notas Sagrada Biblia Straubinger:
* 21. Entendamos
bien lo que significa hacer su voluntad. Si buscamos, por ejemplo, que un
hombre no le robe a otro, para que la sociedad ande bien, y no para que se
cumpla la voluntad de Dios, no podemos decir que nuestra actitud es cristiana.
Ese descuido de la fe sobrenatural nos muestra que hay una manera atea de
cumplir los mandamientos sin rendir a Dios el homenaje de reconocimiento y
obediencia, que es lo que Él exige. ¡Cuántas veces los hombres que el mundo
llama honrados, suelen cumplir uno u otro precepto moral por puras razones
humanas sin darse cuenta de que el primero y mayor de los mandamientos es amar
a Dios con todo nuestro ser!
* 22. En aquel día: el día del juicio, llamado
también “el día del Señor”, “el día grande”, “día de Cristo”, “día de ira”. Cf.
Salmo 117, 24; Isaías 2, 12; Ezequiel 30, 3 y notas; Joel 1, 15; Abdías 15;
Sofonías 1, 7; Romanos 2, 5; I Corintios 3, 13; II Corintios 1, 14; Filipenses
1, 6 y 10; II Pedro 3, 12; Judas 6.
También San Lucas nos habla:
22Recorría ciudades
y aldeas, enseñando y siguiendo su camino hacia Jerusalén. 23*Le dijo uno:
Señor, ¿son pocos los que se salvan? Él le dijo: 24*Esforzaos a
entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos serán los que
busquen entrar y no podrán;' 25una vez que el
amo de casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a
la puerta, diciendo: Señor, ábrenos. Él os responderá: No sé de dónde sois. 26* Entonces
comenzaréis a decir: Hemos comido y bebido contigo y has enseñado en nuestras
plazas. 27*El dirá: Os repito que no sé de dónde
sois. Apartaos de mí todos, obradores de iniquidad. 28Allí habrá llanto
y crujir de dientes, cuando viereis a Abraham, a Isaac y a Jacob y a todos
los profetas en el reino de Dios, mientras vosotros sois arrojados fuera. 29Vendrán de
Oriente y de Occidente, del Septentrión y del Mediodía, y se sentarán a la
mesa en el reino de Dios, 30y los últimos
serán los primeros, y los primeros serán los últimos.» (San Lucas, 13,22-30)
|
* 23. Terribles
advertencias para los que se glorían de ser cristianos y no viven la doctrina
de Jesucristo. Véase Jeremías 14, 14 ss., donde el profeta de Dios habla contra
los falsos profetas y sacerdotes que abusan del nombre del Señor.
* 24. Como observan algunos exegetas, estas
palabras de Jesús no parecen las mismas de Mateo 7, 13, donde no se habla de
esforzarse y se trata más bien de un pasaje que de una puerta. La imagen es
sumamente gráfica, pues hace comprender que, así como nos esforzamos por
hacernos pequeños para poder pasar por una portezuela en que no caben los
grandes, así hemos de luchar por hacernos pequeños para poder entrar en ese
reino que está exclusivamente reservado a los que se hacen niños según lo dice
Jesús. Cf. 10, 21; Mateo 18, 1-4; Marcos 10, 15.
* 26. Enseñaste en nuestras plazas: En
el versículo 27. Él insiste en decir que no los conoce. Además, escrito está
que “nadie oirá su voz en las plazas”, porque Él no será turbulento
(cf. Mateo 12, 19 y nota). Si ellos escucharon, pues, fue a otros, como se lo anunció
Jesús (Juan 5, 43 y nota); a otros que no buscaban la gloria del que los envió,
sino la propia gloria (Juan 7, 18 y nota), por lo cual no podían tener fe (Juan
5, 44 y nota). Ésos no eran por tanto, los verdaderos discípulos a quienes Él
dijo: “Quien a vosotros escucha, a Mí me escucha” (Lucas 10, 16), sino los
falsos profetas sobre los cuales tanto había prevenido Él. Cf. Mateo 7, 15 y
nota.
* 27. Véase Mateo 15, 8, citando a Isaías 29,
13. Mateo 7, 23; 25, 41. Condena
Jesús anticipadamente a aquellos cristianos que se contentan con el solo nombre
de tales y con la vinculación exterior a la Iglesia.
***********************
«De
ahí la terrible palabra que el Señor les dirige: Jamás os he conocido. Y es así que a muchos los aborrece el Señor ya desde esta vida y antes
del juicio ya son condenados. Temamos, pues, carísimos, y pongamos
todo cuidado en nuestra vida. No pensemos que perdemos nada porque ahora no
hagamos milagros. Como ahora no perdemos
nada de no hacerlos, tampoco en el juicio llevaríamos ventaja alguna por
haberlos hecho. » (San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio de San
Mateo, Homilía 24, 2, BAC Madrid 1955, pág. 502)
E
Yo no tengo interés alguno en cometer herejías, y nunca me he apresurado en escribir cualquier cosa. Pero si por error he escrito algo, lo borro en el momento más breve, para no caer en grave culpa.
Si
sentimos indiferencia hacia lo que enseña nuestro Señor Jesucristo, ya somos
declarado, desde el primer momento, dignos del castigo eterno, merecedores de los
tormentos eternos. Porque no podemos decir si somos cristianos, pero vivimos
como mundanos, como ateos, y pecadores impenitentes. De nada sirve haber comido
y bebido con Jesús, de nada sirve anunciar a Cristo, si el corazon siempre anda
metido entre vicios y pecados, entre murmuraciones, resentimientos y amarguras,
con la envidia. El amor que Dios nos tiene, nos encamina siempre hacia la
pureza del corazón, de los buenos pensamientos, de las obras de caridad. Vivir
como vivó Cristo, imitando a la Santísima Madre de Dios.
Un cristiano no puede orar juntamente con personas de otras doctrinas humanas, que transmiten terribles herejías. El corazón que tiene a Cristo, jamás se entendían en el diablo con los impíos, paganos, herejes, mundanos, para no perder la fe. Pues esas son las consecuencias terribles, la pérdida de la fe, la pérdida de la relación con la Voluntad de Dios.
¿Nos
damos cuenta de la Palabra de Dios cuando verdaderamente nos tomamos en serio
como es el amor auténtico de Dios? Pues su amor no lo malgasta con los perros y
puercos.
Si
nos estremecemos por las enseñanzas de Jesús, el Justo Juez, lo que debemos
hacer es cambiar definitivamente, los propósitos de conversión debemos tenerlo
en cuenta con mucha frecuencia.
Hoy
son numerosos los cristianos, que, sin aceptar las Sagradas Escrituras, ya dan
por hecho que Dios ama a todos, sin importarle la condición. Si una persona
endurece su corazón no puede aceptar la Palabra de Dios.
Pues como he referido
también, están los pecadores que detestan los propios pecados, y salen de
ellos, renuncias a tantos vicios y pecados que puedan padecer; y otra clase de
pecadores, de las que se atan a sus pecados y vicios, pero de entre ellos: unos
no van al sacramento de la confesión y otros hacen confesiones sacrílegas, se
confiesan de unos pecados, pero retienen para sí otros pecados, y cometen grave
sacrilegio durante la confesión, atreviéndose a mentir al sacerdote que los
confiesa.
«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos» (Mc 2, 17). Los que están enfermos por los pecados, enfermedad
espiritual, recurren a Jesús, porque buscan la sanación, obedecen a Jesús,
poniendo en práctica sus enseñanzas, y el alma se va curando, pero no todos
quieren recobrar la salud.
Todo lo que me ha
comentado Eugenio contiene muchos errores, pues no tiene la fuerza de la
Palabra de Dios, sino son sentimientos ajenos a la vida espiritual, comentaros
resentidos, amargados. Son sentimientos que tienen los que no creen en Dios.
Porque creer en Dios es valerse también de consultar constantemente la Voluntad
de Dios por medio de la lectura y meditación de las Santas Escrituras.
Los cristianos que no
tienen buena formación religiosa, se confunden demasiado, se imaginan que los
cristianos, católicos, no tienen derecho a tener conocimiento de las Santas
Escrituras, que solamente lo tienen los “testigos de Jehová” y los
“protestantes”, pero ellos no son cristianos, sino herejes, sectarios, que se
sirven de la Palabra de Dios, para manipular a todos los cristianos tibios e
ignorantes.
Nada discriminatorio
ha habido en los comentarios con qué le he respondido con todo respeto.
Eugenio: La lógica de Dios es necedad para
muchos. No seas necio y piensa con la lógica de Dios. Y si no, cállate. Por tu bien y por el
de los demás. Un abrazo en Cristo.
Aquí se ve que ha
intentado decir una frase, pero como no le agrada la Palabra de Dios, lo ha adaptado
en la mentalidad del hombre viejo, sin fe, tibio y torpe.
Aunque nos mande callar porque queremos dar prueba de la verdad, que es lo que nuestro enemigo el diablo quiere que no se descubra la verdad. Pero callaremos cuando hay que callar, y hablaremos cuando es necesario por el bien de todas las almas.
«25*Porque
a “locura” de Dios es más sabia que los hombres, y la debilidad de Dios es más
fuerte que los hombres.» (1º Corintios 1,25)
* 25. Esta sabiduría la encontramos, como
observa San Jerónimo, en primer lugar en la meditación y ciencia de las
Sagradas Escrituras, que en medio de las tribulaciones y torbellinos del mundo
conservan el equilibrio de nuestra alma. San Pablo la llama “nuestra
consolación” (Romanos 15, 4).
En
este texto de San Pablo, comenta Ambrosiaster: «No porque verdaderamente
haya algo necio, sino considerado necio por los hombres, al tratarse de una
razón espiritual y que no es congruente con la razón mundana. Esta es la razón
por la que es más sabio que los hombres, ya que lo que es espiritual es más
sabio que lo carnal. Porque no es lo espiritual lo que existe por lo carnal,
sino que lo carnal tiene consistencia por lo espiritual. Por lo tanto, lo
carnal ha sido sometido a lo espiritual…
Lo
espiritual es bastante superior a la mentalidad mundana, carnal. En Dios, bien
sabemos que no hay necedad, pero los hombres que no tienen fe, se imaginan ser
más sabios que el Señor, incluso hoy día, los soberbios que están completamente
errados en su forma de pensar. Se imaginan ser más sabios que el Señor. Los
hombres terrenales no comprenden las cosas espirituales, también lo enseña San
Pablo.
“la
locura de Dios”, es la mentalidad del hombre sin fe, que no comprende la
Palabra de Dios, porque no tiene vida espiritual, o lo ha echado a perder. Pero
para el hombre que ama a Dios, sabe que en Dios no hay locura, sino muchísimo
orden, mucha rectitud.
A
Jesús le acusaron de lo peor, incluso sigue sucediendo en la actualidad, y en
los puestos más alto de la Jerarquía de la Iglesia, pretenden ser más sabios
que Jesucristo. Y es cuando no se han dejado amar por Dios. Por eso, las
insolencias, las ofensas a Jesús son aplaudidas por el infierno.
Respecto
a la lógica, son expresiones modernistas.
Es
frecuente entre los cristianos, que los propios pensamientos humanos, intenten
atribuirlo a Yahvé nuestro Señor, puesto que no tienen los sentimientos de Cristo
Jesús.
·
7Deje el impío sus caminos, y el malvado sus pensamientos, y
vuélvase a Yahvé, que tendrá de él misericordia; a nuestro Dios, que es rico en
perdones.' 8Porque no son mis pensamientos vuestros
pensamientos, ni mis caminos son vuestros caminos, dice Yahvé. 9Cuanto son
los cielos más altos que la tierra, tanto están mis caminos por encima de los
vuestros, y por encima de los vuestros mis pensamientos, (Isaías, 55.7-9)
Son muchos los que estudian “teología”, pero sin la aceptación
de la Tradición del Señor, son estudios humanos y cargados de errores y herejías,
porque no están en comunión con la fe de la Iglesia Católica.
·
«1Yo mismo, hermanos, cuando vine
a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia
o sabiduría, 2pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino
a Jesucristo, y este crucificado. 3También yo me presenté a vosotros débil y
temblando de miedo; 4mi palabra y mi predicación no fue con
persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del
Espíritu, 5para que vuestra fe no se apoye en la
sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. 6Sabiduría, sí, hablamos entre
los perfectos; pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes
de este mundo, condenados a perecer, 7sino que enseñamos una sabiduría divina,
misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra
gloria. 8Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido, pues, si la
hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. 9Sino que, como está escrito: Ni
el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado
para los que lo aman. 10Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu;
pues el Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios. 11Pues, ¿quién conoce lo íntimo
del hombre, sino el espíritu del hombre, que está dentro de él? Del mismo modo,
lo íntimo de Dios lo conoce solo el Espíritu de Dios. 12Pero nosotros hemos recibido un
Espíritu que no es del mundo; es el Espíritu que viene de Dios, para que
conozcamos los dones que de Dios recibimos. 13Cuando explicamos verdades
espirituales a hombres de espíritu, no las exponemos en el lenguaje que enseña
el saber humano, sino en el que enseña el Espíritu. 14Pues el hombre natural no capta
lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de
percibirlo, porque solo se puede juzgar con el criterio del Espíritu. 15En cambio, el hombre espiritual
lo juzga todo, mientras que él no está sujeto al juicio de nadie. 16«¿Quién ha conocido la mente
del Señor para poder instruirlo?». Pues bien, nosotros tenemos la mente de
Cristo.» (1º Corintios 2,1-16)
Es imposible adaptar la fe, el Evangelio según el mundo, porque de hacerlo, ya esa alma, estaría completamente aprisionada por el príncipe de este mundo.
Somos cristianos, y la
lógica, no es lo mío, sino crecer en la fe y en el conocimiento de Dios.
La lógica de los
hombres mundanos, que ni tienen fe ni tienen razón. Por eso no puede abrir su corazón a las
enseñanzas del Señor, sino a las expresiones modernistas, tan en enemistad con
los intereses de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Sobre la lógica de… es
bastante frecuente en los herejes, “la lógica del Evangelio”, “La lógica de
Dios” son las expresiones que el hereje Bergoglio, enseña según la medida del
mundo, de las concupiscencias. Ya había dicho, que “hay que adaptar el lenguaje
del Evangelio, de la fe, según el mundo”. Y muchos seguidores de Bergoglio,
pone en práctica sus enseñanzas. Porque nunca han buscado de corazón a Cristo
Jesús, como Eugenio, como despreciador de la Sagrada Biblia.
Cuando las personas
hablan con el lenguaje de este mundo para explicar la Palabra de Dios, es
porque no tienen fe, y tienen maestros distintos a Jesucristo y a la Iglesia
Católica.
Me manda callar. ¡Bendito
sea Dios!
37Y,
cuando se acercaba ya a la bajada del monte de los Olivos, la multitud de los
discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios a grandes voces por
todos los milagros que habían visto, 38diciendo: «¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor! Paz en
el cielo y gloria en las alturas». 39Algunos fariseos de entre la gente le dijeron: «Maestro, reprende
a tus discípulos». 40Y respondiendo, dijo: «Os digo que, si estos callan,
gritarán las piedras». (San Lucas , 19, 37-40)
Todo lo que sea en
defensa de los intereses de Cristo Jesús, por el bien de la Iglesia Católica,
para mostrar las verdades de nuestra fe, no es posible permanecer en silencio.
Porque si el diablo no cesa de hacer el mal, nosotros hemos de avisar, según la
disposición de nuestro corazón para con Dios. Pues un corazón acobardado, nunca
busca seguir a Cristo con la cruz, sino que huyen para no sentirse perjudicado.
Pero el que trabaja sinceramente para gloria de Dios, siempre es necesario, con
paciencia, demostrar todo lo que el Señor quiere para la salvación de las
almas.
Aumenta el amor de
Dios en nuestra propia vida, cuando ponemos en practica estas instrucciones, la
paz, incluso en medio de tempestades violentas, porque hemos limpiado nuestra
vida interior, y nos hemos hecho uno con Cristo Jesús. Por eso, cuando nuestra
conciencia, nuestro corazón se perfecciona progresivamente, nuestras oraciones
son agradables al Señor y no los rechaza.
•
« 10Pues quien desee amar la vida | y ver días buenos, | refrene su
lengua del mal | y sus labios de pronunciar falsedad; 11apártese del mal | y haga el bien, | busque la paz | y
corra tras ella, 12pues
los ojos del Señor se fijan en los justos | y sus oídos atienden a sus ruegos;
| pero el Señor hace frente a los que practican el mal. 13¿Quién os va a tratar mal si vuestro empeño es el bien? 14Pero si, además, tuvierais que sufrir por causa de la justicia,
bienaventurados vosotros. Ahora bien, no les tengáis miedo ni os amedrentéis. 15Más
bien, glorificad a Cristo el Señor en vuestros corazones, dispuestos siempre
para dar explicación a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza, 16pero
con delicadeza y con respeto, teniendo buena conciencia, para que, cuando os
calumnien, queden en ridículo los que atentan contra vuestra buena conducta en
Cristo. 17Pues es mejor sufrir haciendo el bien, si así lo quiere Dios, que
sufrir haciendo el mal.» 1º Pedro, 3, 10-17).
A los Apóstoles le
mandaron callar para que no predicasen las enseñanzas de Jesús, pero respondían
que es preciso obedecer a Dios ante que a los hombres. En este caso, no puede
haber obediencia a cualquiera que quiera torcer las Santas Escrituras, para
satisfacer las herejías, las costumbres abominables del paganismo. Solo debemos
obediencia a Dios, y a quien sabemos que están unidos con todo su corazón a Dios
bendito por los siglos, obedecer a las almas que están en plena comunión con
Cristo Jesús y la Tradición de la Fe Apostólica.
Los Apóstoles
anunciaron el camino de Cristo, con delicadeza y respeto, pero terminaron
siendo martirizados, porque quienes no amaban a Dios, no tenían ese amor de
Dios, para el Señor ni para el prójimo. La violencia de los impíos, sacrílegos,
blasfemos, profanadores, transgresores de los Santos Mandamientos, no tienen
amor de Dios, porque estos pecadores impenitentes, se han hecho sinagogas de
demonios, casa de demonios, con sus vicios, pecados y abominaciones. No
pertenecen a Dios.
Eugenio dice: Y deja de citar tana Biblia también el
demonio lo hace cuando le conviene
Eugenio: Perdón, di a una
tecla, sin querer; te decía, amigo Jose Luis, que dejes de citar tanta Biblia de forma
torticera. También el demonio lo hace cuando le conviene; y los testigos de Jehová, y
los protestantes; pero creo que tú eres católico, por eso tienes mayor
responsabilidad.
Por dos veces
confirma, reafirma que deje de citar la Biblia, por dos veces me compara con el
demonio, tambien con testigos de Jehová, con protestante, y no sabe que soy
católico. Muchos pueden saber qué temas escribo en el Facebook, pero él no se
ha enterado. Pues realmente, el Señor ha querido que sea cristiano y católico.
Otras personas me han acusado de "modernista" de "Torquemada"
En otros sitios que
aparentan ser paginas católicas, cuando he llegado a poner textos de la Sagrada
Biblia, enseñanzas de Jesús, de los Apóstoles, no han gustado nada, lo han
suprimido. Porque rechazan los intereses de Jesús, que siempre es un bien para
todas las almas.
Pero son muchos que
con su comportamiento demuestran que no son de Dios, aunque digan que sí, pero
en el fondo de su corazón, prefiere mantenerse lejos de Cristo, pues las cosas
que dicen, no son propias de los hijos de Dios.
Los que somos de
Cristo no nos avergüenza de testimoniar con la Palabra de Dios, pero siempre
con todo el respeto, y la humildad, pero el que es del mundo, no de Dios, no
soportan la Palabra de Dios. Y se desesperan.
Cuando el bautizado estalla en ira, y dice que no le nombre más la Sagrada Biblia, es cuanto más la debemos usarla, pero siempre con amor a la verdad. Sin la fuerza de la Palabra de Dios todo argumento sería inútil.
«14 Tú, permanece
firme en lo que has aprendido y creído, ya que sabes de quiénes lo
aprendiste, 15 y porque desde niño conoces la Sagrada
Escritura, que puede darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio
de la fe en Cristo Jesús. 16 Toda la Escritura es
inspirada por Dios y útil para enseñar, para argumentar, para corregir y para
educar en la justicia, 17 con el fin de que el hombre de
Dios esté bien dispuesto, preparado para toda obra buena. » (2º
Timoteo 3, 14-17)
|
Claro que el demonio también se ha atrevido a referir textos de la Palabra de Dios, pero con un propósito muy distinto. Muchos de nosotros, bautizados, cristianos, al usar la Palabra de Dios, quien mas daño sufre es el hombre viejo, que no renuncia a su vida desordenada.
«5Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo, y el mundo los escucha. 6Nosotros somos de Dios. El que conoce a Dios nos escucha; el que no es de Dios no nos escucha. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error. (1º Juan 4,5-6).
|
Precisamente, el
demonio teme que se cite la Biblia correctamente, pero yo lo hago porque estoy
en Comunión con la Iglesia Santa, Apostólica, la Iglesia de Dios, ¿me acusa de
demonio? Sabe Dios que no lo soy, ni tampoco soy blasfemo ni hereje. Y
precisamente son acusaciones de quienes desechan la Palabra de Dios. El mundo
va mal en peor. Que llama bueno a lo malo, y lo malo es bueno.
Me manda callar, pero
no puedo hacerlo. Este callarse sería como rechazar todo lo que nos enseña el
Señor. Sin dar importancia la gravedad de los insultos y calumnias de Eugenio,
yo no tengo que devolver mal por mal. Ha habido otros, que me llegaron a
bloquear, precisamente por mi fidelidad a Cristo Jesús, al Evangelio de nuestra
salvación, y por descubrir los engaños del demonio.
Compararme con el
demonio, no está nada bien, porque yo cuando hago referencia de las Sagradas
Escrituras, no es para buscar mi propia gloria, siervo inútil soy, es verdad.
Aquí lo que importa, es que cada uno de nosotros miremos a Jesús, abramos
nuestro corazón paras escucharle, y obedecerle con prontitud.
Son numerosos los
cristianos, que se sienten terriblemente incómodos, por aquellas enseñanzas de
la Palabra de Dios, los ha habido que me decía, “si te veo por la calle, “te
estampo la cara contra la pared”. De tiempo en tiempo, las amenazas no
terminan, las agresiones aparecen de vez en cuando. Porque no soportan a Cristo
Jesús. No soportan la Sagrada Biblia. Y el diablo se revuelve furiosamente.
No me ha molestado que
me echara en cara para que me calle, por mi fidelidad a Cristo Jesús y a la
Iglesia Santa de Dios, ¿Por qué me mandó callar? Quien no tiene a Dios, (por
sus frutos se les conocen) no soportan nada del Señor, tambien lo explica San
Pablo:
«1En la presencia de
Dios y de Cristo Jesús, que va a juzgar a vivos y muertos, por su
manifestación y por su reino, te advierto seriamente: 2predica la palabra,
insiste con ocasión y sin ella, reprende, reprocha y exhorta siempre con
toda paciencia y doctrina. 3Pues vendrá un tiempo en que no
soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a la medida de
sus pasiones para halagarse el oído. 4Cerrarán sus oídos a la verdad y se
volverán a los mitos.» (2º
Timoteo,4 1-4).
|
Esa es la realidad, que muchos cristianos no soportan la Palabra de Dios. Hay voces que dicen que es preciso dialogar, cuando el Señor lo que quiere es otro camino que no es el dialogo, y para eso, necesitamos aprender primero, todo lo que el Señor y la Santa Iglesia Católica nos pide, para bien de todos.
Todos los cristianos debemos sentir esto mismo, anunciar al Señor, lo hacemos conforme a nuestra vocación, la que el Señor nos ha dado, para que demos frutos espirituales, para la vida eterna, para nosotros y para todos los que quieran aceptarlo, sin entrar en discusiones con nadie.
En los primeros comentarios, cuando yo no cité textos bíblicos, la conversación parecía comprensible, que estaba tranquilo.
Pero vayamos con aquello que algunos se empeñan en que Dios ama a todos por igual.
«3 Al
cabo de algún tiempo Caín ofreció al Señor frutos del campo; 4 y
Abel por su parte, los primogénitos y la grasa de su ganado. El Señor miró
complacido a Abel y su ofrenda, 5 pero no a Caín y a
la suya. Por esto, Caín se irritó en gran
manera y andaba cabizbajo. 6Entonces dijo el Señor a Caín:
—Por qué andas
irritado? ¿Por qué andas cabizbajo? 7¿No llevarías el
rostro en alto si obraras bien? Pero si no obras bien, el pecado acecha a la
puerta; no obstante, tú podrás dominarlo.» (Génesis, 5,
3-7)
Dios amó más a Abel,
porque fue generoso con Dios, pero Caín, no se portó nada bien. Caín si hubiera
obedecido a Dios, preparando su corazón, con la humildad, la mansedumbre, el
demonio no habría entrado en su vida. Porque cuando el alma es más humilde, más
ama al Señor, si no hay humildad, el corazón se llega a convertir en guarida de
demonios, por la soberbia, que es madre de todos los vicios y pecados. Un
corazón que se convierte en sinagoga de demonios, ahí no está el Amor de Dios.
Eugenio me había respondido:
. ¡Qué atrevimiento, amigo mío, decir que Dios ama con amor medido y no
ilimitado, con amor de transación (yo te amo solo si tú me amas) y no con amor
de gratuidad, el amor que da la gracia, el amor infinito que nos tiene como se demuestra
en la cruz. ¡Qué enormidad de bñasfemia, amigo mío, negar la santa cruz, el
amor del mismo Dios por todos los hombres, no para unos pocos.
Seguramente, lo habrá
dicho por esto, que ha tenido ocasión de leerlo: «yo amo a los que me aman,
| los que madrugan por mí me encuentran; » (Proverbios 8, 17). Y también de
otros textos de la Palabra de Dios, no ha podido soportarlo.
El sol brilla con la misma intensidad a buenos y malos,
A
los malos, a los pecadores impenitentes, por mucho que le alumbre el sol,
siempre su vida andará en tinieblas, por los pecados y vicios.
El
sol alumbra incluso a los cementerios, y si hay cadáveres en los desiertos, también el sol le alumbra, pero el cadaver no camina, no tiene vida. Asi mismo, Dios reparte las gracias a todos los humanos vivos, pero no todos viven conforme a la vida espiritual, la la fe, y todo lo que nos enseña Jesús y la Iglesia Católica.
En
un tiempo primaveral, y el verano sobre todo, el sol alumbra a todos, pero si
uno quiere mantenerse escondido en una habitación completamente a oscura, no
puede recibir los rayos del sol. La luz solar solamente a nadie puede iluminar
interiormente, pero los fieles tienen la gracia de Dios, que por una parte, el
sol ilumina su persona, pero los justos salen ganando, porque tambien es
iluminado interiormente por la Gracia de Dios, por su amistad con Cristo Jesús.
El
Señor no ofrece su gracia a aquellos que saben que no quieren cambiar para
mejor.
«Los que, por desidia, hacen inútiles los
bienes recibidos de Dios o los convierten en perdición suya, demuestran con
ello que son indignos de ser beneficiados en el futuro» [Fray Luis de León]. Esta frase la escribí cuando
durante el pontificado de Juan Pablo II, de vez en cuando en el teletexto de la
televisión, ponían frases espirituales.
Sí,
El Señor hace llover sobre buenos y malos, sobre justos y pecadores. Pero son
los justos que aprovechan muy bien tanto el sol para seguir creciendo en la fe.
Pero si quien recibe los rayos del sol, es un cadáver, seguirá pudriéndose. Las
almas en gracia de Dios, pueden salir adelante con las lluvias de la gracia de Dios,
los pecadores que salen de la muerte de sus vicios y pecados, volviendo al
Señor, con el arrepentimiento de sus pecados, comienzan una vida nueva.
Los
malvados, los pecadores impenitentes, a los desagradecidos, tambien son
beneficiados por las lluvias, pero no reconocen, incluso siguen combatiendo
contra Dios. El Señor siempre es bueno con todos, pero el que no se convierte,
termina en condenación eterna.
¡Qué enormidad de bñasfemia, amigo mío, negar la santa cruz, el amor del
mismo Dios por todos los hombres, no para unos pocos.
He
dejado la ortografía de Eugenio sin corregir, porque los nervios, la ira,
causan malas pasadas.
El
pobre Eugenio, está con los nervios que no puede más, pues citando los textos
bíblicos, en la primera parte, no llegó a aceptarlo, es que no quiere.
Luego,
tampoco yo nunca he negado la cruz, ha sido una invención suya, con ira, se
nota en el comentario. La amargura del corazón no puede ayudar a comprender la
belleza del Amor de Dios.
Supongamos
que yo le invito, «compruébalo con las Sagradas Escrituras». Ya hemos leído la
respuesta que no quiere para nada que se le cite la Sagrada Biblia. Católicos
ignorantes y no reconocer la miseria, siempre van de mal en peor.
Si
yo he aprendido por la Palabra de Dios, que no todos los hombres son amados de
la misma manera, es así. No es una interpretación personal, sino que
reflexionando sobre ello, nos damos cuenta, y también lo llegaron a comprender los
santos y santas, y hablaron de ello, como San Agustín, obispo y doctor de la
Iglesia.
Tiene
todo este conocimiento, rechazando las enseñanzas de Dios, se comprende, que
tampoco le es grato las enseñanzas de los Padres de la Iglesia, solo opina y
opina, sin la ayuda del conocimiento e Dios.
El
amor de Dios es infinito, para los que viven en gracia de Dios. Todos los que
observan fielmente los mandamientos de Dios, ese amor que recibe de Dios,
aumenta.
Es
el ser humano quien pone límite a Dios, a su amor. El hombre no quiere ser
amado por Dios, por eso se entregan a las concupiscencias. A propósito, dice
San Juan.
X15*No améis al mundo ni las
cosas que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está
en él. 16*Porque todo lo que hay
en el mundo, la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia
de la vida, no es del Padre sino del mundo. 17Y el mundo, con su concupiscencia,
pasa, más el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.» (1º San
Juan, 2,15-17).
* 15. San Juan desenvuelve aquí, con toda su
grave trascendencia, la terminante enseñanza de Jesús (Mateo 6, 24 y nota; cf.
Santiago 4, 4), Sorprende que la Escritura sea siempre más severa con el mundo
que con el pecador: es porque éste no presume ser bueno, mientras que aquél sí
reclama una patente de honorabilidad, pues, con la habilidad consumada de su
jefe (Juan 14, 30), reviste el mal con apariencia de bien (II Timoteo 3, 5). Y
aunque carece de todo espíritu sobrenatural (Juan 14, 17; I Corintios 2, 14),
finge tenerlo (Mateo 15, 8) cultivando la gnosis (cf. II Juan 9; III Juan 11 y
notas; Colosenses 2, 8) y la prudencia de la carne, que es muerte (Romanos 8,
6). Refiriéndose al v, 16 decía un predicador: “No os llamo pecadores, os llamo
mundanos que es mucho peor, porque a todas las concupiscencias el mundo junta,
como dice San Juan, la soberbia que, lejos de toda contrición, está satisfecha
de sí misma y aún cree merecer el elogio, que os prodigan otros tan mundanos
como vosotros.”
* 16. La concupiscencia de la carne es la
de los sentidos, que es enemiga del espíritu (Gálatas 5, 16-25; I Corintios 2,
14); la concupiscencia de los ojos: es decir, el lujo insaciable y la
avaricia que es idolatría (Efesios 5, 5; Colosenses 3, 5), pues ponemos en las
cosas el corazón, que pertenece a Dios (Santiago 4, 4); la soberbia de la
vida, o sea, amor de los
honores aquí abajo. Esta es la más perversa porque justifica las otras y
ambiciona la gloria, usurpando lo que sólo a Dios corresponde (Juan 5, 44;
Salmo 148, 13 …).
Hemos de convencernos que el Señor siempre tiene compasión de todos los pecadores, cuando estos ya comienzan a dar los pasos para su conversión, el Señor le anima, pero si cae, siempre se encuentra allí, para ayudarle a levantarle, porque quiere sanar su vida, quiere renunciar el pecado, y siempre acude a la Santa Madre Iglesia, pero es reducido el número de los que desean arrepentirse de corazón de todas las maldades.
Ha
habido quien me decía: “no quiero que reces por mí”, este ejemplo es de quien
ha renunciado al amor de Dios. O de otros, que van a misa. Como tal persona,
que hace muchos años que vi, conocido por la asistencia a las misas. Salía yo
de una iglesia, unas calles de distancia, había un cine. Esa persona entró para
ver una película, no sabía que clase de película, quise saberlo, miré el
cartel, y era una película muy sucia, inmoral, luego vi que esa persona, estaba
comprando la entrada para ver la película. Ya no se le vio más en la misa. Días
después leo una noticia en un periódico, que habían encontrado a un hombre
muerto mientras veía tal película. Esto sucedió durante el Pontificado de Juan
Pablo II. Nadie puede engañar a Dios, Él sabe quien le ama de verdad, y quien
finge ante el mundo, un amor a Dios, una piedad fingida. Dios lo sabe todo.
Cuando el fiel cristiano ama a Dios, no tiene aficiones terrenales, porque es necesario que todo el corazón sea del todo para Dios, y nada para el mundo. Un corazón que se preocupa de los asuntos terrenales, como la política, el mundo deportivo, las diversiones, se está cerrando a la luz del sol, a las gracias de Dios. Mientras haya desordenes en el propio corazón, no es posible, hasta que punto se puede amar a Dios, o no amarle. Por tanto, Dios no puede amar a todos por igual.
Me he encontrado con personas, en mi entorno, que me decían: “yo soy más cristiano, que tú, amo más a Dios que tu”, y lo decía con tanto enojo. Y es una pena, porque el amor que decían tener, se les han convertido en abandonar a la Iglesia, en rebelarse contra los mandamientos de Dios. Es muy peligroso para el alma, presumir ante otros, “soy más importante que tú”.
Muchos de nosotros nos alegramos que haya persona que realmente han llegado a amar intensamente a Dios, como San Antonio de Padua, San Francisco de Asís, San Pío de Pietrelcina, Santa Clara de Asís, Santa Teresa de Jesús, San Agustín, San Juan Crisóstomo, San Jerónimo, San Isidoro de Sevilla, y muchísimos más. Nos admiramos y aprendemos de sus sabias enseñanzas. Y no hay envidia en nuestros corazones.
·
« No améis al mundo ni las cosas que
hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
»
(1º San Juan, 2,15).
Ahí
está el engaño del diablo, en poner límite al amor de Dios, ¿Nos hemos dado
cuenta que es el ser humano quien pone límite, incluso la negación total del
amor de Dios? Todos los cristianos, si tienen
intereses terrenales, espiritualmente están muertos. Pues el amor al mundo, es
aceptar también todo lo que es doctrina humana, ninguna tiene relación con los
intereses de Cristo Jesús.
Los que aman a Dios
son amados de Dios, precisamente, porque renuncian la medida del hombre viejo,
renuncian a la corrupción del mundo, obedecen a los Santos Mandamientos,
preceptos, normas del Señor.
Hace años, por el tiempo del Pontificado de Juan Pablo
II, entré en un establecimiento, para comprar un reloj a mi madre, el vendedor
mediría como dos metros. Le preguntaba, había bastante calma en el ambiente, pero
cuando comencé a hablar sobre Jesucristo, el Evangelio, hablar de Dios,
repentinamente, le dio un temblor por todo su cuerpo, y estalló en ira. Le dio
por blasfemar, decir barbaridades. Me marché sin comprar nada. Era como una
posesión diabólica que padeció esa persona. Mientras me marchaba seguía arrojando
su veneno. La ira, la soberbia, el orgullo, son obstáculos para recibir el amor
de Dios. Estos pecados arrastran a otros. No es posible continuar conversando
con quienes odian a Dios. Y es que para los malvados no hay paz verdadera.
Pueden aparentarlo, pero no tienen el amor de Dios, porque al final se descubre
lo que hay en su corazón. Todo el que no es de Dios, siempre desecha la
Palabra de Dios. Puede aparentar ser cristiano, amable, pero no dura mucho
tiempo su amabilidad. ¡Menudas palabras que llegan a soltar contra el prójimo!
Amar a Dios debe significar que el alma está guardando, poniendo en práctica las enseñanzas de Yahvé nuestro amado Padre y de nuestro Señor Jesucristo. Pero si uno comienza a desvariar, como poseso, que no l hable de Dios, que no le muestre nada de las Santas Escrituras, en ese corazón no está el amor de Dios.
Hace algunos años, un sacerdote por Internet, me decía, “no quiero que me pongas ninguna cita de los santos”, y es que le estaba explicando que esas diversiones, los bailes arrastraba a la vida del pecado, y no le obedecí, pues era importante que se mostrase dónde estaba la verdad. Eran textos de varios santos. Pero no los soportó. Me dijo un día que no le agradaba San Alfonso María de Ligorio, que es obispo, doctor de la Iglesia Católica, patrono de los moralistas, recomendado por el Papa Benedicto XVI.
Son muchos los que se “consagran” a Cristo, pero no le obedecen, no aman a Cristo.
- «Vosotros sois hijos del diablo, y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él fue homicida desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay nada de verdad en él. Cuando profiere la mentira, habla de lo propio, porque él es mentiroso y padre de la mentira. Y a Mí porque os digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros puede acusarme de pecado? Y entonces; si digo la verdad, ¿por qué no me creéis? El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; por eso no la escucháis vosotros, porque no sois de Dios.» (San Juan 8, 44-47).
El que no es de Dios, se declara como hijo del diablo. Por sus frutos les conoceréis.
Oráculo. Palabra de Yahvé a Israel por medio de Malaquías: Yo os he amado, dice Yahvé, y vosotros decís: ¿En qué nos has amado? ¿Esaú no es hermano de Jacob? oráculo de Yahvé; sin embargo, he amado a Jacob' y he detestado a Esaú, y he hecho de sus montañas campo de devastación, y de su heredad, pastizales de desierto. (Malaquías 1, 1-3).
Cuando leemos ordenadamente este pasaje de la Sagrada Biblia y con la ayuda de los Padre de la Iglesia, se comprende bien, por qué Dios no amaba a Esaú. Son muchos que no se dejan amar por el Señor, los transgresores de los Santos Mandamientos.
Es el ser humano el único responsable de que el amor de Dios, no entre en su vida. Es el único culpable de sus todas las desgracias que provoca. Porque Dios es bueno y compasivo.
El amor de Dios es ordenado, es perfectísimo, en todas sus criaturas. Pero sabemos las consecuencias, cuando atentamente meditamos las Santas Escrituras.
Hemos visto que Caín no se dejó amar por Dios y mató a su hermano Abel. Dios no ama a los criminales. Aborreció también a Esaú, porque no obró con la justicia de Dios
Ved que se acerca el día de Yahvé, y cruel, con cólera y furor ardiente, para hacer de la tierra un desierto y exterminar a los pecadores. Las estrellas del cielo y sus luceros no darán su luz; el sol se esconderá en naciendo [El sol desde la aurora se oscurece], y la luna no hará brillar su luz.' Yo castigaré al mundo por sus crímenes, y a los malvados por sus iniquidades. Yo haré cesar la insolencia de los soberbios y abatiré la altivez de los opresores. Yo haré que sean los hombres más escasos que el oro fino, más que el oro de Ofir. Yo haré estremecer a los cielos» (Isaías 13, 9-12)
Una gran multitud de bautizados no quieren saber nada de la Biblia porque no quieren renunciar a sus vicios y pecados. Son ciegos incurables. Pretenden ganar el cielo permaneciendo en sus vicios y tantas maldades. “Dios me ama tal como soy; tal como eres”. Pero Dios los ha rechazado. Los cristianos al no poner atención a la Palabra de Dios, se escandalizan mucho,
Los que no aceptan las enseñanzas de Jesús, se sirven de ella, que “Dios los perdona porque no saben lo que hacen”. Son irreflexivos y torpes de entendimiento.
Sí, es muy importante, necesario que los pecadores que hay en el mundo, desaparezcan para siempre, son todos unos estorbos, no sirven para nada. Pues desobedecen continuamente los divinos mandamientos de Dios.
Pero el Señor se acuerda del humilde, y no perece en el castigo. Quedarán pocos hombres, los pecadores obstinados, impenitentes, pueden tener ahora apariencia humana, pero no tienen en nada semejanza con Dios, porque se hacen uno con el pecado, no se arrepienten para ser salvados.
Como el Padre me amó, así os he amado yo. Permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he dicho esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea completa. Éste es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; a vosotros, en cambio, os he llamado amigos, porque todo lo que oí de mi Padre os lo he hecho conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca, para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Esto os mando: que os améis los unos a los otros. » (San Juan 15, 9-17)
¿Nos hemos dado cuenta? Sí que pone condiciones. Y es que hay por ahí, que se empeñan: “Dios te ama sin condiciones”. Estas condiciones las tenemos en todos los santos mandamientos, preceptos, de Dios a Moisés y a los santos profetas que se nos ha dado. En primer lugar, era para el pueblo israelita, ya el amor de Dios a sus criaturas, como humanos también podemos disfrutar de los mandamientos divinos.
¿Será verdad como algunos piensan, que Dios ame intensamente al alma que hace daño a su prójimo? Pues eso es lo que afirman muchos, que Dios ama a todos por igual. Y estamos viendo que no es así,
Si alguno dice: “Yo amo a Dios”, y odia a su hermano, es un mentiroso, pues el que no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios, a quien nunca ha visto. Y éste es el mandamiento que tenemos de Él: que quien ama a Dios ame también a su hermano. (1º Juan 4,20-21). Tanto si un niño como un adulto, comete un robo, un crimen, cualquier maldad, no es por el amor de Dios, porque la maldad no viene del Señor, sino del rechazo al Amor de Dios.
La Palabra de Dios, hay muchas cosas que se entienden fácilmente, siempre que el corazón esté bien dispuesto, y no combatir contra la verdad.
Cuando nuestro amor a Dios es sincero, siempre, desde Cristo sabemos amar al hermano. Amarás a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo. Desearemos todo el bien espiritual para nuestros hermanos. Incluso rogamos por la conversión de nuestros perseguidores. Pero solo apenas unos pocos llegan a convertirse.
· El auténtico amor a Jesucristo lleva consigo el esfuerzo por guardar los mandamientos divinos y, ante todo, el mandato del amor fraterno a la medida de la cruz de Cristo. La exigencia de estos mandamientos no es ya el temor, sino el amor: es la respuesta a Dios que nos ha amado primero, y nos ha mostrado su amor en la cruz de Jesús. La amistad de Cristo con el cristiano, que el Señor manifiesta de modo particular en este pasaje, le llevaba a decir a San Juan de la Cruz: «Llámale Amado para más moverle e inclinarle a su ruego, porque, cuando Dios es amado, con grande facilidad acude a las peticiones de su amante. (...) De donde entonces le puede el alma de verdad llamar Amado, cuando ella está entera con él, no teniendo su corazón asido a alguna cosa fuera de él; y así, de ordinario trae su pensamiento en él» (Cántico espiritual 1,13). Sagrada Biblia, Eunsa, Nuevo Testamento)
Y como Dios nos ha amado primero, no tenemos derecho a devolver ingratitud, infidelidad, rechazo, negligencia a Dios. Es tanto el amor que Dios nos tiene, que nuestra medida, no debe estancarse, sino seguir aumentando a todas horas, todos los días.
Nos ama si guardamos sus santos mandamientos, todos, sus normas, reglas, ¡todo!, pero no somos oprimidos ni nos ahogamos por obedecer, por el contrario, somos verdaderamente libres.
¿Sin guardar los mandamientos podemos alcanzar el amor de Dios y nuestra salvación? Pues los insensatos están convencidos que sí. Pero ellos no hablan con verdad, y prefieren el engaño, y con plena consciencia, ya que discriminan las Sagradas Escrituras, es decir, que las desprecian.
«Porque Yahvé os amó y porque ha querido cumplir el juramento que hizo a vuestros padres, os ha sacado de Egipto Yahvé con mano poderosa, redimiéndoos de la casa de la servidumbre, de la mano del faraón, rey de Egipto. Has de saber, pues, que Yahvé, tu Dios, es Dios fiel, que guarda la alianza y la misericordia hasta mil generaciones a los que le aman y guardan sus mandamientos;' pero retribuye en cara al que le aborrece, destruyéndole; no tarda en darle en cara su merecido» (Deuteronomio 7, 8-10).
La práctica de los Santos mandamientos son requisitos de que el amor de Dios ha entrado en nuestro corazón. Porque no es suficiente las devociones, la oración, las misas si no se ama al prójimo como hermano en Cristo Jesús. Los que hacen la Voluntad de Dios, son verdaderamente hermanos de Jesucristo,
21*No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22*Aquel día muchos dirán: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu
nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre
muchos milagros?”. 23*Entonces yo les declararé: “Nunca os he conocido. Alejaos de
mí, los que obráis la iniquidad”. 24El
que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre
prudente que edificó su casa sobre roca. 25Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y
descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre
roca. 26El
que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel
hombre necio que edificó su casa sobre arena. 27Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y
rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande». (San Mateo 7, 24-27)
* 21. Entendamos bien lo que significa hacer su
voluntad. Si buscamos, por ejemplo, que un hombre no le robe a otro, para que
la sociedad ande bien, y no para que se cumpla la voluntad de Dios, no podemos
decir que nuestra actitud es cristiana. Ese descuido de la fe sobrenatural nos
muestra que hay una manera atea de cumplir los mandamientos sin rendir a Dios
el homenaje de reconocimiento y obediencia, que es lo que Él exige. ¡Cuántas
veces los hombres que el mundo llama honrados, suelen cumplir uno u otro precepto
moral por puras razones humanas sin darse cuenta de que el primero y mayor de
los mandamientos es amar a Dios con todo nuestro ser!
* 22. En
aquel día: el día del juicio, llamado también “el día del Señor”, “el día
grande”, “día de Cristo”, “día de ira”. Cf. Salmo 117, 24; Isaías 2, 12;
Ezequiel 30, 3 y notas; Joel 1, 15; Abdías 15; Sofonías 1, 7; Romanos 2, 5; I
Corintios 3, 13; II Corintios 1, 14; Filipenses 1, 6 y 10; II Pedro 3, 12;
Judas 6.
* 23. Terribles advertencias para los que se
glorían de ser cristianos y no viven la doctrina de Jesucristo. Véase Jeremías
14, 14 ss., donde el profeta de Dios habla contra los falsos profetas y
sacerdotes que abusan del nombre del Señor.
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También he colocado aquí estas palabras de San Juan Crisóstomo, que hemos leído más arriba.
- De ahí
la terrible palabra que el Señor les dirige: Jamás os he conocido. Y es así que a muchos los aborrece el Señor ya desde esta vida y antes
del juicio ya son condenados. Temamos, pues, carísimos, y pongamos
todo cuidado en nuestra vida. No pensemos que perdemos nada porque ahora no
hagamos milagros. Como ahora no perdemos
nada de no hacerlos, tampoco en el juicio llevaríamos ventaja alguna por
haberlos hecho. (San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio de San Mateo,
Homilía 24, 1-2, BAC Madrid 1955, pág.498-504)
Y hemos de temer, porque no sabemos que nos puede suceder el día de mañana, si nos descuidamos en la caridad, en la humildad, en la obediencia a Dios. No cometamos algo que pueda ser una desgracia eterna.
Esto es uno de los textos que nos confirman, que los que están
fuera de la Iglesia Católica, Apostólica, no son nuestros hermanos, “hermanos
separados”, porque si un cristiano se considera hermano de los protestantes, de
los musulmanes, judíos, ateos, etc. No pertenecen a Cristo, no los ama. El que
el cristiano se convence que los protestantes son hermanos suyos, claramente
demuestra su enemistad con Cristo, por tanto, ya no está cumpliendo la voluntad
de Dios, y el amor de Dios tampoco les alcanza a su corazón. También, así como
los que quien ha recibido el sacramento del Bautismo, lleva una vida alejada de
los mandamientos, pero que no busca la conversión del corazón, si Cristo no los
consideraba hermanos, tampoco nosotros debemos considerar a los rebeldes como
nuestros hermanos. Pero en la medida de lo posible, siempre que esté de nuestra
mano, hay que corregirle para que vuelvan a Cristo. Perdonar siempre se ha de
perdonar, pero el número de corrección está establecido por la Palabra de Dios.
La corrección es necesaria para no hacernos cómplices del pecado ajeno:
15Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas.
Si te hace caso, has salvado a tu hermano. 16Si
no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede
confirmado por boca de dos o tres testigos. 17Si
no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la
comunidad, considéralo como un pagano o un publicano». (San Mateo 18,
15-17). Es necesario que todos sigamos estos pasos.
Pero ¿Hacer entonces, si el hermano no quiere corregirse, y llega
a insultar y maldecir? No vamos a perder los nervios, no vamos a entrar en
confrontación, ni en discusiones que solo puede satisfacer al diablo enemigo.
San Pablo nos exhorta: «9Evita disquisiciones estúpidas, genealogías, polémicas y disputas sobre la ley, ya que
son inútiles y vanas. 10Huye del que es sectario después de haberlo amonestado una o
dos veces, 11sabiendo
que es un pervertido, un pecador y que es él quien se condena a sí mismo.» (Tito, 3, 9-11)
Y es que advertirle del error más de dos veces, deja claro
que no querrá corregirse, por tanto, se le rechaza.
14Esto es lo que has de recordar, advirtiéndoles seriamente delante
de Dios que no discutan sobre palabras; no sirve para nada y es funesto para
los oyentes. 15Procura con toda diligencia presentarte ante Dios como digno de
aprobación, como un obrero que no tiene de qué avergonzarse, que imparte con
rectitud la palabra de la verdad. 16Evita las charlatanerías profanas, pues conducen a una impiedad
cada vez mayor, 17y su palabra se propagará con efectos tan corrosivos como la
gangrena. Entre ellos están Himeneo y
Fileto, 18los cuales se desviaron de la verdad al decir que la resurrección
ya ha acontecido, y trastornan la fe de algunos. 19Mas
el sólido fundamento de Dios ha permanecido firme, teniendo este sello: «El Señor conoció a los que son suyos» y «Aléjese de la iniquidad
todo el que invoca el nombre del Señor». (2º Timoteo 2,14-19)
Esta carta también se extiende a cada uno de nosotros, al
menos es lo que estoy convencido para mí. Evitar las cuestiones profanas,
vulgares, toda palabrería, que es inútil para seguir a Cristo. Pues son los
frutos del árbol, por la obediencia, a la Palabra de Dios, seguimos todas estas
enseñanzas, para no apagar el amor de Dios en nosotros.
Rechazar la Sagrada Biblia es rechazar todo el amor que Dios
podría tener para nosotros.
“¡Nosotros
hemos creído en el amor que Dios nos tiene!”
(1 Jn 4,16). Pues creer que Dios nos ama, es poner en práctica todo lo que nos
manda, son condiciones que nos hace completamente libres.
Precisamente, por ese cambio en nuestro corazón, que con su
llamada a la conversión, nos hemos renunciado a nuestra antigua vida del hombre
viejo, despreciando las concupiscencias, para ser criaturas nuevas en Cristo
Jesús.
·
«Volví mi rostro al Señor, Dios, buscándole en
oración y plegaria, en ayuno, saco y ceniza, y oré a Yahvé mi Dios, y le hice
esta confesión: Señor, Dios grande y temible, que guarda la alianza y la
misericordia con los que te aman y cumplen tus mandamientos» (Daniel, 9,4)·
«Tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni principados, ni presente ni futuro, ni los poderes espirituales, ni altura ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor» (Rm. 8,37-39).
Estoy convencido de aún todavía habrá muchos que no llegan a comprender, la verdad, y se atarán al error de que “tal como somos”, sin hacer penitencia, en tibieza, mundano, soberbio, y tantos otros vicios y pecados, serán amado por el Señor, porque no quieren creer en Dios.
- · San Juan de la Cruz, Doctor de la Iglesia: «Al final de la vida solo te examinarán del amor. Aprende a amar como Dios quiere ser amado, deja tu condición » (Obras completas: Dichos de luz y amor, 59. página 48. BAC. 1982).
Y hasta aquí he llegado por el momento. Doy gracias a Dios porque siempre nos ayuda a todos a comprender la verdad, desde la medida de Cristo Jesús. Es importante la oración que no debe faltar en nuestra vida, nuestra relación con el Señor se ha de ir purificando cada vez con más perfección, y es Señor que todo lo hace posible.
Cuando nosotros vamos a la Santa Misa, ponemos atención, tenemos recogimiento interior, en la oración, meditamos, gracias al amor que Dios nos tiene. Para que Dios nos ame, necesario es negarnos a nosotros mismo, nuestra condición, el que somos.
Estábamos nosotros envueltos en el pecado, cuando vino el Señor, a buscarnos, para ofrecernos su amor, y que aprendiésemos a amar como Dios quiere.
Llegado hasta aquí, que no es el final, sino que con la ayuda del Señor, habrá otras reflexiones. Pero es importante, para alcanzar el amor de Dios, que seamos completamente fieles a Jesucristo, e ir perfeccionando nuestra vocación. Porque al final de nuestra vida, seremos juzgados por el amor que nos salvará, y nos llevará el Señor a su Reino de Vida eterna.